domingo, 6 de enero de 2008

CANTAR EN FERROL






Buscando un libro entre la "desfeita" que hay en las librerías, a causa de vaciarlas para pasar cables, volver a colocar los libros, volverlos a vaciar por otra tontería, volver a colocar, a vaciar por obras, a colocar con el cabreo consiguiente de cualquier manera, me encontré con un tomo; que debería ser y supongo que en algún sitio será, el libro de mesa en las reuniones periódicas que hacemos alrededor de algún asado. Nunca somos capaces de cantar mas allá de dos o tres versos y la cosa se apaga. En este libro, hecho con toda la paciencia del mundo por el que fué alcalde Sánchez Dopico, recopila 679 canciones útiles para las parrandas.
En Ferrol, siempre hubo muy buenas voces; casi todas ellas de tasca, nunca de cafetería. La tasca, unía a las gentes; la cafetería las distanciaba. En las tascas, los secretos se compartían ya que el vino suelta la lengua y, la canción, las canciones cantadas en grupo, mano sobre hombro, aún les unía más. Yo era niño y me quedaba en la puerta escuchando aquellas voces inmensas, que sonaba a voces de catedral. La gente que escuchaba, lo hacía en respetuoso silencio, silencio de catedral. Al final unos aplausos y otra ronda que la paga Andrés.....
Tuve un vecino, él vivía en el bajo, yo en el segundo piso. Todas las tardes andaba de tasca en tasca, saludando a los amigos y echando una que otra cantada. A las dos o tres de la madrugada, quería entrar en su domicilio pero, por más que lo intentaba con la llave, un pasador que estaba echado se lo prohibía. Se sentaba en la escalera y comenzaba a voz en grito : "- Y volver, volver, volveeeeeeeer, a tus brazos otra vez....". Quizás porque no supiese más que esos dos versos, quizás porque no recordase la canción, los repetía durante horas y horas hasta que al amanecer le franqueaban la puerta, para que se vistiese y marchase a su trabajo, que era sagrado. Al principio, en el edificio, no se dormía; luego nos acostumbramos y el día en que no cantaba Agustín, allí nadie dormía.
Hoy en Ferrol, sigue habiendo buenas voces. Antes se cantaba en cualquier lugar, en las tascas, en los billares, ya al atardecer por la calle.... En las cafeterías, no se podía cantar.
Estamos en el Roxal. Alguien comienza: " Escucha, dulce jóven,/ de mis trémulos labios/ el eco clamoroso......". Alguien dice: ¡ Esa no, que no la sabemos!. Se inicia otra canción que nadie conoce, incluso el que la canta no recuerda parte de ella y al final, todos con el " Xa fun a Marín, xa pasei-lo mar...".
Habría que plantearse, ahora que hemos finalizado una asignatura, iniciar un cuatrimestre de "Cantares".
Yo, llevo el libro.

BOFETADAS