viernes, 14 de marzo de 2008

LA VIDA QUE ES MARAVILLOSA






La veo caminar descalza sobre el pavimento, con el brazo extendido implorando limosna. De la mano, un niño pequeño de grandes ojos, delgado, muy delgado, la cara triste. Ambos visten ropas raídas, buenas en épocas pasadas.
Tiempo atrás, la mujer alternaba con lo mejor de la ciudad, invitada a todas fiestas porque su padre era poderoso. En una de ellas, el mismo diablo le inicia en el fácil arte de los sueños. Las primeras veces siente nauseas y llega un momento en que ya su cuerpo comienza a navegar entre azulejos de colores hermosos, ya no conoce el cansancio e ignora en donde tiene su cabeza; podría estar toda la vida subiendo montañas sin cansarse y esos colores que siempre la acompañan...¡ Qué hermosura!.
El tiempo sigue su curso, no es necesario que la inviten a las fiestas, ella conoce la forma de conseguir lo que tanta vida le da, lo que le calma los dolores y penas, lo que le hace volar sin tener alas; y es así, como poco a poco se va a cercando a las gentes que distribuyen lo que tanto ansía, poco a poco los va conociendo, la saludan y aún le llaman señorita.
Un día, una gripe le manteniene en el lecho, no tiene fuerzas para levantarse para encontrarse con su "diosa". Está intranquila, con calambres, nerviosa, las manos y piernas le tiemblan, grita en vez de hablar y sus padres, que aún no lo creen, han sido los últimos en enterarse. La solución que le ven muy fácil, ingresarla. Esa será su vida a partir de ahora, ingresar en un centro y escapar, ingresar y salir, ingresar .... la "diosa" llama y hay que acudir. En casa, la desesperación, sus padres tienen que esconder lo poco que les va quedando. Se le ve caminar con la mirada perdida en busca del fin o en busca de algo que le señale el camino.
Carla, que así se llama pasa la noche en cualquier rincón, encogida, temerosa de todo lo que le rodea; en su vientre un niño y sobre ella el frío que se le mete hasta sus pobres huesos con facilidad porque sus músculos han desaparecido. Piensa en su casa, volvería a su casa pero sus padres y hermanos la han abandonado.
La vida de Carla, ha degenerado tanto, que ahora, en los lugares de venta a donde acude, es motivo de mofa; los niños siempre tranquilos, ahora le tiran fruta podre mientras ella implora un poco de polvo blanco, que pagará mañana, más son muchas las mañanas en que se olvida de pagar.
Tiene un hijo, lo ama por encima de todo. Se prometió que al nacer, se haría una persona normal. Inocente mentira. Hoy implora limosna mientras la vida se le va
agotando poco a poco. Su rostro que debería estar lleno de juventud, ahora carece de dentadura, sus ojos grandes, hundidos, su sonrisa forzada y la mano extendida intentando alcanzar a su "diosa".
Siempre que la encuentro, que nos encontramos, le doy un poco de dinero, intenta sonreirme y un lagrimón se desliza por su rostro, le toco un hombro para que no se esfuerce, para que se tranquilice y le sonrío, una sonrisa cómplice en la que le imploro que lo deje todo. ¡ Qué fácil es decirlo !, lo sé.
Continúo mi marcha, yo no puedo hacer nada, quizás el que está, parece ser, en lo alto, la esté poniendo a prueba. A prueba, lleva infinitos años de sufrimiento; y el niño que comienza, otros infinitos años que le quedan.
Cuantas y cuantas Carlas, caminan por el sendero de la vida, con la mano extendida, no en busca de una limosna, si no, en busca de la vida, la vida que un mal diablo les ha quitado.
Perdona a tu pueblo señor, perdona a tu pueblo, perdónalo señor; se escucha en las puertas de los templos.

BOFETADAS