miércoles, 15 de septiembre de 2010

CAYETANAS.


Siempre pensé, que el amor tenía un principio y un final.  Que no duraba siempre.  Lo colocaba entre los trece o catorce años por propia experiencia hasta los cincuenta y pico de años.  A partir de ahí, dejaba de llamarse amor, para convertirse en cariño, en sostenerse uno al otro, en aguantarse las más; sobre todo ella porque él siempre ha procurado vivir como un señor, importándole un carajo los padecimientos de la otra parte.  Pienso en nuestra generación, en la que siempre deseaban que el niño fuese un "macho", un medio salteador de caminos, liado en todas la peleas habidas y por haber y las niñas, casi siempre con un puñetero lazo enorme a la espalda o en el pelo, ladeado; las que se encargasen del economato de la casa, la cocina y como no, la limpieza  y el planchado. 
Siempre tuve metido en la cabeza, que el amor tenía una duración, lo otro era un tu me aguantas, yo te aguanto sin más.  Un "si cariño" permanente, sin ganas, sin sentirlo, por decir algo.
Hace tiempo que me lo imaginaba, pero no era capaz de asimilarlo por todo lo dicho anteriormente y es que la duquesa Cayetana de Alba, que sobrepasa con creces la edad que yo suponía se terminaba el amor, la tengo enamorada, enamorada hasta las trancas de un funcionario, que si antes era una profesión triste, gris para quienes no la conocen, ahora está teniendo un realce extraordinario tanto, que hay bofetadas para entrar en la administración.
De tradición le viene. Los genes dentro de la familia van pasando de unos a los posteriores, el ADN apenas cambia de una generación a la siguiente. Y es que su antepasada, también de nombre Cayetana que con doce años, la liaron con su primo del duque de Medina Sidonia, al objeto de preservar los ducados más importantes de España.  No pasa mucho tiempo, en que el esposo fallece y Cayetana ya es dueña de más de cincuenta títulos. Como se aburre, pasea vestida de maja y como maja, de ella dicen que cada uno de sus cabellos inspira deseo. Que nada hay más hermoso en el mundo, ni hecha de encargo podría haber resultado mejor. Cuando ella pasa por la calle, todo el mundo se asoma a la ventana y hasta los niños dejan de jugar para mirarla.
Su palacio de Buenavista, entre el paseo del Prado y la biblioteca Nacional, colinda con la Casa de las 7 chimeneas (hoy Ministerio de Cultura) y la casa de Tócame Roque, lugar en que se dan cita los homosexuales, prostitutas, magos, brujas e incluso los conspiradores. En esta casa se homenajeaba a san Roque, del que decían curaba la peste si se le acariciaba una buba, una herida fea, que lucía en la entrepierna. Cayetana, no cabía de gozo por tener estos vecinos.
Mecenas de Goya, la dibujaba constantemente y la pintó en varias ocasiones. Aquí hay que decir, que no es la mujer que se representa en el cuadro de la "maja desnuda" y si lo es, la gaditana Pepita Tudó.
Muere joven, apenas cuarenta años, a causa de una enfermedad desconocida.  Quienes hayan leído la novela "Volavérunt" -Volaron- de Antonio Larreta, llevada al cine por Bigas Luna sabrán que la muerte se la atribuye a pigmentos de pintura ya que Goya, le pintaba siempre el rostro, tal como hoy las mujeres se lo pintan ahora. Es bien sabido que algunos colores pueden causar daños irreparables, pienso en algunos amarillos que suelen ser venenosos, el rojo es tóxico, el peor el blanco plomo -hoy apenas se usa- muy, muy venenoso y como la base de la cara se hacía con ese blanco, pudiera ser en la novela, el causante de su muerte que sólo el pintor conocía y no así los médicos.
Y una mujer llena de vida porque la amaba, que ignoro si estaba enamorada como hoy una descendiente lo está, le dio plantón a todos y marchó.
Si le importa vivir y mucho a nuestra sevillana, Cayetana duquesa que de casta le viene al galgo, tomándolo en el buen sentido.
