viernes, 29 de mayo de 2009

FLORENCIA






Hermosa la llegada a Florencia. La estación, semeja una catedral con arcadas ojivales y vidrieras de colores. A los pocos minutos de caminar por sus calles, uno siente en el espíritu, la emoción dejada por artistas que flota en el ambiente y es que al mirarla, parece que se hojea una guía de esta ciudad que rivaliza en belleza con Roma.
La Edad Media y el Renacimiento subsisten en el ambiente, en sus calles, en sus plazas; no así en las afueras que ya son calles modernas, anchos bulevares con palacios hechos por contratas que parecen cajas de bombones y, hasta la estatua de Victor Manuel, esa eterna figura de cocinero panzudo con traje de general que en Italia se puede ver en cualquier pueblo o aldea. Pero la ciudad en su parte antigua, es casi igual que aquella en que güelfos y gibelinos se cascaban los piojos discutiendo y zurrándose por si el Papa era más guapo que el emperador, o viceversa.
En cada calle palacios de la antigua nobleza florentina; gigantescos dados de tostada piedra flanqueados por esbeltas torrecillas y perforados por triple fila de ventanas ovales. Dentro, están el lujo en los vastos salones de techo dorado y pavimento de mármol verde, con las paredes cubiertas de frescos y los rincones atestados de obras de arte, en las que el cincel de Cellini o Donatello resucitaron la belleza del paganismo con interminables cortejos de ninfas y sátiros, nereidas y tritones. Aún se pueden ver sobre los muros de los palacios, filas de labradas argollas que sostenían las antorchas en noches de fiesta y baile, pero también es fácil distinguir en esas fachadas agujeros y desmoronamientos de los asaltos sufridos. Sobre esos libros de piedra, que han de subsistir muchos siglos, se puede leer toda la historia de la revoltosa nobleza florentina, dividida en dos bandos, que en Santa María dei Fiori interrumpía la misa mayor, volcaba el cáliz para dar de puñaladas a los hermanos Médicis o asistían a los bailes llevando la armadura baja la toga de seda, para en lo más animado de la fiesta, tirar de espadas y bautizar con sangre cualquier anterior afrenta.
Ésta dicen, es la ciudad mas hermosa del mundo -me quedo con Praga-, y la que más crímenes guarda ocultos en sus palacios. De todos sus hijos ilustres Maquiavelo que, semejante a su ciudad, tras su seductora sonrisa ocultaba los más atroces pensamientos.
De éste maravilloso lugar, siempre en combustión como la cresta de un volcán, salieron Vasari y Giotto padres de la pintura con cuadros muy hermosos, mientras el resto del mundo aún no conocía el dibujo; Orcagno y Brunelleschi arquitectos; Pisano, Cellini y Donatello magníficos escultores,; Bocaccio, Américo Vespucio y para aumentar el listado en el que muchos faltan porque mi memoria no me permite ahondar más y no quiero forzarla; Dante, Miguel Ángel, el gran y completo Leonardo, Galileo y cito también, la plaza de la Señoría que me aturdió, que me tuvo cautivo ante la colosal fuente de Hércules y cerca, Cosme Médicis a caballo. En esa plaza, mientras mis compañeros visitaban otros lugares, permanecí mucho tiempo entre desnudas Sabinas y el gallardo Perseo de Cellini que alfange en mano corta la cabeza de la Medusa; Hércules y Caco, una copia magnífica del David que de tanto mirarlo, he llegado a creer que llegamos a discutir sobre en qué lugar debía tirar la pedrada para hacer más daño al gigante Goliat; el rapto de las Sabinas de Juan de Bolonia, la Judith de Donatello y tantas esculturas que me rodeaban que en estos momentos no quiero recordar por no sentir de nuevo el síndrome de Stendhall.
No he puesto intención ni interés alguno en buscar la belleza, me ha llegado continuamente y me he dejado ir, sin prisas, poco a poco para no empacharme más de lo que ya estaba al pasear las calles que Florencia ponía ante mis sentidos y a pesar de los terribles días de calor pasados, en donde ni la sombra ayudaba, al estar en medio de tanta belleza el cuerpo dejaba de sentir y era el alma quien tomaba las riendas, quien se martirizaba. Jamás pensé que lo bello pudiese causar tanto dolor.
Caminaba por otros lugares perseguido por los potentes toques de campanas que te aplastaban contra el suelo,me sentía un mínimo ser en medio de tanta grandeza, de tanto mármol tan bien trabajado y miraba a las gentes también admiradas de tanta hermosura y hasta el mercadillo, inmenso mar de toldos en las inmediaciones de San Lorenzo, funcionaba perfectamente y sintonizaba con las obras de arte que le rodeaban y en donde los negros, grandes negociantes, por una vez o varias desplumaban a los blancos entre risas y palmadas en la espalda. Por todas partes cámaras de fotos -que gran invento lo digital-, y así, admirándolo todo, mi mente constantemente quería volver a la plaza de la Señoría y siendo persona tranquila, hasta fui capaz de afear la conducta de un ignorante catalán que a unas niñas italianas, les hablaba de su separatismo de una España miserable.
Estoy seguro de que quedarás Florencia en mi memoria, memoria de viejo que de momento recuerda todo lo bueno -no quiero ni jamás he querido que lo malo ocupe lugar en mi reseco cerebro-, porque han sido muchas las emociones que he sentido. Incluso, me he visto sumido en el pasado, sentí el roce de una daga oculta y el sonido de los pesados y recios ropajes de aquellas gentes que hicieron posible el Renacimiento y que en momentos caminaron a mi lado.
No es la primera vez que me ha ocurrido. En Praga también me acompañaron y pueden acompañar a cualquiera que lo intente, únicamente hay que concentrarse, desearlo y creer. Todo consiste en creer.

