miércoles, 9 de enero de 2008

HOY, NATURALEZA.






Me gusta la macrofotografía. No asustaros. Consiste en fotografiar lo insignificante, de manera que ocupe todo el negativo. Creo que me he metido un poco en lo técnico. Si hago una foto a cinco céntimos de euro, al proyectarlar la foto en una pantalla, sea del tamaño que sea, esos cinco céntimos, la ocuparán toda, podrán verse de modo muy ampliado todos sus detalles sin necesidad de una lupa o de un microscopio.
Pues bien, éste tipo de fotografía que requiere un objetivo especial, permite el acercamiento a un mundo que no vemos a simple vista, a esas flores, a esos insectos que luego se verán como unos monstruos. Planta microscópicas que continuamente pisamos y que salen a la luz con toda su belleza, líquenes, hongos, todo lo que os podeis figurar. Es muy gratificante éste tipo de trabajo.
Tiene su riesgo. Metiendo el hocico sobre abejas que tomaban el nectar ( se cual es la palabra para estos casos, pero me parece de una finura escandalosa y no la digo); cuando recolectaban el nectar, digo, una abeja traidora que no participaba en la cosecha, clavó bien clavado, a traición, su aguijón en el dorso de mi mano. Le di un manotazo y allí, como una pica en Flandes, la lanza que extraje.
Hay que continuar pateando el campo, los arribones, los bordes de los riachuelos, las charcas, los troncos, hasta que poco a poco el día se va callando, hora en que comienzan los grillos sus cantos, canciones que llaman a sus amores.
Mirando estas menudencias, te das cuenta aún más, de la sabiduría de la naturaleza. Ante un hormiguero, descubro la más perfecta organización de una fábrica; lo mismo sucede con las abejas y su mundo; los gusanos que tan mal nos caen, al poco, de una forma soberbia, se convierten en esas mariposas tan coloridas y hermosas. Los renacuajos, al igual que sucedió con la humanidad, permanecen bajo el agua, hasta que en su cuerpo se forman los pulmones y vienen a la tierra. Creo que salen perdiendo. Pero bueno.
Las libélulas, precursoras del helicóptero. La tela de la araña, hoy imitada por los chalecos antibalas, hay tanto.....
Hay tanto y tanto que conocer.... Por eso y muchas más cosas, adoro el campo, me gusta caminar por los campos. Me gusta caminar por los montes y cantar, no muy alto, por si hay gente. Siento vergüenza que me escuchen. De niño formé parte de un coro importante. El tabaco, la mar, el rocío de las madrugadas acabaron con mi garganta.
Por eso, canto por los montes y a veces, cuando los grillos al atardecer.
Cantar, puede ocultar las tristezas del alma. Puede.

BOFETADAS