lunes, 12 de enero de 2009

OJO POR OJO Y TODOS CIEGOS






Leyeron en el viejo y gastado libro "ojo por ojo" y dejaron a todos ciegos, siguieron leyendo "diente por diente" y a culatazos rompieron todas las bocas que pedían paz. ( Erodenio. Ver. 65. Opus 90).
Estos días, para los medios de comunicación, la principal noticia es la nieve, la cantidad de nieve que ha caído o que sigue cayendo, que los niños se entretienen jugando y haciendo muñecos, que las pistas para esquiar están muy bien, qué más da. Continúan, que por qué no avisaron los del tiempo, que si coches atravesados en la calzada que no dejaban abierta la circulación y no hablemos de la lentitud de los aviones y el desmadre del aeropuerto.
Minutos y minutos hablando de ello, mostrando imágenes repetidas hasta la saciedad, colocando los micrófonos ante quien más gritaba contra las compañías sin que responsable alguno apareciese a calmarlos y al fondo, unos cuantos que a pesar del follón, dormitan o piensan.
Creo que la noticia importante, la más importante y que apenas se toca a no ser para mostrar una mancha de sangre en alguna de tantas derruídas paredes, es la locura de una guerra que no nos queda tan lejana, entre israelitas y unos cuantos palestinos, contando los viejos y los niños que en una batalla, a falta de jóvenes, forman la maldita "reserva".
Lo que comenzó poniendo una mejilla, luego la otra, para volver a poner la primera y la otra y de nuevo la otra, tal como enseña el Corán, terminó en una batalla campal entre niños que arrojaban piedras y aguerridos soldados, para continuar luego con un sinfín de canciones rotas, de flores rotas, de vidas rotas y la sangre corriendo por la calle buscando alguna alcantarilla que no encuentra.
Decía Sartre, que cuando los poderosos hacen las guerra, son los pobres quienes mueren. Los poderosos durante los combates se encuentran siempre, siempre reunidos. Al final, como ha sucedido, si la cosa va mal, un avión en la puerta, cajas llenas de riquezas y el país de turno que lo acoge con todos los honores.
Por el lado palestino, siempre me llamó la atención, el consentimiento de las familias, de los mayores hacia los niños muy pequeños, que les autorizan para que hagan frente con piedras a los soldados, que llevan armas. Piedras que en suelo hay para dar y tomar y que lanzan a tropas preparadas que cabreados, a cambio de tan aguerrida acción, les devuelven el ataque lanzándoles botes de humo o pelotas de goma que hacen suficiente daño. Los niños a la escuela o a un lugar seguro, o cobijados al lado de sus madres, nunca bajo las explosiones.
Cada vez que leía un libro o veía alguna de tantas películas en las que salían malparados los judíos, porque ha sido así desde la "noche de los cristales rotos", de inmediato me ponía a su lado; sufría con ellos al ver los campos de concentración y con lo que suponía su inhumano exterminio. ¿Qué está sucediendo ahora?, ¿se han olvidado?. Ya sé que un loco, o dos locos que los hay, han lanzado un par de cohetes; no me interesa quien comenzó o quien dejó de comenzar, lo que está ocurriendo con una población, no tiene perdón. No tiene perdón, el que los niños caminen bajo las bombas del helicóptero con su maldita danza de muerte en el cielo, sin que nadie les ampare; si han muerto sus padres, que los recojan pero no, junto con las mujeres que gritan, queden a merced de los bombardeos, que son muchos, como escudos humanos corriendo bajo la metralla mientras los soldados, como sus mandatarios, buscan refugio. Ya ha muerto mucha gente y los que faltan porque todavía, no han puesto la otra mejilla.
Para nosotros, para los que nos sentamos ante una pantalla de plasma, esa guerra no es a gran escala; si lo es para todos aquellos que están quieran o no, involucrados.
Supongo que un día, previa intervención de algunos países poderosos y a cambio de algo, la guerra terminará. Los que queden con vida, tendrán tanto, tanto odio en su interior por sus familiares muertos, que no habrá fin. Será un bucle de parada y guerra, parada y guerra, parada y puñetera guerra. Será suficiente que un niño pequeño, porque lo ha visto hacer a sus hermanos, lance una piedra contra un soldado para que reciba a cambio, fuego de ametralladora. Ojo por ojo y todos ciegos.
Es la proporcionalidad de medios que hay en esta guerra, en esta maldita guerra.
La mejor guerra, no olvidarlo, la que nos contaba Gila.

BOFETADAS