miércoles, 19 de diciembre de 2007

LOS POBRES VIEJOS


En la calle Dolores de mi ciudad, inmediaciones del Casino, hay un hombre mayor, sentado en uno de los banquillos, que pide limosna, más no lo hace de forma oral, tiene un cartelito en el suelo que así lo indica "Estoy necesitado, no tengo familia", más o menos. A su lado, unos globos, siempre los mismos globos. Me gustaría preguntarle si son para regalárselos a los niños o como forma de llamar la atención con sus colores. Técnicas del marketing.
Creo que ya lo dije. En Vigo, un día que paseaba por el muelle, sentado a la puerta de la sala de exposiciones del Naútico, un hombre, leía unas hojas de periódico amarillentas.El hombre no pedía dinero, la gente que pasaba, le daba algunas monedas. En un momento dado, yo también quise darle algún dinero y muy amablemente, con una sonrisa que me caló muy hondo, me lo rechazó. Me senté a su lado e intenté deslizar un billete en su bolsillo. Me pidió que no lo hiciese ya que tenía los bolsillos rotos y de momento, tenía las doscientas pesetas que le cobraban por dormir en una pensión de mala muerte. Me contó que había nacido en Cuba, de padres españoles, adinerados, pero él, había sido el garbanzo negro al no querer ser sumiso con lo que decía su autoritario padre. Amaba la libertad y un buen día marchó.
Pasado un tiempo, dejé de verlo y lo vuelvo a encontrar en Ferrol, a la puerta de mi nuevo trabajo. A partir de aquel momento me preocupé que no le faltase de nada y nada le faltó, en cuanto a lo que mi concierne. Un día dejó recado de que tenía que ser libre como el aire y marchó. No lo he vuelto a ver más, pero lo recuerdo a menudo.
Se llama Emilio. Lo digo, porque un pintor hoy afincado en tierras asturianas, en una entrevista que le hicieron en un periódico, dijo quelo había dibujado y que mucho le gustaría saber su nombre.
Los desheredados independientes, los que aman de verdad la libertad, los que no se sujetan a las normas establecidas, son un pozo dde virtudes y de enseñanza, pues, la vida y la necesidad, son una buena escuela.
Un día, paseando con mi hija por Vigo, en varias ocasiones se separó de mi para dejar dinero a gente que lo necesitaba. Me llenó de orgullo pero no dije nada, como si no le diera importancia y, ya lo creo que para mi la tenía. Mi hija, había aprendido la lección. Mi hija, se parecía aún más a mi.

BOFETADAS