No conozco ni me importa conocer, a los grandes de España, que había que mirarlos desde la acera cuando paseaban en calesa, por las inmediaciones de la catedral, camino del parque de María Luísa. Los grandes de España no miran hacia las aceras desde donde la plebe los saluda, miran al frente, altaneros, que han de guardar las forma que les fueron enseñadas, aunque la abuela, bajo el pesado ropaje, vaya sentada sobre un don Pedro porque ha comido melón en demasía y ahora la va purgando.
Diferente es Cayetana, inteligente porque tiene que serlo para llevar una inmensa hacienda y más inteligente aún, porque cumplidos hace tiempo los ochenta de edad, se nos ha enamorada como una niña de un hombre que no llega a los sesenta.  Eso si, más alto que ella, que la altura es importante en los hombres, parece ser que más que el cerebro. Y la buena mujer, que no hace mucho para desplazarse  se ayudaba de un carrito de inválido, lo ha soltado de un empujón certero y ahora camina más derecha que un junco de los que nacen a la orillita del Guadalquivir.  Lo que es capaz de hacer el amor, verdaderos milagros y yo que pensaba que a estas edades era del todo imposible.  El amor, visto lo de la duquesa, es capaz de convertirse en el mejor medicamento, la fuerza de levantarse día a día, mantiene alejadas a las enfermedades, el amor no enferma;  hace tener constantemente la mente ocupada, puedes esperar horas e incluso días a que ella llegue porque "se ha retrasado un poco", permite caminar juntos sin molestarse el uno al otro y si ella se empeña, bajarle un puñado de estrellas. Que dure porque cuando se va, la sensación de dolor, es terrible.
Pensaba y creía que el amor tiene un plazo, un período. Ya veo que no y al menos me da ánimos ya que veía  todo muy oscuro, incluso la vida que me puede restar si es que no consigo tenerlo, pero me da que ya no quedan duquesas capaces de sentir el amor tal como ella lo siente, desinteresado. Si alguna quedase, los gavilanes que vuelan a su alrededor, quitaría las ganas a cualquiera, con un poco de sentido común.
Leo que contraerás matrimonio con Alfonso, que así se llama su galán y no se había dicho. Que ya habéis pedido fecha y hora de iglesia.  Antes, las viudas se volvían a casar vestidas de negro, guardando de ese modo luto por su anterior marido.  Me parece una soberana majadería.  No lo hagas Cayetana, vístete de un blanco purísimo, que moleste a quien lo mire de tanta luz que desprende, con una gran cola que lleven aquellos que de verdad te quieren como persona y no como dueña de muchas propiedades que ahora no importan. Sonríe feliz, que nadie te quite el momento. Tu no miras con prepotencia a los de a pie, gente que tuvo que sufrir en medio de esos infinitos terrenos, teniendo como cobijo al sol, el duro sol de Andalucía; hoy ya no se lleva, y tu  que hace tiempo has bajado a donde camina el pueblo, has encontrado otro Goya que  ignoro si pinta, pero que te ha enamorado. Qué suerte la de algunos.
Os envidio, claro que os envidio, ahora que se que a cualquier edad uno se puede enamorar, que uno puede querer con locura, como cuando tenía quince años y que hoy, si se lo pides, es capaz de bajarte un puñado de luceros y que en tu alma, ha instalado unas ganas enormes de vivir, cuando antes sobrevivías únicamente. Merece la pena.
Hoy Cayetana, duquesa, te apearé de tanto título, que ahora mismo no los necesitas. Ahora para mi eres y seguirás siendo una gran Reina, reina enamorada que me enseñó algo que desconocía, y es que a cualquier edad puede llegar el amor, puede llegar una nueva vida.

Para todos aquellos ancianos que conocían lo del amor a cualquier edad.
Que golfos habéis sido por no habérmelo dicho.  Que golfos...

 


BOFETADAS