martes, 18 de marzo de 2008

Y LA LLUVIA QUE NO CESA.






Ambos caminan por los senderos del parque. Está a punto de entrar la primavera y los árboles y plantas se preparan para un nuevo ciclo de su vida. A lo lejos, las campanas de la catedral, suenan a lluvia. Una bandada de palomas cruza el cielo asustada y busca refugio en un tejado. Huele a limpio y no al humo que desprenden los tubos de escape de los autobuses. Ella escucha en silencio, sin intervenir en la conversación, como para no molestar y romper el hechizo de las palabras que él le dice. Son muy jóvenes y forman por tanto, aunque no lo piensen, parte de esa primavera.
Llega la hora de despedirse y él le dice que no se olvide, que irá por la derecha. Ella le repite por enésima vez que estará en la plaza de Armas. Un beso como un suspiro y un adios, hasta la tarde.
Bajo un gran manto de nubes grises, plomizas, la catedral y a sus pies, cientos de cofrades que buscan su espacio dentro de cofradía. A él en un principio, un penitente que lleva una cruz metalizada, lo ha colocado a la izquierda en el sentido de la marcha, le ha dado un vuelco el corazón más, al instante y sin que le viesen, ha conseguido cambiarse a la derecha, ha echado mano a una lámpara que va cogida por una cuerda y un cable y de ahí, no hay quien le quite.
La espera le aburre, a través de los dos únicos agujeros que quedan casi a la altura de sus ojos, lo puede ver todo. Ve personas conocidas, piensa levantar la mano para saludarlas, pero ello es perder el tiempo porque en medio del grupo en que se encuentra, todos son iguales.
De repente, sin previo aviso, las campanas de la catedral suenan, todas las campanas en conjunto y al unísono; es un ruído terrible pero al mismo tiempo es como si le empujara el alma que tenía apagada. Poco a poco, todos los cofrades, a tirones, se ponen en marcha. Las cuerdas y cables se tensan, ceden, se vuelven a tensar mientras no se coge la distancia e inician los timbales y aquel enorme bombo, su cadencia repetitiva de notas distorsionadas.
La procesión camina, niños en las aceras que extienen la mano, niñas que piden un recordatorio. Él que se siente como un fantasma que todo lo puede ver sin que le vean; a las veces se cree infalible y camina, camina: -¡ qué grande me han dado el capirote!, se me va para todos los lados- .... A su altura los bombos y timbales; hace un instante que acaba de comenzar la procesión, y ya lleva los oídos destrozados. Camina, camina .... ya se está acercando a la plaza de Armas. La procesión se para por enésima vez y él, sin tener nada en mente, se fija en un charco en el que caen unas gotas menudas de lluvia: -Lo que faltaba-, pero bueno ya está cerca de ella. Va llegando a su altura, en la mano tiene la bolsa de celofán, en la que ha metido una estampa firmada y unos caramelos, de los más caros; unos pasos más y.... con ella un jóven, ambos ríen y ríen, el desconocido le ha echado el brazo sobre el hombro, la bolsa de celofán se desliza al fondo del bolsillo, el alma se le desliza a los piés y con ella el corazón.
La lluvia cae con fuerza, diluvia. Los procesionarios han abandonado las filas para resguardarse, los que llevan el trono, caminan en solitario y delante el cofrade mayor, nervioso, que pide ayuda sin que nadie le responda.
Ante ella, unicamente ha quedado un cofrade empapado. El hábito pegado al cuerpo, el agua que le resbala por el pecho más no la siente, unicamente el dolor que le oprime.
Del bolsillo toma la bolsa de celofán, se la entrega. Ella le sonríe mientras le dice:-Se la daré a mi hermano para que me la guarde. Yo, no tengo bolsillos....-
Los tronos se han retirado, los penitentes se abrigan bajo los balcones o en donde pueden. En el centro de la calle, rodeado de paraguas y de miradas, un cofrade, con el capud bajo el brazo, chapotea y chapotea en todos los charcos que encuentra. Ante los ojos atónitos de las beatas, gira y gira con los brazos extendidos, la cara a la lluvia y la boca abierta recibiendo la bendición del agua.
¡Qué hermosa es la Vida!, cuando todo se aclara.
Y la lluvia que no cesa.

BOFETADAS