jueves, 28 de mayo de 2009

VENECIA, ESA BELLA SIGNORA






Camino por las sombrías y estrechas calles de Venecia. Unos grandes aleros cubren al visitante que aprecia y disfruta de unos rayos de sol que se filtran e ilumina rincones maravillosos. Es una luz tenue, la misma que en los atardeceres penetra en las encrucijadas calles árabes de Andalucía, de Segovia, de Toledo de tantos y tantos lugares que gentes del sur ocuparon y engrandecieron. Es entonces, cuando los viejos sentados a la entrada de cualquier casa, recuerdan tiempos pasados que aseguran, han sido mejores que los actuales, es lógico, en aquellos tiempos podían correr tras alguna bella mujer; hoy, amarrados a una silla es del todo natural, que la vida ya no la llevemos tan bien.
Cada veinte pasos, sale a mi encuentro un nuevo canal y por él, es raro que no discurra una góndola, único vehículo que altanero y en silencio, como para no molestar al amor, se desliza suave entre paredes húmedas de mármol o ladrillo rojo. Las familias pudientes, que las hay, tienen góndolas elegantes, charoladas, con un par de remeros vestidos a rayas de cintura hacia el cuello y sobre la cabeza un sombrero tipo cordobés, de paja con una cinta por lo regular azul o roja que como diría un modisto, "graciosa ella, que aletea al viento".
Dejando los alegres y ruidosos cafés de san Marcos, bajando a la ribera de los Esclavones, uno se siente atraído por la larga fila de góndolas que, con el arpón de proa sobre la acera se mecen con dulzura, como si hablasen unas con otras y asintieran a cada frase. Pero una vez las ponen en marcha, la esbelta lanzadera comienza a navegar impulsada por el largo remo que con fuerza sujeta el gondolero, sin más ruído que el chap-chap de la movible pala y el ohé! que lanza el barquero al doblar cada esquina para evitar encontronazos.
Es tan hermoso, que al paso de una góndola ocupada por cuatro señoras, canté con todas mis fuerzas un "Chao, chao, bambinas.....", que las mujeres, creyendo que aquello formaba parte del "programa", admiradas, alguna de ellas, aplaudió levemente ante tan mal canto del todo incompleto.
Desfilo lentamente por esa Venecia oscura, casi negra, dormida por la caricia del agua permitiendo fantásticos reflejos, desesperación de algún que otro artista que intenta y hasta consigue reproducirlos con un pincel. Confieso que tuve envidia al verlos trabajar en silencio, olvidados, en soledad rodeados de mirones que no ven, inmersos en sensaciones que produce tan difícil oficio cual es, llenar un lienzo -no importa el tamaño- de armonías que funcionan unas con las otras.
Me rodearon interminables palacios a lo largo del canal por el que transito a bordo del vaporeto que, por más que lo intento, no consigo conocer a que persona o personas tenía que abonar el coste del viaje. Lo mismo sucede en los buses que nos trasladaban atestados de gente;ya que, si no puedes acceder a la máquina que "pica" los billetes y ningún revisor aparece por el lugar, aquel billete te servirá para otra vez y más. Caso que llegase el controlador y no lo llevases "picado", la sanción será ínfima.
El gran Canal es magnífico, ancho, ocupado constantemente por canoas, barcos de pequeño porte, de gran porte, trasatlánticos acompañados siempre por remolcadores. Es un enjambre de embarcaciones que se cruzan, navegan en paralelo, babor y estribor no existen y en lo alto, viendo el discurrir de la vida, creo ver a Wagner que habiendo llegado en busca de reposo, golpea el alfeizar de la ventana cabreado mientras escribe los "Nibelungos". Cerca, entornados los ojos porque el sol molesta, un inglés conquistador de mil mujeres, desalmado calavera, reidor de féminas y al que llaman Lord Byron compone los versos de su gran obra "Don Juan". Otros muchos artistas suspiran o trabajan, entornadas las contraventanas porque es mucho el ruído que hay sobre el agua.
Venecia, al igual que el resto de las ciudades también tuvo su historia, mala historia. Y si durante el absolutismo de Austrias y Borbones, al levantarse cada español pensaba en el Santo Oficio, rumiando el espantoso dilema de "quemar o ser quemado"; en caso semejante se encontraban los venecianos que durante nueve largos siglos, gracias a la paternal tutela de los Consejos que funcionaban en el palacio de los Dogas, había que denunciar o ser denunciados; y por ello, a gran cantidad de esbirros o espías pagaba el misterioso Consejo de los Diez. Esbirros a los que bastaba una simple mirada para "conocer" lo que otros hablaban en la distancia.
Me han dicho que la costumbre de estar los venecianos unos pendientes de los otros, aún pervive, que no se pierde, aunque ya no tenga las funestas consecuencias que en otro tiempo tuvieron.
El sol va cayendo, subimos a la embarcación en la que nadie nos dice a quien o donde tenemos que abonar el trayecto, un fuerte bandazo y proa a la plaza de Roma. A ambos lados, palacios muy hermosos. La estela de la embarcación, nos va señalando en donde queda san Marcos. Nadie habla. Nadie quiere romper esos momento de gran belleza.
Tiépolo, Sargent, Monet, la están pintando.

