jueves, 29 de julio de 2010

DICEN QUE LOS TOROS NO SUFREN.


Un miércoles, 28 de julio del año 2010, el pueblo catalán acuerda que dentro de unos meses, apenas un año, la fiesta de los toros desaparecerá de esa comunidad. Recordemos, que se va diciendo, que en Canarias los han prohibido.  No hay tal. Han prohibido el maltrato a los animales, pero no los toros, que continúan como siempre, todo dependerá de que la gente vaya o no vaya a la plaza.
Al enterarme de que al menos en una comunidad dejarán de sacrificarlos, mi alegría es inmensa, a pesar de lo que manifiesta la presidenta de la comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre quien, aprovecha las cámaras de la televisión para pregonar a diestro y siniestro, a los que viven en las alturas y los que viven en los sótanos, que los toros, no sufren en la lidia, que son unos animales que llevan una vida muy apacible y son un bien cultural que inspiró a Picasso, Goya, Lorca...  Señora, por un momento póngase en su lugar, que la alimenten bien, que le den medicamentos para engordarla  rápidamente, que le cumplan todos los caprichos y al cabo de -ignoro la equivalencia de edades entre el toro y  persona-  un tiempo prudencial en que un veterinario o quien sea, diga que está en perfectas condiciones,   la lleven encajonada en un camión desde Salamanca, Madrid o cualquier lugar de Andalucía a la plaza Monumental de Barcelona. Que la sigan encajonando sin miramientos en los chiqueros, y allí la rifarán para asignarle un torero.  Pida a san Minotauro, que sea de los buenos para que no la martirice y,  cuando le abran portones que le conducirán al albero, no tenga temor, quede a la espera de que un hombre a caballo le clave con saña una pica terrible y procure, que la vea sin fuerzas después del castigo porque, de no ser así, ese hombre enorme, insistirá y hendirá una y otra vez la lanza en su cuerpo ya que está  tan loco, tan encabronado, que aunque le silben para que cese en su martirio, ni se enterará.  La ha dejado sin fuerzas y un dolor horrible sacude su cuerpo, de nada sirven sus bramidos que son agradecidos por los que presencian la lidia. La sangre ya hace un rato que está brotando, tiene un costado de color carmín que con el negro forman la bandera de la muerte.  Un breve descanso y sin tardanza, va siendo hora de colocarle unos adornos.  Si la pica fue para dejarla sin fuerzas, media muerta, ahora son unos arpones -tres pares- que le clavarán en la espalda adornados con los colores nacionales, o tal vez verdes si se lidia en Andalucía, o puede ser azul  si ocurre en la plaza de Pontevedra.  Algunas de esas banderillas, no permanecen clavadas, depende de la pericia del banderillero, las más en lo alto de la cerviz o en donde cuadre. Alguna, de vez en cuando, puede molestar al torero durante su faena; ya sabe, que con la punta de la espada la mueven pero como a usted no le duele, puede corregir la posición tantas veces uno lo necesite.
Al poco llegan los pases y repases.  Desde el burladero dicen al matador que cambie, que es bizca, que por la izquierda no entra y si por la derecha.  Un pase, otro pase, olés en todo el foso.  El torero que no cabe dentro de si, se ajusta la taleguilla, se eleva sobre las puntas de las zapatillas con chulería, que ahora manda en la faena y a la vez está entregado, porque el toro, gran toro el que le ha salido, también lo está muy a pesar de la sangre ya le ha cubierto medio cuerpo.  Otro capotazo, otro más cambiado para terminar con un pase de pecho que obliga al animal alzar las patas delanteras.  Aplausos lo premian, luego vendrá el dinero que para eso se está jugando la vida aunque la fiera, lleve la cornamenta recortada.
La música que cesa, el matador en las tablas se moja el rostro, bebe de un vaso de plata que es costumbre, tira con fuerza del pomo de la espada que le ha acercado su mozo. Hay en la plaza un silencio que asusta, el torero se santigua, besa un crucifijo, brinda el toro a una persona mayor, gran pamela verde sobre la cabeza y a la que nadie en la plaza conoce. Algún que otro fotógrafo aburrido le ha disparado unos flashes por lo que pudiera pasar.  Ella abraza con fuerza la montera contra su enorme pecho y en ese lugar queda perdida, al tiempo que sus enormes labios rojo pasión lo agradece con una mueca que quiere ser sonrisa.
Han pasado veinte o más minutos cuando el toro muere.  Nadie aplaude pero han comenzado silbidos, gritos de ¡ asesino !, ¡ asesino !...; y es que la espada ha entrado y salido del cuerpo del morlaco más de media docena de veces, ¿no le duele?. El torero antes sonriente, ahora suda continuo y al fondo, pegado a las tablas, temeroso, el noble animal se ha echado, vencido, esperando la muerte, incapaz de luchar.  Ahora espera que termine todo, pero antes sufrirá  tres o cuatro veces más,  el empuje de la espada de descabello, ¿no duele?, ¿no lastima?.
Lo mismo sucederá con el resto de las reses, cinco toros cinco de la ganadería de Robledales.
En la lid, no se acepta lo matemático, cada toro es un mundo, cada torero es una casualidad, la casualidad que tenga ese día para conseguir que el toro no "sufra".  Sinceramente, pienso, que importa un carajo a los matadores que los toros sufran o no sufran, el toro es una circunstancia más, la verdadera circunstancia en la plaza son ellos, los toreadores, los que reciben los aplausos, los regalos, las sonrisas de las damas, los guiños de las jóvenes porque las viejas nada tienen que hacer.
Y la señora Presidenta, con pe mayúscula, insiste en que los toros no sufren y lo dice por la tele a los españoles, le faltó decir que sufren más los parados pero, en ese instante, prohibido hablar de esa gente, que para ello tienen sus sindicatos.
Un miércoles, 28 de julio de 2010, el gobierno catalán; el pueblo catalán mejor dicho, acuerda que dentro de unos meses, apenas un año, no haya más corridas de toros en la comunidad.
Lo que no dicen, es que continuarán haciéndoles daño en las fiestas de sus pueblos. Tarragona se lleva la palma.  Y vuelven a decir que ahí no sufren.  Es sencillo saber si se sufre o no, toreando un político de vez en cuando, hallando la media de la nota que se pongan, se sabrá si lo pasan mal. Pero no, no le hace daño, por lo visto,  llevar una antorcha encendida en cada cuerno, no sufren ni sienten la calor, si van amarrados por sogas de las que tiran desde lejos unos valientes o los que consiguen que se caigan al mar, con el consiguiente susto de verse en tal situaciòn que no quiere.  No hay que preocuparse por los animales, no se enteran  y por tanto no conocen el sufrimiento, dice la buena señora de Madrid. Que coño se va enterar de lo que sucede si hasta son prepotentes al hablar sin conocimiento alguno.
¡Qué falsedad!, ¡cuánta falsedad!.
Mi pregunta es ahora para cualquier político catalán, pero que no engañe, que hable como le dicte la conciencia.  Ahí va: Si Cataluña fuese criadora de reses bravas a gran escala, ¿prohibirían la fiesta?.  Ya ven que no escribo lo de nacional porque a mi tampoco me gusta. 
Es que no la considero mi fiesta.

