En aquellas tardes ferrolanas, de lluvia menuda y contínua, con las punteras de los zapatos embarradas de patear lo que se ponía por delante caminábamos, y frente a la imprenta "El correo gallego", comprábamos en una tiendecita, unas cajitas de madera que contenían el primer turrón de la temporada. Aquella tienda, creo que unicamente abría al acercarse las navidades. El resto del año, permanecía cerrada.
Aquella cajita, que guardaba un turrón blando, nos hacía los niños más felices del planeta.
Cuando aquello terminaba, nos íbamos a los "crollos", una bolitas duras como el acero y junto a los pirulís de la Habana .... que se comen sin ganas -como decía el anunciante -nos tenían un tiempo entretenidos y tranquilos. Las niñas, que siempre manejaban más dinero, compraban en el Negrito, una mezcolanza de pasteles, los "picaderos".
Hoy, al abrir el frigorífico, me he dado de bruces con un ciento de turrones, cada uno de ellos de un sabor diferente. A mi, que me dejen el blando y el duro, los tradicionales; lo otro, es lo otro pero no es turrón. ¡ Ay ! tardes de calle Real, arriba y abajo, con el dichoso y enorme pirulí en la boca, pegándote los dientes. Quizás, si hubiera tenido más dinero, hubiese comprado picaderos para toda la pandilla; bueno, algo sobró del cine que terminamos gastando en el carrito de la algarroba. Qué paciencia la de aquella mujer con los niños....
La primer vez que llegué a Mallorca, me di de bruces con unos árboles, de los que pendían algarrobas, que se podían coger sin problemas. La primera vez que fuí a Tuy, me di de bruces con una gran cantidad de viñedos que te ofrecían, sin más, todas las uvas del mundo. En ambos casos, donde mucho hay, qué poco como.
Aquellos años de lluvia menuda, insistente, los cines nos amparaban con su calorcilla. En ellos, se le gritaba al "malo", se aplaudía al "bueno" como aplaúdíamos a la marioneta que daba una paliza a la bruja con aquella paleta de madera, que llevaba cruzada en el pecho.
Aquellos años de lluvia menuda, persistente, lluvia triste y de portales, de mi primera multa por pescar peces rojos en el estanque del Cantón. Años de cine, de "descanso, diez minutos. Visite el ambigú". Los cines, siempre olían a cáscaras de cacahuete pisada o al menos, eso me parecía.
Los cines del follón continuado en el "gallinero". Hombres mezclados con niños; marineros mezclados con niños; la flor y nata de los barrios mezclados con los niños. He ido mucho, muchísimo al cine, las más, a "gallinero", y jamás esa gente movió un dedo en contra de los niños, los defendían como propios, nos defendían contra todo y todos.
Aquellos años de Ferrol, días de agua menuda, constante,contínua, impaciente que se colaba por todo el cuerpo.
¡ Qué maravillosa aquella lluvia !, ¡ qué hermosos aquellos tiempos !.
Al menos, a mi, me lo parecían, ahora que los recuerdo.