domingo, 2 de septiembre de 2012

LOS POLÍTICOS TAMBIÉN MUEREN






Si, mujer, como quieras mujer, que sí, que sí y ahora…, cuelga que tengo unos amigos desatendidos. A ver si llega el día en que en vez de amigos, sientan a mi lado unas buenas amigas, ¡qué tengo la mano corta y la cartera muy larga!. Buenos días presidente, simpático usted como siempre, que alegría encontrarnos en este lugar con tan gran grande historia. Yo también me alegro, amigo presidente…

Se aproximan elecciones. Se nota, porque los llamados políticos se ven y se mezclan al fin, con las gentes llegadas y otras más del cercano pueblo que les atienden. Y es que de vez en cuando, personas normales, de la calle; entregando un poco o mucho dinero para el partido, pueden sentarse y comer cerca de estos monstruos de la elegancia, del puro en el bolsillo superior de la chaqueta y del “usted no sabe con quién está hablando”.

Palmadas y palmaditas en la espalda, todo ello dependiendo de la amistad o admiración que se tenga al político, que no me des en la espalda te doy la mano, en el pescuezo no que me ha salido un grano, la mala sangre que ya se sabe; ¡venga un abrazo que tenía muchas ganas de verte!, ¿lo de tu hijo?, precisamente te lo iba decir, es lo primero que tengo encima de la mesa de todas maneras lo anoto no vaya ser que se me vaya, pero sí, sí que lo recuerdo y también recibí sus viandas y su champagne, exquisitos. ¡Hola señora!, ¿la atienden bien.?. Si, si, no se preocupe, a cama por persona vamos a poner en los hospitales. Y yo más le pondré, tres camas por familia, camas de matrimonio oiga. ¿Qué le diga mi nombre.?. Si aparezco continuamente en los periódicos… A donde vamos a llegar, que quiere le diga mi nombre si como decía el otro en la escuela, si soy conocido del uno al otro confín, creo, creo que era en aquello “El viejo y el mar” de Espronceda. ¡Bah!, uno que recuerda. Y por favor, ¡vótenos.!. ¿A qué hora se come en este monte?, ¿qué no han llegado las empanadas?, pues si no hay empanadas no como y eso que todos los días me llega una al despacho de Madrid. ¡Chaval!..., ¿han traído el orujo.?. Acuérdate de meterme en el coche cinco botellas, pero del bueno, no como la otra vez que sabía a guindas. ¿Qué eran guindas?. Vaya coño… También le abrazo, compañero y beso la mano de su querida esposa que hace tanto que no la veo, la mía bien, se ha tenido que quedar en la Capital para cuidar a su amante, ya lo sé, cosas de la vida y es que la esposa de su amante, también me cuida a mi cuando me sube la fiebre, ¡qué hay que ir con la juventud.!. Menos botellón, de todo aunque me cueste lo que me cueste, un montón de billetes pero…, como van y vienen. No, por dios, todavía no he probado la coca. Sí, me han dicho que quita años. No se preocupe, cuando me decida, me acordaré de usted. Otra palmada, otro abrazo, un a sus pies más, que no cansa y se ganan puntos… Bombas de palenque que inicia un recorrido que obliga a mirar a lo alto a la espera de una o muchas explosiones. Lo siento, lo siento y es que no llevo dinero encima; a ver si el escolta lleva y que le de unos cuantos euros de mi parte. De nada, de nada, no se merecen buen hombre, ¡joder!, y qué pesado el tío por unos miserables euros. Pues no, ahora mismo no te recuerdo, ¿el hijo de la tía Camila?. No caigo, no caigo…, ¡ah!, la de la fragua, ¡qué no!. Esta mala memoria para algunos nombres… Escríbame a Madrid y cuéntemelo, cuéntemelo todo a ver qué se puede hacer. Pienso que sí y es que somos los mejores. ¿Los dos jamones.?. Déselos a mi chófer pero avísele que no los toque.

Mañana a las once en punto, que en puntualidad no hay quien gane, los autos negros, cargados con sus blindajes y los cariños que han recibido, amén de lo que cada cual ha afanado, pondrán proa a la Capital. Las promesas irán quedando por el camino. Los paisaniños retrocederán al fondo del escalafón, hasta dentro de cuatro años.

Pero hoy, tocan celebraciones… ¡Dichoso teléfono, me dan ganas de tirarlo!. En el fondo, no pueden vivir sin mí y es que saben, que de mi boca no sale un ¡no!, recio y profundo. Claro que la mayoría de las cosas no las hago pero, es que no se puede estar a todo. Piensan que lo de la política es un paseo, ya los quisiera ver yo ocupando mi puesto, bueno, mi puesto no, el de la oposición que esos sí están todo el día con la barriga al sol.

¡Dios, qué ricos estos callos.!. Los hizo mi sobrina con la ayuda de mi esposa, señor presidente y yo los he removido para que no se pegasen a la pota. Felicítela de mi parte, es que ahora no llevo suelto, a ver si le queda a alguno de mis escoltas y le den algo. No, si no quiero dinero... ¡Usted es tonto, entonces.!.