miércoles, 28 de julio de 2010

QUE LARGA LA MARCHA

Ante el Pórtico de la Gloria quedó sin aliento. Caminando por el interior de la Catedral, piensa en la grandeza de los hombres constructores y es ahora, cuando dirige la mirada al altar mayor y en lo alto, a su izquierda,  soberbio, poderoso, embriagado de poder, un santo sobre caballo blanco.  En su mano izquierda un estandarte y en la derecha una terrible cimitarra con la que va cortando brazos, manos, cabezas, todo aquello que encuentra en su locura porque, en ese instante, se encuentra en trance. Bajo las patas delanteras del equino, cadáveres que lo cubren todo, otros cuerpos se desangran y los más, con los brazos alzados imploran perdón al santo, que en esos duros momento se ha convertido en el Matamoros.
El caminante niega, niega continuo,  mira de nuevo a lo alto; se gira y camina hacia la puerta que da salida a la plaza de la Quintana en donde, ni el aire fresco lo vuelve a su estado natural.  Gruesos lagrimones se hunden en su espesa barba.
El peregrino, ha caminado desde Bélgica.  Lo más duro los Pirineos y es que no venía preparado para el frío y menos en pleno mes de junio. Desde que partió de su hogar, ignora por que camina, pero lo hace.  Muchas veces se ha detenido pensando en regresar pero al poco se ve caminando.  No lleva mucho dinero, al salir, amigos le pusieron sobre aviso del cuidado que hay que tener con los españoles, un pueblo gitano, pendenciero, bandolero y más lindezas.  El caminar en ocasiones al lado de ellos, se da cuenta de que todo aquello es incierto y siente lo grato que le van haciendo el camino, que le van regalando comida, que le ayudan a llegar temprano a los albergues para descansar, una vez conocieron, del lugar tan lejano de donde venía el peregrino. Cuando el hombre camina en soledad, cuando camina por los extensos campos de Castilla, las crisis acuden continuas a él.  Considera una tontería el sacrificio que está haciendo, fue una locura iniciar la andadura, dejar su trabajo, dejar a su esposa, hijos, familia simplemente para caminar con un gran esfuerzo y sufrimiento. Vuelve sobre sus pasos pero al rato regresa y continúa la andaina. Poco a poco se acerca a los primeros pueblos leoneses, un alivio a su cansancio e incluso se permite hacer una comida un tanto decente.
Sigue paso a paso subiendo una terrible pendiente que le conduce a O Cebreiro ya en tierras gallegas. Santiago, ahora lo siente más cerca.  Se admira ante las pallozas, alguien le narra la historia del cáliz; sus ojos que ahora brillan, no pierden detalle, se admira ante todo lo que le dicen y es como si le fuesen creciendo las fuerzas para iniciar de nuevo la ruta e incluso, se atreve a comprar uno de los quesos que le ofrecen y que come lentamente al lado del cementerio con la vista en la lejanía y viendo la grandiosidad del paisaje.  Allá ha dejado León y de frente,  la Galicia de Santiago.  Los montes apenas tienen vegetación, pero están llenos de carmines, verdes, pardos, naranjas con toques de amarillo, que le pierden.  El carmín y el rojo lo ocupan casi todo.  Pero, hay que continuar y así lo hace.  Mira su mapa.  Definitivamente no irá a Samos, le hubiera gustado  pero le han informado que al parecer, hay obras en el monasterio.  Continuará sin pensarlo porque ahora tiene prisa por llegar, ahora si que no retrocederá ni el cansancio lo ha de detener.  No hace mucho caminó al lado de unas gentes que le obligaron a pasar la noche en una pensión y es que el poder ducharse, se agradece en demasía.
En la Cruz de hierro ha colocado una pequeña piedra de cuarzo que le ha acompañado desde su pueblo; en ella, los nombres de la esposa y de los hijos que tristemente recuerda.  No la echa en el montón, con las otras, ha buscado un lugar en lo alto que lo domina todo. ¡Ah!, si pudieran ver toda esta maravilla.
Al poco, una lluvia fina ayudada por un suave viento le llega a traición.  Un caminante lo acoge bajo su paraguas.  No se entienden, el idioma les separa; tampoco es necesario, una sonrisa de agradecimiento contestada por otra sonrisa de aceptación, ya son más que suficientes.  Su compañero se llama Santiago. ¡Mira!, como me llamo yo, piensa el peregrino, como el que voy a visitar aunque no sabe el motivo de esa visita.  Ahora,  caminan por un sendero embarrado marcado por las rodaduras de los carros.  El peregrino ya no siente, no padece, aunque lo piensa, ignora si le quedan fuerzas para continuar el camino desde que a su lado camina Santiago.  Algo le está sucediendo, quiere llegar ahora que se siente flotar mientras camina más apurado que nunca y de ese modo ha llegado a la plaza del Obradoiro, la cruza y una vez en su centro se desvanece sobre el pavimento, su respiración se acelera a causa de tanta emoción que ahora tiene.  Mira a ambos lados, su amigo Santiago ya no está con él. Mira a la catedral y otro Santiago, desde lo alto le sonríe al tiempo que le murmura: - El camino, no consiste en caminar más o menos.  El Camino verdadero, es la búsqueda del interior de cada una de las personas.  Si lo consigues la felicidad irá siempre a tu lado, lo demás, no importa -.
El peregrino que ha salido hace un rato por la puerta de la catedral a la plaza de la Quintana, ni el aire ahora fresco, no le vuelve a su estado natural.  Llora en silencio, algunos viandantes lo miran curiosos pero continúan su camino.  Lo de ayudar al prójimo hace tiempo que se ha perdido, los valores que los mayores nos han inculcado, tampoco se aceptan.
Al peregrino la tristeza le puede. Una voz a su lado. Se gira, no ve a nadie pero escucha: - ¿Qué sucede?, ¿ a qué el llanto?, ¿cuál es tu nombre?.
Mi nombre es Jacques y mi llanto es porque la figura en lo alto de Santiago Apóstol me ha roto el alma.  Mi esposa es musulmana, mora como le dicen en muchos lugares, es muy buena y trabajadora.  Sangre mora corre por las venas de mis cuatro hijos y moros, son los engrandecieron muchas ciudades, de España también y ahora,  sucumben bajo el poder de una cobarde espada. Es horrible lo que acabo de ver en la casa de dios.
- No hagas caso, tocayo- habla el Santo.  - No estuve en batalla alguna ayudando a soldados.  Amo la paz.  Hago mío el dolor de las gentes. Me va el pacifismo que es mi religión; la otra, ayuda un poco.
Santiago se hace presente, no lleva esclavina, una especie de túnica raída le cubre el cuerpo y en su rostro, mucha paz. ¿Acaso me parezco al asesino que está sobre ese caballo blanco?. El peregrino niega.  - Espero que algún día, alguien sensato, retire ese icono que tanto daño hace-. El caminante no acierta a decir palabra alguna.
Y entre nosotros, que lo sepas,  el brazo incorrupto de santa Teresa, tampoco hace milagros.
El peregrino se arrodilla, la emoción le puede, se abraza a las piernas del Santo al tiempo que le manifiesta: -Ahora, me doy cuenta de lo que ha significado el Camino-.
Y el Santo risueño dice: - Levántate -.   Si supieras la cantidad de empujones que te tuve que dar para que continuaras...
El caminante penetra de nuevo en la catedral, alza la mirada a Santiago y atónito ve que ya no hay estandarte ni cimitarra, ni moros bajo las patas del caballo, en su lugar, han nacido flores blancas.
- Quizás haya sido el cansancio- , dice al santo.
- Quizás -, responde desde lo alto.
El santo sonríe.  El santo y Daniel sonríen en la catedral compostelana.

