miércoles, 5 de diciembre de 2007

YA TIENES TU LUCERO.



Al igual que los demás niños pequeños, corretea por la calle de la ciudad, en aquellos años en que, cuando se veía un auto a lo lejos se avisaba y pacientemente se esperaba, subidos a la acera, unos cinco minutos a que pasara.
Eran tiempos en que al llegar la noche, desde cualquier lugar, mirando a lo alto, se podían ver campos y más campos de estrellas que colgaban como luces de navidad.
Había algo, que a la niña llamaba la atención y pasaba todo su tiempo, con la vista fija en aquel lucero al lado de la estrella más brillante. Así, permanecía embobada todos los días hasta que su madre la llamaba para cenar.
Poco más tarde, de nuevo en el balcón, continuaba con la vista alzada y el corazón latiendo muy aprisa. Entonces su padre se le acercaba y al oído, bajito, para que nadie se entererase, le decía: Algún día, ese lucero, será tuyo.
Pasan los años y como hacía de pequeña, sigue todas las noches, mirando al cielo.
Con el tiempo, da a luz un niño. Pregunta cómo tiene la cara, el pelo, la boca ...... Al verlo, la mujer lo abraza y lo besa una y mil veces, - le llamaremos Raul - dice. Al instante, rodeada de gente, salta de la cama, las piernas le tiemblan y su corazón, late con más fuerza que nunca. Mira al firmamento, primero con miedo, luego con ansiedad, se da la vuelta y mirando al niño dice feliz: Es el lucero, es el lucero, es el lucero....
Su padre, en silencio, sale al balcón. Suspendidas del cielo, las estrellas. Ve la más brillante, la que estaba al lado del lucero, pero el lucero, ya no está en lo alto. En donde estaba, solo hay oscuridad, una gran oscuridad.
El padre, se acerca, le da un beso en la frente y al oído, muy bajito, para que nadie se entere, le dice: - Al fin, ya tienes tu lucero....
- Para Chicha Uno y para Raul.
Sin más comentarios -.

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