miércoles, 27 de mayo de 2009

CALOR EN ITALIA






Ya en Ferrol, me viene a la memoria parte de un cuento que nos leían o leía de niño: "Ya estamos en casa, señor gracias mil; a ver lo que pasa, encendez el candil" y al iluminar la habitación, vieron los enanitos una muchacha sobre sus camas que previamente había unido. Lo que ocurrió luego..., hay muchas versiones y no son horas de discutirlas.
Digo que ya estamos en casa porque, a lo largo de mi vida, he caminado por aldeas, pueblos, ciudades y algún que otro desierto africano y, debido a ello, recuerdo bien como apretaban aquellas calores. Pero para nuestra mala o buena suerte -que de todo hay-, alguien a mala leche abrió la puerta del horno de África y de él salieron temperaturas altas, muy altas que cogieron de lleno a los que inocentes, caminábamos y pisábamos losas ardientes, al norte de Italia.
Nosotros, o al menos yo; acostumbrado al clima suave, benigno, casi de biberón y abanico de madre, al encontrarme en medio de aquella caldera, sentí una imperiosa necesidad de meter y meter líquidos y magníficos helados en el estómago, intentando sobrevivir a algo que únicamente la lluvia o nieve hubiesen podido conseguir.
Ya no son los quince, dieciséis años de antaño; ya no son aquellos partidillos con una pelota en pleno estío y, es cierto, la edad no perdona, te va dejando sin fuerzas, sin defensas por mucho que hagas gimnasia al levantarte, con la ventana abierta, tal como el médico te ha indicado; porque lo único que se puede conseguir, es ir encogiéndote tanto y tanto que al final, pueden confundirte con un recién nacido o dos. De ahí lo de los viejos, dos veces niños, porque dan la "lata pidiendo" y porque siempre molestan; que al final, es lo que prima.
En una ocasión, dice el profeta Paltemoniotes, en su versículo 465, opus 10; que Dios envió a un ángel disfrazado al infierno, para que de regreso, le contase cuánta calor hacía en ese lugar. Así lo hizo y lo que sucedió a continuación, es que jamás pudo informar a su Señor; ya que, era tanta la calor que las alas le ardieron y sin alas.... jamás pudo subir a los cielos. Se sabe, que anda vagabundeando por las esquinas del averno, donde menos calor hace, intentando le crezcan las alas y volver a tener aquel bello y limpio plumaje ya que, siendo tan bello, todos los diablos, sin excepción, le tiran los tejos.
Estos días al menos en el norte de Italia, estoy seguro que ni los ángeles se acercarán, so pena de quedarse sin alas ya que es demasiado el "caldo" que abrasa durante las horas en que nos vemos obligados a caminar porque a las cuatro de la tarde se cerraran los comercios, cuando una campana así lo anuncie.