lunes, 12 de julio de 2010

BENDITO PULPO

Y de nuevo, un pulpo alemán afrancesado, acierta.
Acierta y los adivinos, brujas, meigas de mi tierra y pitonisos, locos ellos por comprarlo. Yuly Andrómeda, adivinadora existencialista, hará todo lo posible para hacerse con él, es un chollo y hasta el señor Evaristo Cienfuentes de Escarbote piensa lo mismo pero para mostrarlo de feria en feria porque son muchas, las que a lo largo y ancho de verano, se celebran en cualquier parroquia. Y el cura encantado porque al menos ese día se le llena la iglesia. Y llegado el invierno, cavila el buen hombre, mostrarlo en centros comerciales. Mira que si el corte inglés me  permite colocarlo, en la sección de libros..., dos urnas  y cuando el comprador duda que libo llevarse, introduce uno en cada urna y e pulpo, solícito, le aconseja cual llevar.
Fuera coñas con el bueno de Paul, que la Selección española (la roja, anque juegan de azul), sumisa ante los palos continuos que va recibiedo, tranquila unas veces, nerviosa las más, ha empatado a cero goles al final del juego.  No soy fútbolero, lo he dicho antes de ahora, los nervios me pueden ante los golpes que reciben y que no pueden devolver, marcho para la cama.  Al rato gritos de ¡goool!, ¡goool!, ¡goooool! cantado y acompañado por un coro de voces broncas, cerveceras, cazalleras, infantiles que son las blancas, me obligan a sonreír al tiempo que en lo alto, cohetes explotan su alegría.  Y es que al poco, las bocinas de los autos, me confirman lo pensaba, que la Selección había ganado.  Unos jóvenes llenos de voluntad y ganas, martirizados a más no poder durante el partido -ignoro lo que sucedió en la pórroga que pienso ver hoy-, para Holanda era una manera de acobardarlos, pero no pudieron. ¿Sería acaso una venganza a causa de unos hechos cometidos en sus tierra por un duque español?. Y es hoy, que cuando quieren asustar a los niños les dicen que viene el duque y no el coco, precisamente.  Señal de que el primero, no les dio una vida agradable.
Y es ahora cuando viene a mi pobre mente, la propaganda de esos comercios que como casi todos los españoles pensaban, que nuestros futbolistas, a la primera de cambio, regresarían. Tales comercios digo, anunciaron a bombo y platillo, que si la Seleccón española, ganaba el mundial, todos los electrodomésticos adquiridos, saldrían gratis a sus compradores. Se frotaron las manos porque la verdad, es que vendieron muchos.  Y ya ves, la fortuna hace maravillas cuando está en racha. Mal negocio han hecho. Consejo: Si han vendido mucho, lo lógico como buenos españoles -léase promotores de obras- es de suponer que desaparecerán tras cerrar la tienda ahora completamente vacía.  Que mal han jugado, que mal.  Y todo por no tener fe, por no preguntarle al pulpo Paul como iría el asunto del fútbol. Unos simples mejillones, y con todo el cariño del mundo, que lo tiene, los asesoraría. Y el español no perdona, que somos muy nuestros, que torcemos el rostro a nuestros vecinos pero cuando nos encontramos lejos, nos abrazamos primero y a continuación, ¿de dónde eres?..., ¡coño!, que somos vecinos, para a continuación, festejarlo.
Pena no ser el propietario del pulpo para acertar a las quinielas, a la loto, a la lotería, en las amistades e incluso. en donde el sacristán guarda las propinas, que el cura anda loco buscando.
No estaría de más, levantarle estatuas sencillas en las ciudades, pueblos, aldeas y de ese modo recordar y recordarle a los pequeños que ese pulpo afrancesado, fue el jugador número doce de la Selección, que tuvo en vilo a millones de personas y en el año 2010 nos dio la felicidad que tanto tiempo llevábamos buscado.
Si vivo y algún día tengo un nieto, haré todo lo posible para que lo bauticen con el nombre de Paul sin contarles lo del cefalópodo, no vaya se que se inicie una guerra no buscada.
El alemán afrancesado para acertar.  El gallego para adornar cualquier mesa que se precie.  Y si, tengo pesente, la casi obligacón de acudir a un bar de Pontedeume, a probarlo pues, tiene el mismo sabor que a la gloria que han tocado unos cuantos futbolistas y a los que acompañaron casi cuarenta millones de españoles, si tenemos en cuenta que los recién nacidos no se enteran y tampoco se enteran aquellos que formando parte de un estado -de momento-, tienen las santas narices de decir que no han visto los partidos, como tampoco las banderas en ventanas, balcones, por las calles e incluso las que estaban a su lado.
Un político, tiene el deber, para eso representa a las gentes de ser político para lo bueno y lo malo,elegante con sus palabras, inteligente,un caballero, un servdor le guste o no le guste. El pueblo no depende de él. Él, siempre, dependerá del pueblo. Siempre lo estarán vigilando.
¡ Cuánta amargura en medio de una gran fiesta !. ¡Cuánta pena!.  Pobre gente de Armani continuo..

