sábado, 15 de diciembre de 2007

ATADO A FERROL






Comenzaré diciendo que me encuentro muy bien, en medio de los compañeros de Coruña y Betanzos. Sigo diciendo que los aprecio un montón ya que son buena gente. Continúo diciendo que rapidamente hicimos amistad, una buena amistad que perdura y se que continuará siendo así siempre. Sabía que unicamente serían unas horas de convivencia que llaman, y al atardecer regresaría. Sucede, que cuanto más me alejo de Ferrol, ese cordón umbilical con el que estoy unido, temo que de tanto estirar por la distancia, vaya a romper, pero no, se que hay un lazo en el medio que lo hace indestructible. Es que al alejarte, dejas muchas cosas que quieres atrás y temes te de un "telele" lejos, te olviden dentro de una caja en un lugar oscuro, húmedo, sin vistas, sin conocer a los vecinos muertos que tienes al lado y ahí termines, sin que la gente que te quiere pueda decirte al pasar, un ciento de maldiciones de las que sin saberlo, eres merecedor.
No quisiera morir en Coruña. Jamás me acostumbraría a permanecer en ese cementerio que siempre veo en sombra al lado de la autopista y yo, de pueblo, de la aldea grande de Ferrol en donde todos nos conocemos, deseo que me entierren con vistas a Chamorro para ver los fuegos el día de la patrona o me quemen y me dejen vagar en medio de las tormentas eternamente, porque la materia no se destruye.
Cuando jóven, después de permanecer una buena temporada lejos, al regresar en tren a casa, a la altura de Fene por la noche, ver toda la lucería de Ferrol, de Ferroliño del alma, los ojos se me humedecían y el corazón me latía alocado, tanto, que sus golpes lastimaban. Si en aquellos tiempos me sucedía eso, cuanto más hoy que a los viejos las lágrimas lea afloran con más facilidad, al menos a mi. Más no me importa, porque a través de ellas, veo aumentada a la gente que quiero que es mucha, en Ferrol y desde hace un tiempo en La Coruña y cercanías.
De todas formas como ya he dicho en este Blog, me gusta la capital y muchas veces envidio a los que viven en una grande, ya que por la calle pasan desapercibidos; como si quieren ir en pijama, nadie los mira. En una aldea grande... estás perdido, te visten y te desnudan sin darte cuenta.
Ferrol, como os diría, es entrañable, al menos para mi que me vió crecer con todas sus consecuencias y vivencias, que han sido muchas y es cierto, lo aseguro, cuando amamos en Ferrol, durante el día, a pleno sol, somos capaces de ver todas las estrellas del firmamento.
Es fácil. Dejar la mala leche en el portal de vuestro domicilio, salir a la calle y al regreso, de nuevo en ese portal, la recogeis.
Funciona. Ya lo creo que funciona.

BOFETADAS