Es ir de chiringuito a chiringuito por el mercadillo de San Lorenzo, en donde algún que otro negro ya me conoce, avanzando y bebiendo, sin una mínima corriente de aire que prometo, buscamos. Caminas mirándolo todo sin ver nada, hablando al menos yo, un italiano que si me sale bien pero que nadie me entiende, porque la gran dificultad que me supone el concentrarme a no ser, en el interior de cualquier iglesia, oscura como todas las iglesias, fresca como todas las iglesias pequeñas porque las grandes, las catedrales ya no son frescas, van recogiendo la temperatura que sueltan miles y miles de personas que a lo largo del día las visitan y sin querer, se convierten en hornos.
Luego al atardecer, la vida vuelve a la vida, los olores, las risas, las prisas que son muchas sin rumbo fijo y, para los rezagados, para aquellos que continúan anclados en las horas tempranas de la tarde, son las campanas, enormes campanas con sus graves y potentes sonidos del Duomo, quienes los despiertan y vuelven al mundo. Es ahora cuando las gentes caminan perezosas, la cara alta porque el sol ya no molesta; las manos señalan, las bocas hablan, todos hablan sobre cualquier piedra que sobresale de una marmolea pared, o de una imagen que maldita tengo idea de quien puede ser y que pregunto a la guía qué quién es ese pájaro, y me responde que ella no ve ningún pájaro y dónde está el pájaro y qué pájaro y le digo bah, déjalo y me contesta que es un gran artista como lo fue Leonardo en Florencia y le digo que bueno, que es admirable que así sea y me mira con cara de mala leche y me da igual porque no la voy a ver más. Con anterioridad ya nos miró mal a todo el grupo, y es que me he encontrado con la gente más orgullosa, imbécil, prepotente que hace tiempo no descubría. Incluyo a mujeres, hombres, carabineros y policías municipales; maleducados hasta la médula. Los jóvenes, a los que siempre se critica, fueron unos verdaderos caballeros en sus respuestas, en sus señalizaciones y en sus sonrisas al responder a una simple pregunta. Espero y deseo que crezcan libres y no tomen ejemplo de los que les llevan algunos años.
Y bajo la calor, insufrible calor encuentro una sombra en la esquina de un canal de Venecia y allí espero y miro; son tan bellos los contrastes que quiero grabarlos en mi mente para más tarde al menos, intentar dibujarlo en la habitación del hotel mientras tarareo: " Que profunda emoción, recordar el ayer, cuando todo en Venecia me hablaba de ti, el sereno canal...."
Al anochecer el aire se hace tibio, hay un cierto olor a caramelo, a pastel casero y niños alrededor de la mesa. Hay una distancia a Galicia y si en un principio pude sentir ante tanta belleza el síndrome de Stendhall, es ahora cuando noto que aparece un tanto la morriña. Siempre me sucede. Es costumbre. Es falta de abrigo.
PD/ Me despedí apurado de una joven y conocedora guía en San Gimignano -creo que lo he escrito bien- y es para dejarle mi dirección: chviter@hotmail.com

