jueves, 7 de octubre de 2010

CASTRO DE COAÑA






En el lector, van corriendo temas de Medina Azahara, que suenan a gloria pero, mi pobre cerebro, me pide me traslade a lo recorrido el pasado fin de semana, por las hermosas tierras y caminos de nuestra vecina Asturias.
De todo lo visto, me quedo con el castro del ayuntamiento de Coaña y así se le conoce.  Veréis, si uno va desde Ferrol o Coruña por la Autopista del Cantábrico, poco antes, a unos ciento y pico o doscientos metros no más, de llegar al río Navia, se toma a la derecha, una carretera señalizada que conduce -incluso pueden ir autobuses- a ese fantástico lugar, rodeado de los típicos paisajes asturianos, llenos de color y luz.
Todo está perfectamente señalizado. Dentro del horario de apertura que podéis ver en la primera diapositiva ampliándola, caminaréis por senderos rodeados de vegetación, castaños,abedules y no lejos, salteadas, algunas casas de labriegos.  De vez en cuando también se pueden ver, torres de hierro oxidado que en otros tiempos sirvieron para la recuperación de mineral y casi un par de siglos antes, para que los romanos extrajesen el oro sin dejar ni pizca para los que ahora ocupan el lugar, que para eso es, la cuenca del Navia. Finalizado el corto camino se llega al castro muy bien conservado, limpio, amplio en el que jóvenes guías, conocedoras de la historia de aquellos tiempos, os relatarán de forma agradable lo sucedido en el lugar y todo aquello, que representa el conocimiento de personas que nos precedieron no hace mucho y es que el tiempo vuela.
Es un asentamiento del siglo I.  Antes de acceder, un lugar de saunas nos da la bienvenida. También unas enormes bañeras, que recuerde, una en el camino, partida en dos. Un camino que se señala por medio de pizarra muy abundante en la zona, que en vez de colocar una sobre otra, lo marcan, clavándola en el suelo y al final, lo que fueron dos garitas para los vigilantes a la entrada del poblado y no lejos, lo que sería el cuerpo de guardia. A partir de ahí, el inmenso castro.
Todas las construcciones se hacen a base de pizarra, unas sobre otras. Me imagino un día de lluvia el brillo que deben desprender.  También se muestran utensilios como morteros o molinos formados por dos piedras labradas, todos ellos  de granito.
Dos murallas rodean el castro, una Acrópolis, es decir, un terreno alto fortificado y un "barrio norte" en donde se encuentran un buen número de cabañas, saunas y otros tipos de estructuras. Un foso, también forma parte del monumental aparato defensivo y es que la muralla de la Acrópolis, en algunos lugares, tiene unos tres metros de espesor. Estas murallas se levantaban colocando y elevando lajas a un lado y otro y en medio, se rellenaba de tierra.
En el conjunto, aparecen los "barrios", grupos de dos o más cabañas, cuyas puertas se orientan hacia una calle o bien hacia una plazoleta, lo que demuestra, que hubo una planificación previa.
Respecto a las cabañas, sus plantas pueden ser circulares, cuadrangulares y otras en forma de elipse.  Sus muros, bien pudieron tener unos dos metros de altura e incluso más, ya que se conservan muros de casi cuatro metros.  Hay que significar, que la cabaña castreña, no comparte muro con sus vecinas.  El tejado solía ser de paja o de retama.
Hasta este momento presté atención a la joven guía.  Como soy más bien de caminar a mi aire y libre ir descubriendo, admirarme sin que alguien me lo cuente, le pedí que no me tomase por un mal educado, que había estudiado Arqueología -no le dije que no había prestado mucha atención- y que me dejase suelto. Ella, encantada de tener un "colega" cercano.  Lo siento rapaciña, pero es que prefiero caminar a mi aire; ya tendré tiempo después de documentarme y prueba de ello, es que a través de una compañera, me ha llegado un artículo que escribió en su día García Bellido, precursor hace unos 40 años de que saliese a la luz el lugar. Información que ha enviado su hija Julia.
El castro, se encuentra en excelentes condiciones y lo bueno, es que puede ser una excursión que se realizar desde el noroeste, en muy pocas horas, por una carretera muy buena.
El que escribe, continuó por otros lugares hasta que los nubarrones en lo alto se volvieron negros y el viento, siempre presente, no dejó de hacer de las suyas, sobre todo a las mujeres que caminaban con faldas, que  las apretaban  contra las piernas por delante, para que no se volviesen a levantar, pero, dejaban sin cobertura la retaguardia y vuelta a empezar.  Hace tiempo, abrimos ojos como platos la escena de Marilyn sobre el respiradero del metro; pero es que hemos madurado tanto, que la gente de ahora, ni importancia.  Al menos en algo, comenzamos a equipararnos a los países más abiertos de Europa.
Podía copiar la información que tengo y de ese modo continuar escribiendo, como relleno de lo que supone la visita al castro de Coaña pero lo veo del todo ilógico, sería una forma, de que la mollera dejase de trabajar y a estas alturas, no es bueno, nada bueno aunque, es buena época para olvidar lo que no interesa recordar, pero es tan difícil. A los viejos todo le resulta difícil. ¡Ah! y  para los ferrolanos, a la palabra "coña", le suman la "a" y recuerdan el nombre del lugar, Co ( a )  ña.
Regreso al castro.  Cerca de él, la ciudad de Navia en la que encontraréis sidrerías muy acogedoras.  La comida no es cara y se aconseja el pote asturiano, una especie de caldo mezclado con cocido gallegos. De él guardo un grato recuerdo en Taramundi hace algún tiempo. Estaba tan bueno, que yo, que no soy nada comedor, me metí un par de platos. Parecía que los ángeles, ese día, les había tocado trabajar en las cocinas.
Hablando de Taramundi, otro lugar digno de visitar en menos de un día y para aquellos a quienes guste la naturaleza sin trampas, tal como es y debe ser, con molinos, batanes, una pequeña capilla, artesanos que hacen cuchillos.  Por lo visto el hombre que los hacía falleció y ahora cuatro chavales han aprendido el oficio, dicen que son bastante buenos. Caminar por Taramundi, es hacerlo por un lugar de ensueño, que al final vienen siendo, ensoñaciones una tras otra.
Y como el cerebro dice ¡basta!, le hago caso como siempre, dejo de escribir y a esperar paciente a ver lo que se le ocurre.  Él dirige, yo, que remedio, obedezco.
Y de ese modo, de momento nos llevamos bien.
Al menos es lo que creo.

BOFETADAS