Yo, entre el mar y entre el cielo,
sobre las hirvientes aguas de la vida.
Acuciado por noches y por sueños.
Huído en medio de mi ser, transito.
Acogido, ya, a la mitad humana del camino.
Contemplo en distancia los hechos
que me forman;
y sigo, sin saber en dónde mi sendero,
doblará al final del tiempo establecido.
Porque vivir es sólo un paso exiguo
del instante que hace mis momentos.
Recojo mis frutos, ando lento.
Pues que la vida que nunca obliga
hace de mi, solitario al viento,
un barco negro, que deja el puerto,
quedando en él, a quien no olvida.
Entonces comprenderás que no es razón
la que nos asiste en la felicidad o
tristeza de los días.
El pájaro hoy no canta, ha muerto de frío.
- Loiba Sober -