sábado, 16 de mayo de 2009

QUÉ DIFICIL OFICIO CUANDO SE COMIENZA.






Me quedó grabado en el pequeño cerebro que llevo, el intento de dibujar siendo muy crío, a Caperucita y el lobo. La cabeza del animal se me resistía por más que lo intentaba. Pedí ayuda a mi madre que en un momento me lo solucionó porque, además de dibujar bien, lo veía de otra forma, lo veía como parte de un todo en aquel dibujo de un libro de cuentos, mientras yo, lo veía como una parte independiente sin pertenecer a un conjunto. Me lo explicó, y jamás creo, volví a pedirle ayuda en ese sentido.
Ahí es donde suelen comenzar a fallar los que comienzan. Lo esencial, es ENCAJAR con unas líneas apenas visibles el lugar que pensamos va a ocupar el tema y si es así, entonces comenzar de menos a más con suavidad. Las sombras tienen que ir subiendo poco a poco para no desentonar, poco a poco, poco a poco saltando de un lugar a otro con el lápiz. Separando el dibujo de nuestros ojos, todo lo que da el brazo. Constantemente. Entornando los ojos al mirar el tema para saturar las sombras, ¿lo veis mejor?.
Con la técnica de la pintura al pastel:
-- Debe ser realizada en caballete, pintando sobre una superficie rígida, colocada esa superficie, vertical.
-- El pastel es una pintura del tipo cubriente, es decir, que pueden pintarse con colores claros, zonas oscuras que al final serán tapadas.Con la acuarela sucede lo contrario.
-- Para pintar y manchar con amplios trazos, se toma un trocito de pastel con el dedo pulgar, el índice y el medio, aplicándolo PLANO sobre el dibujo. Para trazar líneas, se coge el trocito como si fuera un cabo de lápiz a la manera corriente.
--Para BORRAR, rectificar o rehacer, - no hacerlo con una goma, jamás -se utiliza un algodón o un trozo de tela vieja pero limpia. PROHIBIDA LA GOMA DE BORRAR.
-- Las pintura debe trabajarse indistintamente con difuminados y con trazos directos, sin insistencias en los mismos lugares. Mover el color continuamente, que no haya planos continuos del mismo tono y color.
-- El difuminado debe hacerse con los dedos, limpios al cambiar de color, para que no se ensucie el nuevo color..
Las mezclas pueden lograrse con fusión de dos o más colores y también por interposición de trazos entrecruzados, yuxtapuestos, etc, pintados directamente o sobre una zona difuminada.
En lo posible deben pintarse los tonos del modelo con los colores ya hechos-los de la caja- SIN RECURRIR A MEZCLAS.
-- El mínimo de colores a usar son 18. Maestros usan 36 ó incluso 48. Cuantos más mucho mejor.
-- De cuando en cuando es necesario sacudir el polvillo sobrante.
--El pastel, no debe ser fijado. Al enmarcarlo usar un cristal, debe estar ligeramente separado de la superficie pintada.
Creo que no se necesita más. Así de simple, en principio.
Alguna vez que me han preguntado; no he dicho a chavales o mayores que tal cosa está mal, la otra también y la de más allá no vale.Siempre los animé mucho y, les ayudé porque comenzaban. El va muy bien siempre estaba en mi, al tiempo que les iba corrigiendo, sin enfados, metiéndoles el gusanillo del dibujo en el cuerpo. Yo no era mejor ni ellos los peores. Trabajábamos. Cuando eso sucedía, me sentaba a su lado, se lo hacía ver dibujándoselo una y mil veces, que no se me caían los anillos. En la distancia, puedo corregir a Picasso, a Lautrec, al mismo Leonardo y a quien me venga en gana. Cualquiera que pinte, cuando enseñe, debe quitar de la cabeza esa corona que "piensa" le otorgó el Olimpo. Que no, que no tiene, que no tenemos nada y para mas inri, hasta morimos todos.
