lunes, 23 de junio de 2008

SÓLO HASTA PRONTO






Me decías quejándote que sólo pensaba en la embarcación, que su vida era la embarcación. Los marinos, tienen dos ilusiones, la casa con la esposa y su barco con la mar. Mira, cuando navegan ansían llegar a su casa y cuando están en ella, echan de menos el barco. Forma parte de sus vidas, forma parte de sus pensamientos. Pero también me tienes contado, de vuestras salidas a pescar, de aquella vez que cogiste un pez raro, de vuestras navegaciones por el río, de muchos momentos vividos a bordo de la embarcación, en el fondo, tu también la querías.
Recuerdo que un mal día marchaste apurada, su corazón de cristal se la había roto. Verás, le dicen de cristal aunque no todos los corazones lo son; aquellos que aman la Vida, que aman a las gentes, a la naturaleza, que lo aman todo. Día a día ese corazón les va aumentando para dar cabida a tanto amor y al final, sus paredes quedan tan finas, y son tan delgadas, que rompen. De ahí proviene su nombre de cristal. Así lo tenía él, no lo dudes.
Lo conocí durante una de las comidas que hicimos en el Pazo de Isabel II. Al instante congeniamos, irradiaba bondad y a mi, la persona que al hablar me mira a los ojos, lo hace con una sonrisa permanente y no eleva el tono de voz, ya me tiene ganado. Hablamos de una y mil cosas, del barco también, de lo bien que se encontraba y de los muchos quilómetros que hacía para ganarle la batalla al colesterol. Me invitó a su barco, para que pudiera hacer fotos desde el río, que aquello es de una gran belleza y se dirigió a ti para que lo confirmases, ¿verdad Mercedes?. Y tu afirmabas mientras hablabas con otras personas. Quería que también fuese a la cucaña en la "fiesta de las Peras", y me lo iba describiendo todo como si sucediese en aquellos instantes. Fuí feliz escuchándolo.
La tarde fué cayendo, poco a poco dejamos recogido el lugar, nos despedimos todos hasta la próxima, próxima que no llegó y bien que lo siento, hubiéramos retomado la conversación en cualquier punto y seguido, pero entonces sería yo quien prohibiría hablar de médicos por el temor exagerado que les tengo. Ni de niño jugaba a ellos.
Una compañera lo dijo. Nadie se había enterado. Cuando lo supe, me quedé sin alma que voló de inmediato a su lado, ganas de gritar, ganas de mandar todo a la mierda porque odio las injusticias vengan de donde vengan, y esto si fué una gran injusticia. Alguien me dijo una vez que los buenos, que son pocos, se van pronto, y es por eso, que la población mundial sigue aumentando cada vez más.
Nos enteramos tarde. He respetado tu silencio y es ahora que en voz baja escribo, teniendo ante mi las fotos de ese día en el Pazo. Sé lo mucho que duele el no tenerlo, más él seguirá estando contigo en todos los momentos del día y de la noche, siempre a tu lado porque era mucho lo que te quería, aunque de vez en vez y de puntillas, en el duro invierno, con temporales, salga de casa y se dirija al muelle, a mirar si responden bien las amarras del barco, para que la mar no se lo lleve.
Siempre estará entre nosotros. La gente buena, nunca se olvida, jamás. Amén.
- Para Mercedes con todo el cariño de que soy capaz-.

BOFETADAS