jueves, 30 de diciembre de 2010

AHÍ OS QUEDAÍS





A punto de que el viejo 2010 se vaya definitivamente, grita al mundo, "ahí os quedáis" y pienso que acierta, creo que no tenemos solución.  Y es que venga quien venga, seguirán las mismas guerras o se inventarán otras con gran facilidad, todo consiste en disparar una primera bala, seguirán los mismos o parecidos gobernantes y aduladores, los mismos rostros cada vez más envejecidos -ni las mujeres se salvan-, los mismos encarecimientos de la vida, para de ese modo ir terminando con los que menos tienen y por no tener no tienen culpa de nada lo que sucede a su alrededor; en cuando a las obras, las finalizadas se volverán a "desfinalizar" por el gran negocio que supone y además, ahora se han dado cuenta de que no han metido el cable azul, echando como siempre la culpa al más indefenso, al peón.
El viejo 2010 se marcha contento.  Estaba hasta el gorro de tantos y tantos avatares ocurridos, desde chorradas escritas en multitud de revistas, películas que no hay por donde cogerlas hasta los grandes sufrimientos que suceden cuando nuestro planeta se remueve en su interior cabreado y así, como le ha tocado el turno a Haití, le seguirá tocando a otros lugares para a continuación, decir los periódicos que han muertos tantos cientos de personas, ¿quién contabiliza las que mueren en las guerras?, población y soldados.  El jefe no, es que el jefe, en retaguardia, jamás palma.
No haré balance de este anciano año que termina, quizás, digámoslo así, la balanza esté compensada y es que jamás se pueden colocar en el mismo plato, sentimientos y bienes materiales ya que el fiel, no los distingue, por eso, es mejor callar, dejar que todo siga como casi siempre, dejar de una vez que todo esto termine.
Mañana, el anciano nos deja a media noche.  Como siempre pasaré de unas uvas pues no creo en hechicerías y como siempre también, no permaneceré despierto para ver el cambio de año.  Ni estaré pendiente de la tele en que una orquesta toca mambos en medio del gran cotillón y a partir de la una de la madrugada, barra libre lo que permitirá a esas personas que caminan siempre serias y prepotentes, colocarse en la cabeza un cucurucho sujeto al mentón con una goma que le lastima, pero no importa y es que se ha dado cuenta que hay otra vida mejor, fuera de su triste oficina y hasta se animará, a soplar con ganas un matasuegras que apunta al pecho de una gran pero viciosilla dama que ríe con suficiencia a la vez que se insinua. También, aplaudirá chorradas sin sentido, que dice la niña de papá y de mamá ; también, con la cabeza, seguirá el ritmo que marca la orquesta aunque lo que tocan no le suene porque jamás lo ha escuchado y es que su cerebro, sólo conoce lo que estar sumergido en lo que dicte la  Bolsa.  En la oficina siniestra, está prohibida la música y hablar en voz alta. Y así continuará hasta coger la gran melopea que un día es un día. Los vecinos de mesa dirán "qué simpático está el señor", mientras que con aquellos que se cruzan por la calle, con una botella en la mano, son los asquerosos borrachos de siempre, aunque jamás se hayan visto.
Cambiemos de tercio. Tenemos la costumbre de manifestar, "otro años qué se nos va".  Si has nacido el 31 de diciembre, tienes toda la razón.  Aquellos que hayan nacido en julio, todavía les queda un tiempo.  No hay de qué, señoras.
Aquellas navidades de  hace muchos años, carecíamos de muchas cosas, las que teníamos si se estropeaban, en vez de arrojarlas a la basura, primero intentábamos arreglarla, se zurcían los calcetines, hasta creo que los codos de los jerseys, todo o casi pasaba de un hermano a otro, los libros de texto que al menos los míos quedaban impecables de un curso para otro.  Algunos, sin cortar las hojas que venían pegadas.  Ahora bien, el de Religión, no había por donde cogerlo.  Era el libro más delgado de todos y que después de salir de casa, cuando ya no te veían, se colocaba debajo del cinturón, tapado con el jersey y así caminabas libre.  De regreso a casa, la maniobra al revés, abrazando aquel libro contra el pecho porque de ese modo, daba la impresión -al menos a mi-, que era más grueso. Poco más tarde, conocí y practiqué los dos folios con los "apuntes" que se metían en el bolsillo del pantalón o la chaqueta.  Que antes, todo el mundo iba de traje, la chaqueta para hacer un poste de portería y el pantalón que por mucho que se planchara, a los cinco minutos estaba en forma de tubo cada pernera.  Aquellos años, tenían otro sabor por estas fechas, se vivía con unas ganas enormes e incluso seguíamos repartiendo el día como cuando había clase.  A las ocho de la mañana, dejábamos la ropa en el gimnasio del Insti; salimos para correr por Serantes, Serantellos, Balón, La Cabana, La Malata en donde buceábamos mejillones que cocinábamos sobre una lata, llegada al Insti.  A continuación, caminata por la vía del tren buscando hierro y metales, que se vendía en la chatarrería del Ensanche, dinero para dos funciones de cine y tabaco rubio. Al anochercer,  sobraba tiempo para charlar y jugar otro partidillo con otros amigos.  Y estos días de final de año, se disfrutaban como si fuesen los últimos.  Pena que la lluvia chafase algunos juegos, pero las conversaciones, largas charlas en cualquier portal, eran al menos muy interesantes porque nos enterábamos de la vida que a nuestro alrededor pasaba.
El día 31, todas las gentes, después de cenar, caminaban por la ciudad, entraban en las cafeterías llenas a más no poder y a pleno funcionamiento ya que era una día en que se podía hacer una buena caja.  Había que aguantar un par de borrachines, pero era lo de menos y al final de la barra, Su Señoría que iniciaba el noveno cubalibre, que está tan gracioso esta noche...
Adios, viejo 2010 que es como te han bautizado.
No se a donde van los años al morir, ni me interesa.  Quizás se arranquen de la pared y vayan directamente a una papelera, con algunos almanaques, algunas chicas de bien, hacen cuadros que enmarcan en la calle del Sol y que con el tiempo, a causa de las moscas se ponen perdidos, pero mientras duran, un Sorolla, un Juan Gris e incluso un Picasso, merecen la pena ser mostrados en la salita, en que la máquina de coser es dueña y señora.  Este año que se va, pienso que quedo en tablas, entre dos aguas, en medio de la alegría inmensa y la tristeza profunda, quizás pese un poco más lo segundo, siempre sucede.  Es por eso, que ese que está a punto de llegar, llegue al menos con cambios.  Comienza bien, haciéndose amigo de las eléctricas, del butano, de quienes gobiernan, de los poderosos y la madre que los parió  Ambiciosos a más no poder, sin corazón, que les importa un carajo quien puede o quien no puede pagarlo el caso es acaparar, acaparar y hasta el orondo banquero, se aprieta la barriga para reír con ganas porque, cada año que pasa, su arca sube y sube.  Lo que no sabe o no quiere saber, es que el arca quedará en este mundo y él se irá, como ahora se está yendo al año 2010.

Ojalá que el año que llega, sea más rico en sentimientos que en bienes materiales. Entonces si será un buen 2011.

BOFETADAS