jueves, 23 de septiembre de 2010

NO HAY GENERACIÓN PERDIDA.


Y mira que me suenan mal, tres palabras que alguien se inventó desde un oscuro despacho. "La generación perdida", así como suena.  ¿Perdida?; acude un viernes, un sábado a cualquier parque cercano o lejano y allí encontrarás a los jóvenes, verás como los encuentras.  Estarán bebiendo alcohol barato que el sueldo no da para más, riendo porque saben y pueden reír, en gran camaradería aunque, de vez en cuando, un par de muchachos comiencen a tirarse de los pelos, sin que nadie les haga el más mínimo caso, son los de siempre.
Todos los jóvenes, a la vista de nuestros mayores, hemos sido generaciones perdidas, luego se dieron cuenta de que no era tal y a la nuestra, por ejemplo, le llamaron la "X" porque dicen, hicimos de puente entre la guerra y la democracia.  Maldita si me enteré de ello porque jamás entre nosotros, hablábamos de guerras y si de niñas.  La de nuestros hijos "jóvenes aunque sobradamente preparados", menos lobos Caperucita, siempre hubo chavales que se sacrificaban y si eran inteligentes, que los había, mucho mejor, pero no todos eran de nota alta ni media y ahora, a la actual, que no saben como bautizarla, alguien que tiene en mente la de los escritores, se lo aplica a una nueva juventud, porque son un potente escalafón de parados.
En la nuestra, la X, podías trabajar desde los catorce años, trabajos muy duros para los niños y a la vez muy mal pagados.  Eran los pinches, los recaderos, los marmitones en las cocinas de los barcos, los seminaristas que de sacerdote no tenían nada, pero que era una manera de estudiar bachiller y para más, alimentados, luego se iban antes de emitir los votos porque había uno, el de castidad, que nones.  La vida no era agradable, madrugones, rezos continuos, también se quejaban los alumnos del Tirso de Ferrol.
He dicho, que a esa generación, se le puede encontrar los fines de semana en cualquier parque o descampado.  A nosotros también nos sucedía lo mismo, al menos a los que íbamos un poco más sueltos ya que con diecisiete años, nos podíamos mezclar y discutir con los mayores en cualquier tasca de las muchas que había y  hay en la ciudad, cantábamos con ellos cuando los vapores iban subiendo, mientras se bebía aquel vino barato, que al parecer y sin parecer, se hacía con polvos; hablo del Riveiro. Eran unos once o doce grados lo que contenían, lo vuestro, me da que os pasáis un poco, algunas bebidas pasan de los cuarenta grados.  Ahí, si me da que estáis equivocados.
No creo en generaciones perdidas.  Algunas universidades están a pleno rendimiento con chicas y chicos fantásticos que apoyan los codos, buenos chavales muy educados con los que se entabla enseguida amistad.
Nuestra generación, perdida y encontrada, tenía más difícil lo de las universidades; mucha gente no podía y los que podían, tomaban la vida de otra manera, ¿equivocados?, pienso que no.  Los unos se encerraban en las aulas, si tenían frío se cubrían con los libros mientras que otros, buscaban la manera de sobrevivir en aquel maremagnum de oficios que iban apareciendo y que si no gustaba, podías pasar a otro.
Hoy no hay forma de encontrar trabajo.  Pero también se que si no lo hay en esta ciudad, habrá que buscarlo en cualquier otro lado.  Le preguntaba a una chicha que había finalizados los estudios de Humanidades qué pensaba hacer. Me respondió que trabajar.  En dónde, le pregunté. En Ferrol, respondió. Y si no hay trabajo en Ferrol?.  Si no es aquí, no busco trabajo.
¡Ay!, generosos padres, que para vosotros los "niños" toda la vida son niños, dónde van a estar mejor que en casa..., y la comida, en dónde la encontrarán más buena que en casa.  Y con cincuenta años cumplidos, siguen ahí como tortugas cubiertos por un caparazón que no sueltan, esperando la madre termine de plancharle los pantalones azules, porque hoy hay fiesta hasta las tantas.
Sigo sin comprender como a toda un generación se le puede llamar pedida, basándose en unas estadísticas por lo regular no coincidentes.  Qué culpa tienen los chavales de que no funcione el estado.  No se han perdido, están ahí esperando que la nación medre de una puñetera vez, aparezca trabajo y entonces veréis si la generación responde.
Es que los de vuestra generación teníais trabajo.  Trabajo malo, horroroso y muy mal pagado.  Sabed que las máquinas no existían y el hombre las suplía, rompiendo la piedra en pedazos pequeños, negros por el alquitrán que se echaba a las carreteras, con un azadón limpiando cunetas para que el agua corriese y miles de ellos, con gran suerte, caminaban encorvados hacia la Factoría. Caminaban en silencio, sus cuerpos apenas se notaban en medio de aquellos enormes buzos azules, muy remendados la mayoría, esperando la miserable paga que el sábado les entregaban.  Muchos hombres, andaban varios quilómetros para llegar al tajo, por la noche los tenían que desandar.  Lo mismo hacían las mujeres para traerles la comida, quizás unas verduras con un pedazo de tocino y la tuberculosis adueñándose de muchos cuerpos que sólo podían esperar la muerte.
Y hoy, que se repite la historia con un puñado de jóvenes que han dejado de estudiar o de hacer cursos en centros de formación, sólo les queda esperar que el sector servicios los vaya llamando por medio de pequeños carteles que se colocan a la entrada del establecimiento: Se necesita camarero. Se necesita ayudante de cocina.  Se necesita... No se, puede también que sea a través de una oficina de trabajo. Tan pronto aparezcan esas notas, los muchachos a quienes fastidia muchísimo pedir dinero a los padres, se agarrarán a cualquier trabajo y cuando todos lo consigan, ¿se les seguirá llamando la generación perdida?.
Quizás, quienes en estos momentos están más ausentes, son los políticos con sus contradicciones
Antes el botellón se hacía en los bares, consentidos. También en La Cabana, en "Brisas del mar" los domingos al anochecer y al aire libre en verano.  Colocaban unas tablas para que las parejas no se fueran a los bancales, llenos de árboles frutales y de oscuridad.  Duraban poco las maderas, como tampoco permanecía encendida, alguna que otra bombilla que molestaba a los asuntos del amor.
Y éramos la generación "X". "El hombre X y la mujer diabólica" que ponían en el Rena.  Ponga una X en la casilla del si quiero.  el cine X de arte y ensayo y si no sabe firmar, ponga una X en el lugar que le señalo.
Las generación no aparecen de repente, se van formando e inician las vida de una manera muy parecida a las anteriores.  La última con la suerte de la Play, del ordenador, de todo lo digital, el MP3, 4 y 5, muchos con motos que nosotros no tuvimos, no teníamos nada, sólo voluntad para inventar y recoger vivencias de los que nos precedieron.  No se quien os bautizó de esa manera, como si fueseis culpables de la falta de trabajo, quizás lo hizo sentado, sentada, en un sillón mullido en un despacho siniestro, que los hay, detrás de una mesas en la que destacan las fotos de sus hijos que estudian en London o en Suiza.
Me niego a que exista la "Generación perdida", porque entonces, también tiene que existir y convivir con la anterior "El Estado perdido", que no deja de tirar balones fuera.
No lo sois, faltaría más.  Constantemente me cruzo con vosotros y a muchos saludo.  Otros, poco a poco se van haciendo amigos míos por medio de Facebook y yo, encantado de que así sea.
Sois la generación que estáis pagando las culpas, de los errores que cometemos los mayores.

BOFETADAS