sábado, 10 de julio de 2010

PAUL, EL PULPO.














                                                                                                                                                                 El pulpo gallego, de rocas en donde crecen los mejillones, lapas, algas de todo tipo que también le gustan, siempre ha tenido una merecida fama, fama que ya viene de tiempos remotos cuando, finalizada su estancia en los múltiples secaderos de las zonas costeras gallegas, al igual que los congrios; eran alimentos que se conservaban muy bien, sin pensar aquellas gentes que los congeladores y frigoríficos todavía permanecían en la distancia, que viene a ser lo mismo que decir, nadie se había molestado en inventarlos. A lo más una caja de madera con una tupida rejilla que hacía las funciones de puerta al tiempo que evitaba la entrada de insectos en aquel contendor de nombre fresquera y, en donde algunos alimentos perecederos se guardaban cerca de una ventana abierta, para conseguir tuviesen más duración.
Y es que no hace mucho, al pulpo gallego le ha salido un serio competidor, alemán por más señas, de nombre Paul a todas luces francés y del que están pendientes, mil millones, repito para no equivocarme, mil millones de personas en todo el mundo, conocedoras de un deporte que se llama fútbol, balompié, partidillo, pachanga..., que todo vale y es que, el dichoso pulpo, adivino de profesión, acierta todos los resultados de los partidos; por supuesto, antes de que se jueguen. Dicen los enteradillos, que mucho mejor que las pitonisas y pitonisos que llenan y llenan anuncios las páginas de los periódicos; donde va parar. El pulpo alemán, que nada tiene que ver con el gallego, vive en el acuario bastante grande de una tasca, en donde el agua se va renovando continuamente. Le colocan dos urnas trasparentes dentro de sus dominios. En cada una de ellas, sitúan una bandera de cada equipo que va a disputar el partido. Para animar a Paul, para que no se duerma en los laureles, el dueño, coloca un mejillón en cada urna; ahora sólo queda esperar que el bueno de Paul, levante la tapa de un contenedor o del otro para que los presentes y el mundo entero, a través de veinte cámaras de televisión pendientes del bicho, conozcan de primera mano el equipo que se supone va a ganar.
No sería mal invento que llegadas las elecciones, un pulpo gallego, de Mugardos, para más señas, se decantase por uno u otro partido político. La cantidad de dinero que se ahorraría en propaganda, sería un buen pellizco para entregar a los que menos tienen. Me da que habría follones, que desaparecería el pulpo..., no se. Que somos muy nuestros.
El pulpo Paul, de momento va acertando y supongo, que las gentes, tan dadas a los milagros le tienen fe. Es de esperar que no beatifiquen a causa de los aciertos porque, hay quien piensa y me incluyo que Paul, ciego a los colores del espectro, escoge un dibujo más llamativo y sin complicaciones y nuestra bandera, sin mezcolanza de colores, le puede llamar la atención, sin desmerecer los futbolistas.
Hay algo que el futbol y el pulpo han conseguido, que se agoten las banderas nacionales en las tiendas, comercios al por mayor e incluso en los chinos tan previsores ellos y ahora, lucen en los balcones, ventanas e incluso en lo alto de la obra que tengo enfrente. Se ha visto también en el país vasco, en el catalán y resto de las comunidades. Lo que no une la política, lo consiguen las personas de a pie, los de todos los días, los que nos dejamos gobernar ya que, preguntados algunos "dirigentes" que así les gusta llamarse, que les ha parecido el juego de la Selección y las banderas por todos los lugares, incluso teníendolas ante sus narices, manifiestan que no han visto nada de nada y es malo, que un político tenga ceguera hacia el resto de las personas, el puesto que ahora ocupa, no es para toda la vida, ni lo ha ganado en una oposición. Unas papeletas o una amistad, lo han puesto en el lugar efímero que ahora ocupa.
No se cuando se juega la final, supongo que el domingo, no soy futbolero y si admirador del pulpo octopus, molusco cefalópodo, carnívoro aunque de vez en cuando come algas como el gallego, para hacer bien la digestión y que le huela bien el caparazón. No se como se comportará el alemán en su pecera, restricciones las tendrá pero es que Paul, ha vuelto a señalar, sin la menor duda, que la Selección española volverá a ganar. Ahora bien, si por un traspiés o lo que sea, pierde contra Holanda, los felicito, han trabajado duro, juegan muy bien en conjunto pero en la Liga, sin extranjeros mezclados, es harto difícil.
Mis mejores saludos para el pulpo alemán Paul, que quizás haya sido capturado en las frías aguas del Báltico; de ser así, que viva muchos años feliz, pero si por un casual es un pulpo gallego, unos besos en los morros para ablandarlo, un tanto de calor, aceite crudo, sal y pimentón  -creo-, todo ello colocado sobre un recipiente de madera, lo sirvan en cualquier fiesta de las casi infinitas que se suceden en el verano de nuestra Galicia.
Un pulpo no es un adivino, un pulpo puede ser el centro de una mesa en que la amistad lo bendice y si está bien hecho, lo recuerda.
A Paul que aunque nos falle en el partido más importante, ha elevado, millones de ilusiones al cielo africano.

BOFETADAS