La pintura es machaconería y nada más. Acudir a todas las exposiciones de arte, los cuadros son como libros abiertos. También un poco, el saber ver que con ello se aprende. También les enseñaba a medir las distancias con un lápiz en la mano. Hay muchas formas de hacerlo para que salga bien. No se puede dibujar o pintar la figura humana, sin tener un mínimo o un máximo conocimiento de la anatomía; qué músculos están trabajando mientras los otros permanecen estáticos y en qué lugares hay músculos. Cómo se mide un cuerpo en posición normal o en escorzo. Si eso no se conoce, no debemos de avanzar tan rápido como queremos. La paciencia debe acompañar siempre y el no separar una y un millón de veces, los ojos del motivo, continuamente al motivo, al papel, al motivo, al papel, al motivo, al papel....siempre, sin descanso, ya que, hay que dibujar lo que se ve y no lo que queremos que se vea.
Un muñeco articulado de esos que se venden de madera o plástico, son la base fundamental para aprender proporciones, proporciones que no tendrán más adelante efecto, si consigue uno desdibujar pero ¡ojo!, sabemos perfectamente quien lo hace bien y quien lo hace mal.
Lo que digo, es que el profesor no debe convertirse nunca en un mirón, debe de intervenir, de tomar parte amable en la enseñanza: eso está mal....., lo tienes que hacer un poco mejor, sólo un poco -con una sonrisa-, pero, si no se le dice cómo hay que hacerlo....,mal oficio aprendemos.
He conocido gente, que dibujaba bien, pero, desconocía el comportamiento de los distintos lápices que hay en el comercio. Por no conocer no conocían ni la sanguina, ni las barritas de carbón, ni las minas blandas hasta el num. 6 y más, ni tan siquiera el Flow Master. Cada uno se debe adaptar a lo que mejor le vaya, todo se lo imponemos; el dichoso lápiz del numero 2 que no vale para nada es lo primero que cae en sus manos y ahí permanece hasta que aborrece lo que hace y lo deja. Hay miles de lápices de los que, cada uno tiene una función,duros, menos duros, los que llegan al negro puro.... por eso hay tantos y tantos. Debemos conocer la utilidad al menos de algunos.
Sobre el color.... práctica. Mezclas sencillas, mezclas complejas. Que son los complementarios y suplementarios y cómo funcionan, contrastes, modificar los colores adyacentes y no el principal. Formar un color de forma simple y sencilla.
Si eso no se enseña.... el dibujar, el pintar, es pegar palos a la pared, como los podía pegar alguna persona ciega. Prometo que cuando hago un color no estoy pensando con éste y ese sale tal color... con el otro añadido sale... tal. Mezclo y sale. ¿Que no?. Escribo a máquina con todos los dedos; no me preguntéis en donde se encuentra tal o cual letra que no lo sé. Con el color es igual, para todos.
Este oficio es terriblemente duro. Lo hay que mamar poco a poco y es por eso que pocos llegan. Es oficio de estudiosos, es muy complejo. No todo el mundo puede enseñar. Para enseñar, primero hubo que aprender y se aprende en Universidades o con gente magnífica, que la hay, y máxime en Ferrol; pero hoy...... yo expuse en tal bar...., en tal casa de comidas, en el mercado....Iba a decir más sitios pero me callo. Con ello, se creen aptos para comenzar la enseñanza. Y es que en el pais de los tuertos....
Que el mundo os coja confesados. Así veo lo que voy viendo. Y callo, porque ganas de gritar, si tengo.
Mi antiguo perro, lo he pasado de una foto a algo parecido al pastel. Me lo han pedido y es lo que me lleva a escribir hoy. Todo es ponerse.