sábado, 10 de julio de 2010

PAUL, EL PULPO.














                                                                                                                                                                 El pulpo gallego, de rocas en donde crecen los mejillones, lapas, algas de todo tipo que también le gustan, siempre ha tenido una merecida fama, fama que ya viene de tiempos remotos cuando, finalizada su estancia en los múltiples secaderos de las zonas costeras gallegas, al igual que los congrios; eran alimentos que se conservaban muy bien, sin pensar aquellas gentes que los congeladores y frigoríficos todavía permanecían en la distancia, que viene a ser lo mismo que decir, nadie se había molestado en inventarlos. A lo más una caja de madera con una tupida rejilla que hacía las funciones de puerta al tiempo que evitaba la entrada de insectos en aquel contendor de nombre fresquera y, en donde algunos alimentos perecederos se guardaban cerca de una ventana abierta, para conseguir tuviesen más duración.
Y es que no hace mucho, al pulpo gallego le ha salido un serio competidor, alemán por más señas, de nombre Paul a todas luces francés y del que están pendientes, mil millones, repito para no equivocarme, mil millones de personas en todo el mundo, conocedoras de un deporte que se llama fútbol, balompié, partidillo, pachanga..., que todo vale y es que, el dichoso pulpo, adivino de profesión, acierta todos los resultados de los partidos; por supuesto, antes de que se jueguen. Dicen los enteradillos, que mucho mejor que las pitonisas y pitonisos que llenan y llenan anuncios las páginas de los periódicos; donde va parar. El pulpo alemán, que nada tiene que ver con el gallego, vive en el acuario bastante grande de una tasca, en donde el agua se va renovando continuamente. Le colocan dos urnas trasparentes dentro de sus dominios. En cada una de ellas, sitúan una bandera de cada equipo que va a disputar el partido. Para animar a Paul, para que no se duerma en los laureles, el dueño, coloca un mejillón en cada urna; ahora sólo queda esperar que el bueno de Paul, levante la tapa de un contenedor o del otro para que los presentes y el mundo entero, a través de veinte cámaras de televisión pendientes del bicho, conozcan de primera mano el equipo que se supone va a ganar.
No sería mal invento que llegadas las elecciones, un pulpo gallego, de Mugardos, para más señas, se decantase por uno u otro partido político. La cantidad de dinero que se ahorraría en propaganda, sería un buen pellizco para entregar a los que menos tienen. Me da que habría follones, que desaparecería el pulpo..., no se. Que somos muy nuestros.
El pulpo Paul, de momento va acertando y supongo, que las gentes, tan dadas a los milagros le tienen fe. Es de esperar que no beatifiquen a causa de los aciertos porque, hay quien piensa y me incluyo que Paul, ciego a los colores del espectro, escoge un dibujo más llamativo y sin complicaciones y nuestra bandera, sin mezcolanza de colores, le puede llamar la atención, sin desmerecer los futbolistas.
Hay algo que el futbol y el pulpo han conseguido, que se agoten las banderas nacionales en las tiendas, comercios al por mayor e incluso en los chinos tan previsores ellos y ahora, lucen en los balcones, ventanas e incluso en lo alto de la obra que tengo enfrente. Se ha visto también en el país vasco, en el catalán y resto de las comunidades. Lo que no une la política, lo consiguen las personas de a pie, los de todos los días, los que nos dejamos gobernar ya que, preguntados algunos "dirigentes" que así les gusta llamarse, que les ha parecido el juego de la Selección y las banderas por todos los lugares, incluso teníendolas ante sus narices, manifiestan que no han visto nada de nada y es malo, que un político tenga ceguera hacia el resto de las personas, el puesto que ahora ocupa, no es para toda la vida, ni lo ha ganado en una oposición. Unas papeletas o una amistad, lo han puesto en el lugar efímero que ahora ocupa.
No se cuando se juega la final, supongo que el domingo, no soy futbolero y si admirador del pulpo octopus, molusco cefalópodo, carnívoro aunque de vez en cuando come algas como el gallego, para hacer bien la digestión y que le huela bien el caparazón. No se como se comportará el alemán en su pecera, restricciones las tendrá pero es que Paul, ha vuelto a señalar, sin la menor duda, que la Selección española volverá a ganar. Ahora bien, si por un traspiés o lo que sea, pierde contra Holanda, los felicito, han trabajado duro, juegan muy bien en conjunto pero en la Liga, sin extranjeros mezclados, es harto difícil.
Mis mejores saludos para el pulpo alemán Paul, que quizás haya sido capturado en las frías aguas del Báltico; de ser así, que viva muchos años feliz, pero si por un casual es un pulpo gallego, unos besos en los morros para ablandarlo, un tanto de calor, aceite crudo, sal y pimentón  -creo-, todo ello colocado sobre un recipiente de madera, lo sirvan en cualquier fiesta de las casi infinitas que se suceden en el verano de nuestra Galicia.
Un pulpo no es un adivino, un pulpo puede ser el centro de una mesa en que la amistad lo bendice y si está bien hecho, lo recuerda.
A Paul que aunque nos falle en el partido más importante, ha elevado, millones de ilusiones al cielo africano.

