jueves, 26 de agosto de 2010

EL ARTE SI, PERO CON SENTIDIÑO.


María, de unos cinco años, rubia como las madejas que tejen los ángeles para fabricar las coronaciones de los santos.  La que tiene un gato gris marengo muy brillante, que no es gato de marca sino que más bien lo es de palleiro, entra en casa con un dibujo en la mano.  Me lo muestra y pienso que es una niña que ha estado inclinada mucho tiempo sobre un papel blanco, ahora coloreado, motivo por el que le aplaudo, la felicito y no le corrijo un ápice, ni tan siquiera lo intento.  Una, porque no me lo consentiría y la otra porque considero que no debo hacerlo, ha trabajado mucho y espero que continúe.  Bendita ilusión. Fantásticos comienzos.  Un beso y marcha corriendo para decirle a su madre lo que le conté.
Cosa diferente sucede, en personas de edad, con otro tipo de mentalidades, aunque no siempre estén a la altura de trabajos que quieren realizar, sin antes,  unos conocimientos previos e intensos. Todo vale.
Purita quiere ser artista, quiere ser pintora en cualquiera de sus modalidades y estilos, incluida la técnica mixta.
Otras Puritas, Eduarditos, Julitos también lo quieren ser, pero sin complicaciones y desde el primer día, ya quieren hacer maravillas sobre un lienzo, un folio, sobre una bandeja pastelera o la tapa de una cazuela, porque todo vale.  Aquella gente antigua lo hacía sobre unas paredes de roca en el interior de una cueva, no tenían otro lugar ya que en el suelo se borraba, por qué entonces nosotros no lo vamos poder hacer incluso con las sobras del caldo.
Para que todo ello fluya, para que se vea el trabajo, los hay que pintan tres, cuatro o cinco óleos al día e incluso empleando otras técnicas que no las conoce ni el más sabio del templo.  A su alrededor los permanentes palmeros que alaban continuamente lo que les muestras sirva o no sirva.  Ellos mismos, también se echan flores continuamente sin que haya tan siquiera uno que diga en un momento de sinceridad :  "Lo que hacemos no vale para nada por no decir que es una mierda.!"
En cierta ocasión -dice la fábula-, entre unos matorrales, un burro encontró una flauta, la miró, volvió a mirarla, la movió con una de sus patas, estornudo y el aire llegó a la entrada del instrumento que sonó.  Desde entonces el burro se tiene por un gran músico y camina por la calle con la cabeza mirando a lo alto, muy a lo alto, ya no quiere tirar del carro.
Lo mismo sucede a muchos que, en un momento dado se tienen por impresionistas, al poco por realista y luego, para que no decaiga, se van al expresionismo o al hiper; que más da y como el burro, caminan altaneros. Pena del carro.
La primera premisa para hacer arte es la de dibujar,día tras día durante siglos,  dibujar bien o muy bien aprendiéndolo continuo.  La segunda, la humildad que es tan difícil como el dibujo.  Saber sincerarse con uno mismo para discernir entre lo bueno, lo malo, lo pésimo que es lo que desgraciadamente impera.  Conocer el oficio, las leyes del color, del dibujo sin columpiarme continuamente en una o varias ramas.
Hay quien, quienes se hacen artistas de un día para otro.  Un día se levantan, ¿qué hago?. Seré pintor. Acuden temprano a una tienda, miran y miran y al final se deciden por una caja de acuarelas.  Regresa a casa, se pone a ello, lo intenta, lo intenta y como se la hace harto difícil copiar la postal del caballo, lo deja o en muchos casos, mezcla sin puñetera idea, trazos y colores que no tienen sentidiño alguno y lo titula "Abstracto 119". Verídico.
De nuevo a la tienda, en principio no se decide pero al final el dependiente le ayuda y le dice que pruebe con el óleo.  Que no falte el azul cielo, el verde langosta, el siena camello, carmín armani y pocos más tubos. El lienzo, dice, que sea el más grande que haya en la tienda, que le cubra la pared del comedor.  Una vez en casa, ante el inmenso paño que tiene delante se pierde, es que no le encuentra ni el principio ni el final, más como se siente muy creativo, pintará el gato de la vecina que, como no permanece quieto, el artista se cabrea, tanto, que da brochazos sin ton ni son y al cabo de cuatro horas, toda la tela cubierta de colores sucios que no valen para nada, pero que a él le gusta, tanto que lo titula  "Abstracción sobre un gato 329".  Por supuesto que a su compinchada le encanta e incluso le dicen que es lo mejor que ha pintado.  En vista de ello, hasta lo considero lógico que continúe. Y él, feliz. Pero al poco se cansa