lunes, 11 de mayo de 2009

UN MÍNIMO BICHO AL QUE LLAMAN VIRUS.






No comprendo como pudo suceder y menos, esperaba tal e inaudito resultado. Veréis, un grupo dentro de unos grandes almacenes, rodeamos a una persona que maneja una pantalla de ordenador Touch, es decir, se cambian los programas tocando con un dedo en la pantalla, arrastrando los archivos o imágenes de un lugar a otro. Lo que veo, me está llevando la vida o media vida, de momento.
De súbito estornudo sin darle importancia a tal hecho y a continuación me llega un segundo y último que no puedo evitar. Al alzar la cabeza observo, que me he quedado sólo ante la magnífica pantalla, pantalla con la que juego en solitario, mientras varias personas a lo lejos me observan desconfiadas. Del todo cómico. Por un par de estornudos.
Hace unos días y como siempre hacemos antes de entrar en clase, el grupo charla de una y mil cosas. Aparece subiendo las escaleras un compañero al que esperamos y al que rodeamos, para que nos cuente en donde ha estado esos días que ha faltado. Toma aliento, nos mira y sin sopesar las consecuencias, dispara que ha estado en la Riviera Maya, y que acaba de llegar. De inmediato, el círculo se ha abierto y todos o casi todos lo miran desde lejos, permitiendo que me cuente lo bien que lo ha pasado buceando entre infinitos peces, subiendo a las montañas, observando tantas y tantas maravillas. Antes, fue una estampida. Si en el centro cae un obús, estoy seguro de que el alejamiento no sería tan rápido, en esta ocasión, lo han bordado.
No hay aviones hacia México desde algunas naciones. No hay aviones desde México a cualquiera de esas naciones. Los aeropuertos como manicomios, nadie entiende a nadie.
En Japón, todos los ocupantes de un hotel, han permanecido en cuarentena; entre ellos varios españoles que no conocerán la ciudad, pero el edificio, al dedillo. Cuando al fin ven la luz de la calle, cantan locos de alegría por haber salido del encierro. Espero que más tarde,algún día cuando escuchen en la tele o lean en un periódico, una noticia relativa a una persona que han metido tres años en la cárcel por robar, recuerden y al menos no digan que es muy poco tiempo de encierro.
En Egipto, para demostrar el gobierno que es responsable, indica a los pobres porcicultores que maten los pocos cerdos que tienen para sobrevivir, porque además de "responsables" tienen todo el poder. Su lema antes de llegar a la "poltrona" era el de decir con gran aspaviento, que el poder está en el pueblo, ¿dónde?,¿lo han visto?, ¡cómo y cuánto abusan!. Con el Jabugo, casi, casi nos queman y mira que han pasado penalidades sus productores a lo largo de la historia. No me olvido de los vaqueros, de los criadores de gallinas, de conejos y hasta creo que de palomas mensajeras, el caso es dar el coñazo, ¡¡rock and roll!!. Ante una gran desgracia, comencemos curándonos en salud con las pequeñas desgracias. (Ganimenox Jr., Opus 37, Ver. 10).
En otros lugares, en el resto del mundo, más de más o menos de más, según les llegaran las noticias. Por eso en la gran África, siguen con sus cosas, con lo de siempre que es decir con el tam-tam, porque la radio o la tele no llega a la selva. Si apenas llega a Doniños....
