domingo, 4 de mayo de 2008

MADRE






Madre, ¡cómo te echo de menos!, ¡cómo te necesito!. Nuestras viviencias, las tengo muy presentes; nuestros paseos mientras me enseñabas maravillas de la naturaleza, nuestras risas a todas horas no se me olvidan. ¿recuerdas, el día que quedamos unidos a aquel tubo a causa de la electricidad?, el día que te enteraste por mi de cómo falsificaba las notas con agua y lejía, y el trabajo que me daban cuando llevaba siete meses el boletín, hacerlo y reacerlo, te acuerdas de aquel marinero al que abrías la puerta, un saludo y un taconazo, y sin más, entraba en la cocina, levantaba las tapas de las cazuelas, se sentaba a la mesa y tu le quitabas el hambre que el pobre pasaba.
Con qué mimo me ayudabas a dar de comer a los pájaros que traía a casa, al mirlo que terminé empachando, al gavilán que no hacía más que pedir carne, los periquitos que volaban por parte de la casa y que tu con paciencia ibas limpiando sus basuras, los grillos que no cesaban....
Yo era muy abierto y te contaba mis cosas. Se que las niñas también te contaban sus prematuros amoríos, eras su celestina pero jamás me contaste a mi de que iba todo aquello, seguramente para que me lo ganara a pulso y no llevara ventaja sobre los demás.
Dabas vuelta a los bolsillos de mis pantalones para lavar. La cantidad de tabaco que aparecía era superior a lo que yo pensaba, era un niño. Jamás me afeaste que fumase, ni cuando las vecinas te venían con los chismes -que eran continuos-; ni cuando escapaba a la mar creyendo que no te dabas cuenta, ni a las verbenas saltando por la ventana, ahí siempre os gané la mano, jamás os enterasteis; ni te enfadaste cuando llegué acompañado de un guardia que me sorprendió pescando peces en la fuente del Cantón.
Se que te ponías triste cuando papá salía a navegar, que era casi siempre, pero mirabas para tu prole, cuatro niños casi iguales que había que sacar adelante, y tu luchadora, una sonrisa, un no me piséis que acabo de fregar y a tomar el mando de padre-madre una temporada. Era difícil, ¿verdad?, y yo aún te lo ponía peor con mis notas y mi no asistencia a las clases. Luego en verano, voluntariamente me sacrificaba y salía adelante.
Madre, quisiera verte ahora, que te dejaran venir un rato para contarte cosas nuevas que me han sucedido desde que partiste y recordar como te echaban piropos los soldados y yo te defendía bajándome los pantalones, aún cortos, y mostrándoles mi pequeño culo. ¡Cómo me dolía que se metieran contigo!. Un día, me separé de ti, corrí hacia un soldado que tenía unas estrellas y se lo dije; desde aquel día caminábamos hacia la casa de los abuelos, más tranquilos. Es que tu eras muy bella,una mujer muy guapa, me lo decían las mujeres y los hombres lo pensarían. De ello me sentía orgulloso. Chus, tu nieta, también se parece a ti.
Sé que estés en donde estés, sigues mirando por mi, quizás me reproches algunas de mis ideas, es que he madurado y veo las cosas de otra manera, no me vale la fé que tanto nombran y ya ves, la vida me va bien, hace tiempo que he formalizado, que casi he sentado la cabeza. Alguna vez tenía que ser. Dile a papá, a mi hermano y a todos, que los recuerdo; que pronto nos encontraremos, quiero madre, que me sigas contando aquellas historias que tanto me gustaban y otras nuevas que sabrás, yo te contaré las mías, ¿o ya las sabes?. Cuántas vivencias guardo. Qué hermosas.....
Te necesito madre, día a día te necesito. Te quiero.

BOFETADAS