jueves, 22 de noviembre de 2007

EL MOLINO






Es muy fácil. La carretera de Oviedo. Después de Jubia, tomas la primera desviación a la derecha. A unos tres quilómetros, un cartel te señala la Fervenza y, después de dejar atrás el pazo de Isabel II, nombre que tiene grabado en su fachada, por un camino, al doblar un recodo, te das de bruces con un molino, muy hermoso, recién restaurado, entre enormes montañas, al lado de un río que corre manso y en medio de toda una gama de verdes.
Mi pensamiento, entonces, retrocede unos cien años cuando el molino, en pleno funcionamiento, tenía al frente una hermosa molinera. Había también, una población masculina, deseosa de llevar el grano a moler. El marido de la molinera trabajaba durante el día y su esposa lo hacía por la noche.
- Agustín,- diría ella, - estoy otra vez embarazada.
El buen hombre miraba la recua de hijos, a continuación al cielo, suspiraba y pensaba: -A ver si éste que viene, al menos, se parece a mi ....
Los molinos, siempre tuvieron un encantamiento, que aún los hacen más hermosos. Las ninfas de los ríos, hoy convertidas en libélulas, le hacen guardia continuamente.
Al molino da Barcia, que así se llama, vamos a pasar las horas de luz del día, tal como lo venimos haciendo hace años. Ha aparecido gente nueva, que sea bienvenida, siempre serán y son, bien recibidos.
Hecho de menos a un colega, con el que he tenido largas peroratas relativas a Budapest. Me contaba que son dos ciudades, Buda y Pest. Yo le decía, entonces, por que no la llaman una temporada Pestbuda. Aquello le sacaba de quicio y así nos tirábamos un buen rato hasta que alguien hacía música de mambo. Entonces, abandonaba la "conversación" y se dedicaba de lleno al baile.
El molino, qué recuerdos, qué vivencias ..... siempre con gente, sin la molinera, siempre vivo.

BOFETADAS