jueves, 8 de julio de 2010

ASI ES MI PUEBLO

















                                                                                                                                                                  Mi pueblo es pequeño. Tiene mil catorce habitantes y es que ayer tarde, parió la Eusebia una niña muy rubia, no así muy agraciada ya que se parece a la madre. Que sea bienvenida porque es la única manera de ir aguantando la escuela para que no la cierren.
Mi pueblo está rodeado de montañas y es por eso que cuando truena, parece que todo se nos viene encima, es horrible; pero al llegar el invierno los picos se cubren de nieve y brillan ayudados por el sol, que tal semejan espejos gigantes. El pueblo, no se libra de la nieve y uno que no lo conozca, es incapaz de ver las casas, pequeñas casas de piedra, porque todo es blanco a no ser las rodadas que los autos y los carros van dejando sucio el centro de la carretera. El conjunto, visto desde la casa del Eladio, la más alta, semeja una postal de Navidad.
Mi pueblo, como supongo que otros pueblos también, tiene en el centro una plaza muy soleada, con árboles y bancos a su alrededor para las gente de más edad. Los mandó construír el alcalde y los viejos le están agradecidos. Casi en el centro, una fuente de tres caños de los que continuamente, mana agua potable y cerca un abrevadero para uso del ganado bovino, vacuno y caballar, tal como reza en un cartel que hay clavado a una estaca. En la esquina que da a la carretera la oficina de correos, pequeña pero limpia que la Paca tendrá todos los defectos, pero limpia, lo que se dice limpia lo es mucho. Cerca una escuela a la que asisten hoy por hoy seis niños y a continuación, el bar del Edelmiro y al otro extremo, el ultramarinos de Eladio que nunca en su vida dió un palo al agua pero que al morir su padre, tuvo que hacerse cargo de la tienda.
Pero es que hoy, día de san Fermín, un enorme camión blanco, se ha detenido cerca de la fuente. Niños y ancianos lo rodean y hasta Joselito, atrevido, ha subido a la cabina del conductor curioso. En lo alto, el rostro del niño y chófer se encuentran, se miran y un gesto del mayor es suficiente para que el niño desde lo alto caiga de espaldas al suelo. Al poco se levanta entre risas y manotazos a modo de parabienes, de sus compañeros.
Los ocupantes del camión se apean y sin prisa alguna se dirigen a la parte trasera, abren el gran portón y poco a poco van bajando equipos, más equipos y enormes rollos de cable muy grueso, negro y gris.
No tarda en llegar un auto del que bajan, al parecer, los técnicos que serios, van organizando aquel maremagnum de cajas, hierros, más cajas y lo que todavía queda en el camión.
Es ahora cuando los parroquianos, tras abandonar el bar, se van acercando poco a poco, tomándose su tiempo, analizándolo todo. La Antonia, chismosa a más no poder, también ha avisado a las mujeres que formando un gran grupo, ríen contando las peripecias de la noche anterior en que algún que otro vecino, pasados de alcohol, a las tres de la madrugada tocaron la campana de la iglesia y la gente asustada, salió de sus casas semidesnudas, creyendo que se trataba de un incendio tanta era la insistencia del badajo al golpear el bronce. El cura ya avisó, que el domingo en misa, se verían las caras; estaba muy cabreado. Y es que don Guillermo enfadado, es de temer.
Unas tres horas más tarde han levantado en la plaza una televisión enorme, dicen los técnicos que tiene la pantalla sesenta metros cuadrados, ni más, ni menos, sonido sounround y dolby system. Tal fue lo que escribió Leocadio el cabo de la Guardia Civil en el block de acaecimientos, para dar cuenta al comandante de puesto.
Hoy se celebra San Fermín. Todo el pueblo verá en esa pantalla, a la selección española en las semifinales del campeonato mundial de fútbol. Hoy juega contra Alemania, tal como reza en un cartel que va apareciendo en la gran televisión. Enterados los paisanos, tristes porque soñaban con una corrida de toros, regresan a la tasca a discutir si un pulpo llamado Paul, ha acertado o no el resultado, a favor de España. Se enteran también, que el señor alcalde correrá con todos los gastos que supone el alquiler de semejante pantalla. Las mujeres regresan a su charla cerca del tendedero de ropa excepto la Asunción que ha corrido a su casa en busca de una botella de anís. Vasos no llevo, que beban a morro. Siempre lo han hecho. Tanta finura, tanta finura, piensa.
Una hora antes del partido, la plaza se ha llenado de bancos, banquetas, sillas, cajas ya vacías que fueron contenedores de cerveza, de vino, de cocacola..., que todo vale para sentarse y pasar un rato.
Faltando diecisiete minutos para finalizar el encuentro, España saca un corner que remata de cabeza Pujol marcando el primer y único gol. En el centro del grupo de parroquianos, se inicia la discusión: ¡Qué no fue Pujol, qué fue Villa!. La madre que te parió, fue Pujol... Que a mi madre ni la nombres... Tu madre y toda tu familia.... Mis muertos no, mis muertos no; al tiempo que lanza la botella de cerveza medio llena que da en el rostro del enemigo. Como en la plaza se sientan agrupados en familias por lo de los bancos y sillas, se arma una bronca monumental. Los técnicos apagan la gran tele y ha sido lo peor que han podido hacer en toda su vida; porque, a partir de ese momento, es el pueblo completo quien se encabrona. Vuelan banquetas, botellas de vino, maderos que aciertan en la gran pantalla, no es tan difícil, son sesenta metros cuadrados, el sounround y el dolby system se van al carajo porque la guerra continúa y ya hace cerca de una hora que se inició. Para los niños, esa si que es la verdadera fiesta a pesar de que hay muchos rostros ensangrentados, el primero el cabo de la Guardia Civil porque alguien -lo saben todos -se la tenía guardada.
¿Y el alcalde?. Pues el señor alcalde salió temprano hacia la capital -par arreglar un asunto-. Todos conocen que el asunto, es el piso que le ha montado a una corista de segundo orden y a la que ha prometido que la hará diva de la escena.
Lo que no sabe el señor alcalde, es que una vez regrese a su despacho, en el interior del libro de firmas, su secretario le ha colocado una terrible factura de daños ocasionados a la gran pantalla de sesenta metros cuadrados. Daños también, al dolby system y al sounround que así consta en la minuta.
Al siguiente día, el señor alcalde, con una sonrisa de oreja a oreja, lleva la factura en la mano que mueve como si se tratase de un abanico. A gritos llama al concejal de obras que acude solícito. - Manolín, hay que construir otra piscina en el pueblo, de cien metros de ancho por trescientos de largo -.
Manolín no sale de su asombro. Alcalde, que ya hemos hecho cuatro y no tenemos ni una construída.
El alcalde bonachón suspira y dice: Manolín, idiota, ¿por qué crees que te he puesto a ti de concejal de obras?...
A Julián, mi admirado ex-alcalde de Marbella; que hizo de la política, tal arte de vivir y que durante mucho tiempo, fue la envidia del italiano Silvio Berlusconi.