¿Qué ha sucedido para que millones de personas anden alborotadas?, ¿a qué tanta máscara sobre el rostro?. A mi no me la dieron con lo de la gripe asiática en que casi todos los alumnos del Insti cayeron como moscas. No iba a clase, pero por la puerta sí pasaba; bien me pudieron dar una máscara aunque fuese rosa.
Las máscaras son negocios para los fabricantes y hay que comprarlas del número 90,95 ó 100 que son las más tupidas. No me gustaría entrar en un banco con una bolsa de deportes y sobre la cara una máscara verde o negra. O roja que oculta la sangre, la disimula si un vigilante novato, sin tan siquiera preguntar tira del colt, dispara y te mete una bala en todo el pecho, rompiéndotelo.
Hay gente en los foros, que no se le ocurre mejor cosa que decir que todo ello es una aproximación al fin del mundo, que somos muy pecadores, que la virgen lleva mucho tiempo avisándonos por medio de pastorcillos- jamás a pescadores en alta mar-. Cualquier fabricante de productos, para que se consuman, si tal no se hace, ocurrirán grandes desgracias; la falta de ozono para que compren los paneles solares y los molinillos que tanto me cabrean en los montes, cuando hago fotografías. Tal o cual semilla porque produce cáncer o deja ciego, a fin de que se compren las del vecino; huevos y verduras ecológicos, cuidados con mimo y paciencia aunque la central térmica por la noche lo riegue todo con ácidos de azufre y todo lo que largan por esas alta chimeneas, que más da.
No habrá desgracias, lo puedo garantizar de la misma manera que los demás confirman que si las habrá. Sale el sol, sigue lloviendo, suben y bajan las mareas, nos reímos, algunos envejecemos. No romperos la cabeza, la vida sigue igual (Julio, bis 44, Benidorm 165).
Y todo ello, tiene por culpable a un virus, una puñetera y mínima criatura que sólo se puede ver con la ayuda de un microscopio. Un mínimo ser, cabroncete él, que ha modificado el comportamiento del mundo en que vivimos y que sigue haciéndolo. Una mierda de bicho que paraliza los hospitales, las comunicaciones, el trabajo diario, ¿ es tan trepa?, ¿es posible que suceda?. Ya veis que si lo es. Si fuera un poquito más grande, un poco nada más, podríamos adoptarlo como mascota, la tendríamos controlada pero no, el único que lo muestra es un microscopio. Es feo, lo vi y es muy feo.
Apenas he "tragado" películas futuristas, por increíble que me parece todo su contenido. Poco a poco estoy comenzando a comprender que hay mentes que, al igual que antes lo hizo Julio Verne, nos están mostrando escenas posibles de ocurrir en un tiempo lejano o no tanto.
Si un pequeño y maldito virus pone en jaque a todas las naciones, las pone en pie de guerra y nunca mejor dicho, que sucedería si la glaciación fuese llegando a la altura de Paris....
Las playas del Mediterráneo iban a estar a tope.
Me pido las de Pafos en Chipre. Por algo vino al mundo en ese lugar, Afrodita.
Aunque pensándolo bien la Carla del francés.....

BOFETADAS