jueves, 10 de abril de 2008






Pronto, muy pronto deberán de celebrarse las tan esperdas Olimpiadas, en las que participan gran cantidad de jóvenes, que a lo largo de unos años se han estado preparando y dejando la vida para conseguir mejores marcas.
Una antorcha que ha partido de Olimpia en Grecia, que encenderá el pebetero, circula a trompicones por diversas ciudades del mundo, de un mundo cabreado con los sucesos ocurridos entre chinos y tibetanos. Este mundo, ni dios lo arregla, que alguien dijo, si no es por Juan es por Pedro, siempre a la gresca.
Ayer en un telediario, se vió como una persona luchaba por apagar la antorcha con un extintor. Hay que tener imaginación. Me vino a la memoria, cuando críos, que comprábamos un cigarrillo para cuatro chavales y una cerilla, una única cerilla. Aquella antorchala llevábamos como oro en paño. Buscábamos el rincón más tranquilo, en el que no corriera ni pizca de aire; encendíamos el fósforo y como un milagro aparecía la llama y, el puñetero encargado de encender el pitillo, el de más edad, en vez de aspirar la llama, con la emoción soplaba a través del cigarro, nuestra antorcha, se iba al carajo y nos quedábamos de fumar

BOFETADAS