martes, 6 de julio de 2010

CORRE, CORRE, CORRE...












En el parque de la Media Luna, el grupo de niñas ha dejado de cantar a la rueda rueda, de pan y canela y ahora, comienzan con el tan repetido de atardeceres en que el vino vence a los poderosos; uno de enero, dos de febrero, tres de marzo... siete de julio san Fermín, que para eso es su patrono.
El viajero desciende del tren que lo condujo a Pamplona. A la espalda una pequeña mochila en la que guarda unas zapatillas cómodas  apenas usadas, una camisa, un pantalón blanco y un bocadillo que a escondidas le introdujo la madre entre la ropa. Siente un olor a limpio mientras camina, a hierba que han segado hace muy poco en unos jardines, huele a fiesta internacional, grandiosa y a la vez terrible para aquel, para aquellos que tengan la mala suerte de que un cenizo veleto, le clave uno de sus dos afilados puñales o los dos que también puede suceder. Huele a vino ácido a medida que se va acercando a la plaza del Ayuntamiento. Es temprano en esta mañana luminosa, pero según los que han dormido al sereno, algo fresca. Hasta dentro de un par de horas, los mozos no acudirán en masa a la pequeña capilla del Santo, a pedirle que los bendiga. Grupos de muchachas y muchachos caminan cantando; algunos semidormidos se dejan conducir. La gente mayor participa y anima las calles, también hay grupos de músicos que hacen sonar sus instrumentos y siguiéndoles, como si fuesen flautistas de Hamelín, mozas y mozos bailan al son de Paquito el chocolatero. Será lo que también se escuche en la plaza de toros como si fuese el himno de estas fechas.
El viajero se adentra en un café y una vez acomodado ante una pequeña mesa de mármol, que al parecer usaba Hemingway para escribir "Fiesta" -en todas las mesas de los bares pamplonicos, parece ser que se sentaba el escritor a trabajar-, pide un café al tiempo que pregunta al cansino camarero en donde puede comprar un pañuelo rojo. El camarero asiente, se aleja y cuando regresa con un café humeante, también lo hace con un pañuelo que regala al viajero y quien, sin pensarlo se dirige a los servicios, apareciendo al poco vestido de un blanco deslumbrante, pañuelo rojo al cuello y zapatillas cómodas, apenas estrenadas bien atados sus cordones. Ya es uno más, comienza a vivir la fiesta, no se diferencia del resto, pero los nervios le pueden vestido de esa guisa.
Se mezcla con los mozos y también canta lo de a san Fermín pedimos, por ser nuestro patrón, nos guíe en el encierro y nos de su bendición. Finalizada la oración que también ha repetido por tres veces, expulsa el aire con fuerza, los nervios le pueden. Baja con el resto la cuesta de santo Domingo. Allá al fondo, los toriles.
Se huele el miedo. Por cada centímetro de la calle ronda la muerte que no perdona ni a los jovenes ni a los veteranos. Huele a sudor y nervios en el estómago. El corazón a mil por hora. La policía se lleva a un menor que escondido, intentaba correr. El viajero reza lo poco que recuerda. Son las ocho de la mañana. Puntual silba un cohete que veloz sube a lo alto y en lo alto explota. Las puertas de los toriles se abren. Sobre ellas los pastores contemplan la manada. Los toros por unos instantes parece que dudan, se miran, algunos alzan el morro para olfatear y de repente, salen en estampida. Al viajero una sombra negra como boca de lobo se le va acercando, quiere correr, iniciar la carrera pero no puede moverse, las piernas le obedecen cuando casi los tiene a su lado. Corre procurando no tropezar con las personas que le rodean, cerca los bufidos de esa locomotora. El miedo le puede pero continúa su carrera, va sólo, no ve a persona alguna a su lado, ¿estaré muerto? sigue corriendo; tropieza con un inglés borracho, da un traspiés, a su lado ve pasar los mansos, hay que levantarse rápido, corre, corre, los negros no estarán lejos; corre, corre, que puedes. Cerca, un joven da un grito terrible, quizás lo hayan empitonado, corre, corre, corre, seguramente que es un crío y la mala suerte que ha tenido, corre, corre, es que algunos ni tan siquiera se entrenan, corre, corre, vaya palo para su novia, para su familia, corre, corre; un sudor frío le empapa el cuerpo. Ya está en la Estafeta, a punto de reventarle los pulmones, corre, corre, se gira en su loca carrera viendo como algunos toros han resbalado en la curva, les cuesta trabajo levantarse, corre, corre, ¿qué pesará un bicho de esos?, corre, corre, lo menos mil quilos, corre, corre; a su derecha los toros le han pasado. Tiene a su favor toda la suerte del mundo unida, que ha venido auxiliarle. El viajero sopla, resopla con fuerza como para quitarse del interior las terribles sensaciones vividas que han sido muchas. Cuando lo cuente en Zamora no me lo creen; ha sido fabuloso, para el año seguro que vuelvo. Es fantástico. Creo que hice una buena carrera, a ver si la tele me cogió y me ven en casa. Se detiene y sonríe mientras con los brazos en cruz,  mira a los que se ocultan tras la empalizada de madera, como si mirase al tendido desde el albero en una gran tarde de toros. Se siente hermanado con los que han corrido con él, que ya son sus camaradas, pero tambien, se siente superior al resto de los que miran con emoción a los valientes que corren delante de unos cuernos que asustan.
Apenas un quejido. Uno de los toros rezagados, hiende certera su astillada y cobarde lanza, en el corazón del viajero que ahora. mantiene en el rostro una sonrisa idiota mientras el toro, con el muchacho en lo alto, gira y gira sobre si mismo exhibiendo su trofeo al público.
En el andén de la estación zamorana, un grupo de personas esperan al viajero. Charlan animosas entre ellas y ríen, ríen nerviosas a la espera de que aparezca. La máquina del tren llega, resopla, se detiene. Nadie baja. Al poco, un pitido agudo, largo, molesto. El tren continúa.