Finalmente, se queda con un lápiz que ha encontrado en uno de los cajones de la cocina, ya no es necesario volver a la tienda.  En sus manos un simple lápiz, pero no sabe, que es lo más difícil de dominar.  No se lo dijo el tendero, pero hará maravillas.  Vaya si las hará.  Dibuja cualquier cosa, copia una postal, una foto, lo que tenga a mano, al gato ni de coña. La goma de borrar trabaja continua y con paciencia, elimina y vuelve a trazar líneas sin sentido alguno, malas líneas.  El resultado algo irreconocible, pero que lo encuentra fantástico. Sus palmeros también. Ha hecho otra abstracción, pero esta vez a lápiz, la 176.
Todo ello, puede valer para él o para ella, que tanto montan.
Y si a su alrededor surgen alabanzas, mejor que mejor.  También era alabado el rey que iba desnudo, hasta que un niño, sincero él, dijo a todo el mundo que iba en pelotas. Con esto, sucedería lo mismo, algún día una persona sensata les dirá lo que hay, les dirá la verdad como ahora se la digo, pero están en tal obtusamiento, que ni de coña comprenderán lo que se les dice.  Su ego, es superior, porque les engaña continuamente.
La pintura y sobretodo el dibujo, hay que mamarlo las veinticuatro horas de todos los días, de todos los años, hasta conseguir que dos o tres trazos representen a los ojos de quien los mire lo que se quiere expresar.  Pero no es fácil.  Es más cómodo hacer otras chorradas y darlas por buenas. ¡Magnífico!, dirá alguno que asome, sin tener ni la más remota idea de lo que está viendo, ¿de quién esa pieza? -como si estuviese en una panadería, frutería o una tienda de loza-, es mía, una pequeña aportación...
Lo fácil es el ir a la tienda, comprar montones de lienzos y con una prisa endiablada, como si el mundo terminase dentro de unas horas, emborronar continuamente intentando que algo se parezca a lo que se intenta, pero ni de coña. No es tan fácil.
Cuando alguien os diga que no lo hacéis bien, hacerle caso.  Estoy seguro de que no os está engañando, que es una persona en la que se puede confiar.  La prepotencia va unida a la idiotez, no caer en ella.
Humildad, humildad por encima de todo y el trabajo, constante, perpetuo aunque lastime, pero sin rellenar lienzos y lienzos como si le fuese la vida en ello.  Es muy duro, lo se, pues hay que echarle bemoles si se quiere llegar a una meta marcada. Si es, hacer por hacer, al menos no mostrarlos porque, si así lo hacéis, todo el mundo tiene derecho a opinar sobre ellos.  Unas veces si son buenos, aplausos; pero si son pésimos, todo el derecho para decirlo y que nadie se moleste. Los parabienes ante un trabajo malo, no se dan ni en las empresas chapuceras.
El arte no es bonito ni feo.  Un cuadro no hay que explicar lo que contiene, porque entonces, con escribirlo en un papel, no sería necesario pintarlo.  El arte no es bonito ni feo.  Hay sensaciones que tiran para atrás, pero están ahí y lo que se aprecia en una pintura es el  oficio, que no se aprende de un día para otro. Al arte hay que respetarlo, porque sale de dentro, del corazón algunas veces, de las entrañas las más porque estás pariendo con dolor, estás creando.  Al final, la explosión, el renacer por unos momentos pensando ya en el trabajo siguiente. El arte pasa de los prepotentes, siempre ha estado al lado de los humildes, al lado de  los "pintamonas" como alguien dijo, al lado de los que trabajan en silencio como las hormigas,  en la soledad del  día a día porque no hay descanso. Es un aprendizaje constante y perpetuo. Ser serios con él. Ser críticos con vosotros mismos.
Es tan, tan difícil.

BOFETADAS