El orujo está, superlativo, a ver si me acuerdo de meter unas cuantas botellas en el coche, mejor, unas cajas para que dure y poder invitar, es que está de muerte, ¿y el aroma?..., que lo llena todo. Bueno para hacer amigos que interesan y que uno no sabe de dónde salen tantos cuando se entra en política que en política no entra cualquiera, solamente es para personal altamente cualificado. Al menos es lo que me enseñaron en el partido, aunque ahora, ya ve, elecciones anticipadas…. ¡Pero qué buenos están estos callos!. Hace años que no los comía tan ricos. Están mejor que mi mujer que si la quitan de sus potingues y sus trapitos, que le dice, no se queda en nada. ¡Chiiiiiiiissss!, mientras se lleva el dedo índice a los labios el portugués que tiene frente por frente, que se le escucha todo y luego se habla. ¡Me importa un carajo! se crece ante el portugués que calla y agacha la cabeza. Pues claro que sigo con la Amparito, le he puesto un chalecito cercano a Cercedilla que es un primor y es que el amor conviene que para unas cosas esté cerca y para otras alejado, que dijo el cura del congreso. Se las sabe todas, tanto seminario sin hembra, que tan pronto les dejan salir, suben por las paredes, sabe usted. Sí, sí, chavalín, échame más callos que están de vicio, sí, un cucharón me llega, bueno, bueno, mejor dos que bien caben en esta panza que el Señor me ha regalado. Cuando estoy borracho le digo alforja y es que cuando llegué a la política, apenas pesaba cincuenta quilos pero, tantas y tantas comidas de trabajo y cenas por mi cuenta, sin olvidar los putiferios que el alcohol es bien sabido estira la piel. Las barras americanas hasta las tantas de la madrugada pensando sería una buena manera de quitar grasa pero, ni se le ocurra, se engorda mucho más y es que no sé qué coño le echan al güisqui. A ver si un día de estos me acerco al gimnasio. Que no es la primera vez, me acerco y me voy al ver tanta cantidad de aparatos y culitos que pedalean en las bicicletas. No, no, por favor, los de los hombres, de momento no me interesan, nadie puede decir de esta agua no beberé, que hay que ser realistas en esta vida, no sé en la otra. ¡Joder qué callos!, es alimento de los cielos. Me dicen que a continuación carne asada, perdices, lechones…, que hay que comer de todo, que es obligación hacerlo, para que digan que la vida del político es fácil y además, siempre sobra comida que luego se llevan los pobres y no tan pobres pero digo, que todos tenemos derecho a sentarnos a la mesa y los pobres también. Pues claro. ¿Hay pimientos de Padrón.?. No sabía que tienen temporada, que fuera de ella pican, ¡pues que piquen ¡,¡ que sí hay!, póngamelos en un buen plato. Dichoso teléfono… Si, presidente, perfecto todo y es bien sabido que eres único reuniéndonos alrededor de un gran banquete, que en este lo has bordado. Gracias, gracias, presidente, lo tendré en cuenta. Pues claro que estás en el pensamiento del pueblo. Ya sé, ya sé que se trata del populacho pero poco a poco van viendo que somos los mejores, mejores porque tu nos guías.

En el horizonte nubarrones negros como la falsedad, amenazan. Horror en lo alto, tanto, que hasta el sol se ha ocultado. Todo va quedando en penumbra, como queda Galicia a la llegada de los temporales que hasta los cuervos en lo alto abaten las alas, las pegan al cuerpo y se dejan caer para pronto llegar a tierra buscando refugio cerca de la pequeña ermita, donde la campana suena constantemente porque el viento juega con ella.

Me ha caído una gota se escucha al final de la gran mesa. Y a mi otra, otra más. Llueve agua menuda, miudiña que le decimos.

Se inician las carreras en busca de resguardo, los coches son buen lugar y además uno puede escuchar música. Los más inician la carrera hacia el interior del templo donde los frailes sonrientes los esperan con toallas limpias en las manos. Presidente, presidente, corra hacia aquí, no se vaya por la lameira. Y hacia ahí llega con zapatos y bajos de pantalón llenos de barro.

Bajo el inmenso temporal, nuestro político va recogiendo por las mesas las cajas de puros Partagás que han quedado sin abrir; son tan caros los favores, cuesta tanto alimentarlos… Está empapado pero quien ríe último reirá mejor, piensa. Regresa a la primera mesa en dirección a la gran pota de callos, mira su interior, está llena, le echa mano y camina hacia el automóvil. De repente, un relámpago o rayo traidor golpea la marmita produciendo daños colaterales terribles

En Madrid, en el partido, empujones y codazos a la orden del día, que se dice, zancadillas, chivatazos, trampas y es que al fin, ha quedado libre un escaño que ocupará como siempre sucede, no el más listo, el más inteligente sino el que más amistades tenga, el de más enchufe que se dijo siempre.

Mi amigo Juanjo, al que hace poco le han diagnosticado un glaucoma, sólo en su habitación escucha Handel mientras roto de dolor piensa que ya no podrá acercarse a un microscopio para continuar con sus investigaciones.

Quizás si hubiese sido político.


BOFETADAS