sábado, 8 de marzo de 2008

LOS NIÑOS, LA VIDA.






Hace días, algunos días me preguntaba en dónde estaban los niños de mi Ciudad; que no los veía por lugar alguno y me aventuraba a decir que las máquinas electrónicas les retendrían en sus casas.
Hoy caminando por los Cantones, he visto algo que no veía desde mis tiempos de juegos en esos lugares; los niños, muchos niños subidos a los árboles, parecían racimos de frutos que el viento mueve. Cómo disfrutaban, qué hermoso era verlos saltar sobre aquel árbol robusto, centenario..... y en esta ocasión no comulgo con los ecologistas, soy de la opinión de que vale más la risa de un niño, de muchos niños, que todas los aleteos del pájaro urraco. Si un niño ríe, hay vida.
Camino. Sobre los jardines, bicicletas, mochilas, abrigos.... Niños que corren tras unos cuantos balones que han soltado; hay uno que subido a una bicicleta, en lo alto del palco de música, persigue a un perro negro, que también disfruta. Niñas saltando a la cuerda, padres despreocupados.
Por estos lugares paso a diario y ha sido tan brutal el cambio, respecto al comportamiento de los niños que ni lo creo.
Dirijo mis pasos hacia la plaza del ayuntamiento y sucede, que los autos van por dirección prohibida, que no es un sueño, se meten por calles peatonales, la más absoluta anarquía en mi Ferrol y, en medio de este maremagnum, no hay enfados entre los conductores, los niños, los jóvenes no se pelean. No lo puedo creer. Alguien me dice que los municipales están en huelga y nadie cumple con las reglas y normas. ¡Bendita huelga!. Ignoro lo que piden, tendrán sus razones, si aún disponen del fondo común, que dure, porque mi Ciudad es una balsa de aceite, jamás se vivió con tanta tranquilidad.
Con tanta norma y tanta ventanilla, funcionarios que las ocupan, normas que derogan las anteriores excepto la sexta y la doce; aumentando otras, más funcionarios, más normas que derogan la primera y la última pero aumentan la numero catorce y las de primer orden pero no las de tercer orden.... La autoridad, se debe armar tal cacao que para evitar pendencias, lo sanciona todo, lo castiga todo y es entonces, cuando los niños les temen, los niños no quieren ir a la calle y se quedan en sus casas aporreando un maquinita con los dedos pulgares , intentando llegar a una meta virtual.
Era mi hijo pequeño, lo llevaba en brazos, cansado después de estar jugando en la plaza de Sevilla. Un guardia comienza a cerrar todos los túneles. Apuré el paso para salir por el que me interesaba y el guardia, atento, esperó a que llegase. Cuando estaba a su altura el niño que le suelta sin encomendarse ni a dios ni al diablo :- ¡¡ Cherepa !!- (cosas de mi suegro). El agente, se cogió tal cabreo que dijo que por allí no salíamos, que tenía que desandar lo caminado. Yo entre risas, le dije que se llevara al niño a la cárcel, pero a mi que me dejara pasar que no había hecho nada. No hubo manera.....
Ayer a los niños, la autoridad no les miraba por encima de los hombros. La autoridad eran ellos que sacaron de sus trasteros los balones, las bicicletas, las muñecas, las cuerdas, los patines, todo; ya que la calle, no era la plaza fuerte de los que mandan en ellos. Ayer los niños fueron, simplemente niños, nada más y nada menos que niños en el pais de las maravillas. Tienen miedo al guardia y no me estraña, ese nombre da pavor. Lo mismo sucedía con los guardia civiles cuando se les llamaba números.
La autoridad está en huelga. No se lo que piden. Me gustaría que todos los fines de semana, al menos, estuviesen en esa situación porque he visto que no son necesarios. Mi Ciudad no necesita vigilantes, somos pocos y nos conocemos, mi Ciudad, es una balsa de aceite. O cambian las normas establecidas o que el Ayuntamiento, nos deje tal como estamos en medio de la huelga.
Salimos ganando porque salen ganando los niños.
De ellos es la calle que pisan, y los jardines, y los árboles y la VIDA.

BOFETADAS