viernes, 9 de noviembre de 2007

EL CUARTO COMENZANDO POR LA DERECHA...






Nunca he sido amigo de permanecer en la ciudad. El hacerlo, suponía tal como hoy sucede, el andar en boca de todos por cualquier motivo. No deja de ser una ciudad-aldea en dónde todos se conocen y todos arreglan las vidas de los demás.
Tuve la suerte, la inmensa suerte de tener unos amigos con letra grande , que desde muy jóvenes, desde que comenzamos a vestir pantalón largo, las miras del grupo fueron las de desplazarnos a los pueblos y en donde gozábamos de más libertad.
Quizás también, porque todos amábamos la naturaleza en todas sus formas y poco a poco, "pateando", fuimos conociendo muchos lugares, tanto es así, que dos del grupo, llegamos a jugar en un equipo de futbol a unos trece quilómetros de Ferrol. Éramos, los extranjeros.
Pero de eso ya llovio, que se dice.
Lo que ocurre, es que algo queda. Primero una amistad profunda con todos ellos y luego aquel comienzo de amar a los árboles, al río y a la vida en si, porque sé que en medio del estiercol, puede aparecer la flor más bella que jamás se ha podido ver.
Me gustaría que en la ciudad-aldea, cada cual mirara para su ombligo, desapareciera esa envidia de subsuelo y las nuevas generaciones pudieran caminar por cualquier lugar sin ser señalado ... "el cuarto comenzando por la derecha".
Es todo lo que se necesita. Vida.

BOFETADAS