viernes, 2 de julio de 2010

Y ASÍ ME FUE












La Puerta de Canido, cualquier día, de cualquier tiempo ya pasado y a casi todas las horas del día. En un mínimo espacio de tiempo se han formado dos grupos de chavales. La pelota la trae quien tiene más cerca su casa y es quien ahora, se encuentra en medio de todos, pisándola con chulería; afirmándose como su único propietario y que la próxima vez, la traiga otro, que siempre le toca a él.
El tío José que regenta en el centro de la plaza un quiosco de planta cúbica, con un tejado de cinz que semeja una pirámide y en lo alto un adorno que bien pudiera ser una bola; una pelota; un globo sin cordel que lo sujete; una naranja y no un limón debido a su forma. Que cada cual escoja el parecido. El tío José sólo abre un pequeño mainel que le permite despachar su mercancía. Podría abrir otro cualquiera pero los tiene ocupados por unos reclamos que de forma permanente, mantiene los ojos de los niños abiertos como platos. Bastones de caramelo de muchos colores; regaliz negra y de color; tebeos; novelas de M.L. Estefanía ; soda; cigarrillos Ideales; picadura; Chester; LM; Pall-Mall; chicles de todo tipo y unos caramelos cuyo envoltorio se coleccionaba para formar una palabra que tenía que ver con el nombre del fabricante . Una vez completada, te entregaban a cambio, un llavero que representaba el escudo de un equipo de primera división. ¿No me puede dar la del Real Madrid?, mientra contempla entre sus manos la insignia del Hércules de Alicante. Es que no me queda Manolito. Había una letra, terrible letra que nunca salía, era la T en color rojo y diferente en tipo a las otras negras. Es cierto que falsifique firmas posibles e imposibles de padres y profesores, pero no recuerdo cuántas y cuántas veces falsifiqué la dichosa letra T roja. Para ello aprovechaba la letra I que borraba o eliminaba, con un algodón y lejía mezclada con un poco de agua para que no quemase tanto el papel, una vez seca y con tinta de color granate que vendían en pastillas, se hacía la fatídica letra T pero, sólo se entregaba a los amigos, no era cuestión de fastidiar el negocio al quiosquero. ¿Y del Atlético Bilbao?, el último lo llevó Germán. Es que el tío José nos conocía a todos, a todos, porque éramos los recaderos de nuestras respectivas madres. Y no te olvides de nada de lo que te he dicho y pide además, media docena de cebollas..., no mamá, pierde cuidado. Comenzaba la caminata hacia la tienda y en la mente cebollas, a ver si me dan la comida pronto, cebollas, para hacer rápido la digestión, cebollas, irme con los demás a la Malata, cebollas; ayer por poco se van sin mi, cebollas, y mira que los aviso, cebollas, tenemos la vela arreglada, cebollas, a ver si vamos hasta los castillos, cebolla, porque viento hay, cebollas. Llegado a la tienda, ante el gastado mostrador, soltaba lo de cebollas y el resto en blanco. Don Pedro o Luís intentando ayudar pero, era del todo imposible. De la Malata, del bote, si me acordaba perfectamente.
Pues a lo que íbamos, el tío José, cuando veía bien formados aquellos dos grupos, abandonaba presuroso el quiosco, colocaba contraventanas hacia el lado donde estábamos y a esperar que aquello terminase.
Carreras, golpe, gritos y más gritos, fuertes encontronazos, más gritos, la compasión no existe que es juego de hombres como alguien dijo hace unos días. Las porterías se representan por dos adoquines no muy alejados, que no hay porteros. A las dos horas los cuerpos se resienten, la respiración obliga a jadear, las manos a los muslos con el cuerpo inclinado. Alguien para poner la guinda, da una gran patada a la pelota que tras atravesar el cristal de una vivienda cercana, detiene su magnífico vuelo en el interior de su cocina. De nuevo se inician  las carreras locas, no hay que mirar atrás. Jaime regresa, su hermano pequeño al ver la estampida ha comenzado su decimosexto llanto del día.
Y usted don José, ¿no se fijó en quienes eran?-. Don José niega y niega con la cabeza. Fue todo tan rápido doña Emilia. En el fondo aprecia mucho a los chavales que ahora corren calle Hospital abajo, hacia los Cantones.
Sentados en uno de los banquillos cercano a la fuente, la mente trabaja y al poco, construyo un aparejo consistente en un bramante al que se ata un alfiler doblado en forma de anzuelo y en el que se coloca una miga de pan bien apretada, aunque mucho mejor la corteza. Aquel día, maldito día, inclinado en la fuente intentaba, hacía todo lo posible por pescar unos de aquellos enormes peces rojos o negros que la poblaban. Dicen que es insípida su carne a no ser para los chinos que les mezclan especias; pero la ilusión de tomar uno en las manos me podía. Aquel día, maldito día, un guardia municipal me sujetó de un brazo mientras extraía del bolsillo superior de la chaqueta un block, en el que fue escribiendo los datos y dirección que le decía.
Unos días más tarde -lo había olvidado- se presentó en casa un guardia municipal, muy educado según me dijo mi madre, para cobrar una multa de veinticinco pesetas, primera y última multa de mi vida, que recuerde.
Más tarde pensé en lo idiota que había sido diciéndole la dirección verdadera y no una falsa.
Quizás en el aire flotaban los consejos de mi abuelo: "Chalo, no mientas jamás".
Y así me fue abuelo, así me fue y me va.

