miércoles, 3 de diciembre de 2008

¿ A DÓNDE IRÁN.....?







¿ A dónde volará el alma de los canarios cuándo nos dejan su casa vacía?
Conozco parte del ideario de una religión que niega los animales tienen alma; puedo asegurar que si la tienen porque he vivido entre ellos; por contra, todas las gentes, las llamadas personas, digo bien, las llamadas personas, ya sean árabes, cristianos, adoradores de cangrejos, los que tienen su díos en forma de persiana, no importa el número de crímenes cometidos o que jamás hayan mirado a lo alto pidiendo perdón, esos sí tienen alma. No lo entiendo ni quiero entenderlo.
Ayer, mi pajarillo - hay que tener mucho cuidado con la palabra- se fué al Maberhala. Digo que hay que tener cuidado porque si digo que ayer me murió el pájaro, las risas las puedo oir en este amanecer de truenos y rayos locos. Digo que se marchó su alma al Maberhala, un lugar en la India en donde no hay oscuridad, en donde las semillas nacen en todas partes; todo inundado de rocío fresco para que beban y no estén todo el día con el ambar de los pistilos de las flores. Mi canario, fué fruto de la mezcla un día, de un canario con una jilguera; como en las personas, una blanca con un negro; igual y salió él, tirando al negro, pero cachondo como ellos cuando bailan el mambo. Si señor, muy rumbero. La gente que lo conoció, en principio, decían que era un mirlo enano pero cuando le oían cantar..... ¡Qué maravilla!. Hacía quince años que me lo había regalado un compañero, nunca le pregunté si lo había traído del Sur, porque entonces, sería un cantaor, de los buenos, de los que escuchan silbar y se ponen sacando pecho, como cuando los mexicanos cantan una ranchera a la novia.
En ocasiones, muchas, le abría la puerta porque me dolía verle preso, más él, defensor de su ¿casa?, permanecía en el interior mirándome como idiotizado, sin darse cuenta que el idiota era yo intentanto hacerlo persona. Lo colocaba en el dintel de la puerta y en vez de salir a volar, poco, porque no saben, regresaba a su palo, dentro de su maldita celda.
Llevaba un día un tanto raro, pensé en un cambio de plumaje que les deja mustios. Tuve cuidado que no le diese corriente de aire alguna y hoy cuando le iba a poner agua limpia, el el suelo de la jaula, encogido, quieto, como si durmiese. Lo llamé con miedo pero permaneció en la misma posición ante mi llamada. Lo tomé con cuidado, lo sentí frío, le besé la frente, lo envolví en varias hojas de periódico, le escribí mi último mensaje: "Allá a donde vallas, llámame", lo mismo que mandé poner al perro antes de que lo llevasen a un horno crematorio, a donde iré yo porque no quiero ocupar sitio en este mundo. No, no voy a despotricar, hoy callo.
Pegué todo con una cinta ancha de goma, para por la tarde hacerle un "funeral" merecido en un lugar de Esmelle que adoro. Más trarde introduje la jaula en una bolsa para la basura, la pisotée con rabia, la deformé con los pies y aquí, en esta casa, mientras yo viva, no entra animal alguno - conmigo hay suficiente-; de ahora en adelante, el único irracional voy a ser yo y si hay que ladrar, lo haré y si hay que silvar, lo intentaré al menos, pero se acabó y se acabaron mis penas con esos seres, mis perros fantásticos y mi canario que no quería ser libre. Por mis perros lloré, por éste último para mi racional no llegué a tanto aunque sentí los ojos húmedos, pero como hay que ser macho..... A mi me importa un carajo tener o no tener alma y si quiero tener sentimientos. Puñetero año, y qué mal funcionó.
Pienso, que dentro de lo malo, ahora tendré una ventana con más luz entrante, libre de una jaula con su pie. Es cierto que cuando pintaba, lo primero que salía de la habitación era el dichoso pajarillo a consecuencia del fuerte olor a aceites, resinas, barnices, aguarrás.... A mi tampoco me gustan y si, conozco gente a la que el aguarras, no lo cambiaría por una colonia de Cacharel-París.
Cerraba también la puerta para evitar que el bueno del perro mordiese algún tubo de pintura ya que los hay muy venenosos. Soy un desastre en cuanto a organización. En mi trabajo se admiraban de aquella marabunta de papeles amontonados sobre la mesa que, si no me los tocaban, -no dejaba a la señora Manola que le pasase un trapo ni por debajo de la mesa - conocía de que trataba cada uno de ellos y dónde estaban situados. Pues con los tubos y otros materiales, de igual manera, apenas me dejan espacio para moverme y alejarme del lienzo.
¡Qué grandes amigos he perdido!. Para mi no hay distinción entre compañero y amigo, si lo son, son ambas cosas. Se han ido personas racionales y se me han ido irracionales racionales. Para que se entienda.
Los últimos, llevaban un papelito escrito : "Allá a donde vayas, llámame". Sé que lo harán. La nobleza que me han demostrato, me dice que sí.
Seguiré queriéndolos en la lejanía y si cuadra, acariciaré a alguno por la calle o en el portal, pensando en los míos.
Los hecharé siempre en falta...., como a las gentes, como a los amigos, como a la vida. Vida.

BOFETADAS