martes, 11 de marzo de 2008

BOTADURA




En medio de tanta lluvia, persistente, constante; en medio de tanto frío que entumecía los huesos desde el cráneo hasta los piés, un buque, de enormes dimensiones se deslizó sobre mi pecho. Se deslizó con una suavidad asombrosa, silenciosa. Yo bajo el buque y en lo alto obreros que habían trabajado en él, asomándose por los portillos, desde casi las nubes y sobre mi pecho el gran barco de acero gris.
Un baile elegante lo llevó al mar de Ferrol que le esperaba desde que le vió como lo construían: ¡ Tu serás mío!, - le decía, y ayer, entre las alegres sirenas de otros buques, se entrego a la mar o mejor, la mar se entregó a él, porque para los marinos es la mar y no, el mar. Es la mujer que a las veces y sin motivo, puede acabar con tu vida, con tus ilusiones. Puede ser traicionera, muy traicionera y no sopesa las consecuencias, no le importa el dolor de los demás porque es caprichosa y sabe humillar a los que más la aman. La mar, es impredecible y sus cambios de humor pueden acarrear graves consecuencias. Más, todos continuamos amándola porque creemos que nos pertenece. Terrible error. Ella es libre y debido a ello, es tan cambiante.
La maniobra del buque antes de entrar al agua fué perfecta y en lo alto de un palco, los Reyes y séquito saludaban a los que semi muertos de frío les aclamaban. Seguramente el batir de las palmas era para ahuyentar el frío, terrible frío de tarde lluviosa, como las tardes de mi Ciudad hace años, cuando era niño, que nos privaba de jugar al futbol y nos obligaba a recogernos en los portales e inventar la vida a nuestra manera, porque antes, sabed, que los portales no se cerraban, que las llaves de la casa se dejaban bajo el felpudo, que en otras muchas casas las puertas permanecían abiertas a fin de evitar el "levanta y abre" de la madre, a la prole que tenía.
Esperamos dos horas, para ver como en unos segundos, aquel buque inmenso llegaba y tocaba el agua gris de la ría. ¿Mereció la pena?. Hablo por mi y digo que no mereció la pena, no debí de ir ya que frío a las veces, si es muy intenso, te hace sufrir, al menos a mi que soy muy friolero. No, definitivamente, no debí de ir. Desde casa lo hubiera visto salir al mar, desde casa y apenándome de todos los que bajo el barco o en las inmediaciones de mi Barrio permanecían atentos a que dieran las 18,09 horas, para la pleamar, momento en que abandonaría su cama para comenzar a nadar, poco a poco, ayudado en principio y luego, dentro de unos meses ya sólo.
Pero la vida sigue, para muchos dolorosa, para otros, como una locura del día a día. Yo, hoy, desde mi ventana, la contemplo.
Yo hoy desde mi ventana siento que me lleva..

BOFETADAS