Para los grandes amigos y compañeros que me ayudaron a vivir una infancia y juventud fantástica. No os nombro, es que sois muchos y de alguno me podía olvidar. Para el tío José que si lo hay, está en el cielo de tanto y tanto que nos aguantó.

jueves, 1 de julio de 2010

PERO TAMBIÉN, SOIS MUCHAS.












Escribo sobre la mujer de la prehistoria, a lo largo de la historia, toda la historia, hasta hoy, hasta este instante, porque una gran parte de las mujeres han sido y siguen siendo prehistoria.
No quiero generalizar, no es bueno, pero en la mayoría de los casos, continúan viviendo de forma y modo semejante a como vivían hace unos miles de años.
Es que el hombre sale temprano de "caza". Llega a la oficina y comenta a su camarada cazador, ¿has visto como viene hoy, la de la fotocopiadora?. Y el otro colega, para no ser menos responde ¿y la nueva?, las patorras que tiene... Será el único tema, a lo largo de la jornada.
En la cueva, la mujer prepara a los pequeños que acompañará hasta el colegio. Hace las camas mientras desayunan y limpia el polvo aunque para ello tenga que mover todos los muebles. Luego irá a cazar pequeños animales y a recoger frutas y hortalizas: - María, ponme un conejo, que sea bueno ¿eh?. Y le pone uno de tantos que ha estado despellejando toda la noche la mujer del granjero. -Y dame media de tomates, una escarola y..., pimientos que a mi marido le gustan-.
Tras una buena caminata, la mujer del cazador, ahora acompañada de los cuatro hijos ha llegado a la cueva. Recoge un tendal de ropa; que previamente, arrima a la cara comprobando que ya está seca. Pone otra lavadora, pela las patatas, coloca una sartén sobre el gas y a continuación zurze ocho pares de calcetines. Es que rompen tanto estos críos...
El cazador ha llegado un poco tarde, ya se sabe como lo lían los compañeros cuando van a tomar un vino. Come apurado, el sofá le espera. Que nadie le moleste. La mujer dormita cercana en una silla, tras haber enviado a los niños a su cuarto de juegos. El pequeño se acerca al padre, ¡mujer...! ese niño..., los mocos... Límpiaselos tu...A mi me da asco, alega el cazador.
Paséate por mi Galicia profunda, por la Asturias de Fabila y su oso, por las Hurdes, por el Sacromonte antes de que los güiris compren las cuevas, por santa Lucía en Cartagena, por los miles y miles de poblados gitanos, por los cientos de rumanos, por la cercana África, por la América de los pobres, por la Oceanía en donde exponen al público los primeros pobladores como si fuesen monos. Paséate y al final espero me digas si encuentras diferencias en cuanto al comportamiento del cazador macho y de la hembra prehistórica.
Y ¿qué me dices de los adelantos?.
Los adelantos los disfrutan unos cuantos. Los que ignoran el precio de la gasolina, los de las mejores suites de hoteles, los de los grandes barcos, los contrabandistas, traficantes de drogas y armas, políticos y no pienso en los cercanos, pienso en otros que habiendo sido destituídos salieron del país en avión y tras él ocho aviones más, cargados de riquezas, los que tienen su cueva en las plantas más altas de los rascacielos y abajo, la miseria, la pobreza, la prehistoria, coño; que se ve, que no hay diferencia alguna con nuestros antepasados, con aquellas tribus prehistóricas que pasaban el tiempo de asueto, dibujando en las irregulares paredes de su cueva mientras el humo y el olor a carne cruda lo cubría todo.
Pero la mujer avanza, va a la universidad, ocupan puestos...
Insisto en que no generalizo, no debo. Hay mujeres que por su valía o por haber nacido hija de... llega, pero por lo regular, las mujeres, con amplios estudios, cubren los puestos secundarios. Primero les miran su "buena estampa" porque una miope por muy inteligente que sea no entra, las de pura sangre siempre al lado del jefe que, a cualquier mamoneo que dice, hay que reírle la gracia, lo vistoso como un jarrón es lo que prima. Llegar a lo alto, le costará sudor y sangre amen de lo que el cazador quiera, y es que ya prepara a sus churumbeles que, aunque sean unos matados, tendrán su puesto en la administración.
Hay otras mujeres que van saliendo adelante con su trabajo. Las que en las televisiones muestran los pechos al tiempo que anuncian lavadoras, perdón, no las anuncian; la voz se la pondrá otra persona, tal vez una logopeda, una filóloga que está en la sombra porque no tiene el cuerpo de la que se ve en pantalla. Otras son obligadas a mostrar el trasero y moverlo a ritmo mientras anuncian cremayeras. Jamás he visto a un militar hacerlo y mira que es mucho lo que las emplean y las más, peleándose, poniéndose verde unas a otras con tal de salir en el papel cuché o del colorín, como ahora le llaman. Las menos, sobre una pasarela que gobierna un modista de modales exagerados, se disputan lo poco que tienen, la efímera belleza. Hasta la cocina, la gobierna el cazador, cientos de cazadores en cientos de cocinas, quienes sudan son las mujeres por mucho gorro blanco que les pongan; ellos sólo están para probar "inventos" que a mi, sinceramente, me importan un carajo; ¿por qué no se invierten los términos y son ellos los que van a los fogones a preparar los callos, el cocido, la paella para los noruegos que vienen a un simposium?. Que alguien me lo explique.
Mientras todas las mujeres no tiren de la misma soga, sin cansancio, en la misma dirección, seguirán en la prehistoria alabando las andanzas del "cazador".
No lo deseo, lo prometo.
Comenzar a tirar ya, con un par, como se dice ahora. Os ayudaré y habrá muchos más que ayudarán a tirar. Con el macho cazador, no contar, no son capaces y además no lo entienden.
Pero también, sois muchas, muchas más que ellos.
Para aquellas mujeres , que en el DNI os constaba como profesión: "Sus labores".

BOFETADAS