sábado, 17 de noviembre de 2007

POR DONIÑOS, CAMINABA.






Yo vi la Santa Compaña. Testigos, los tengo, mis amigos de clase que me acompañaban ya noche, cuando regresábamos de recoger pólvora de la playa de Doniños, para hacer cohetes.
Primero, fué un raposo que cruzó la carretera a gran velocidad y a partir de ahí, tantos ruídos, que girábamos las cabezas como la niña del exhorcista, temiendo que algo sucediera.
No se quien fué, uno del grupo mandó parar y con el dedo tembloroso, nos señaló un punto en el valle de Doniños. Asombrados, vimos la Santa Compaña. Unas luces que se movían acompasadas, en fila, a ritmo y el resplandor de las ¿velas? nos permitía percibir unos trajes blancos, como fantasmas. Estuvimos mirando un rato, hasta que de repente, sin previo aviso, comenzamos a correr en dirección a Balón y no paramos hasta llegar al túnel de la Malata. Al parar, nuestras risas nerviosas lo inundaban todo. Alguien dijo, ¡qué viene!. En un periquete llegamos al Madrid-Paris en donde, lo prometo, vimos una película de vampiros.
Al llegar a casa y antes de acostarme, miré varias veces debajo de la cama.
No creo en la Santa Compaña, pero hace tiempo, la vi. Tengo testigos.

BOFETADAS