sábado, 22 de diciembre de 2007

NACÍ CAPRICHOSO






Fuí al mar en busca de olas, pero la mar estaba calma. (Lucas. Opus 5, Versículo 12).
Subí al monte para ver un paisaje inusual, y la niebla lo cubría todo. (Mateo. Opus 9,Vers. 7).
No siempre podemos tener aquello que tanto ansiamos y por lo que suspiramos día a día. Siempre he sido un caprichoso porque todo cuando ansié, me lo dieron. Sabía como enamorar a mis abuelos, ya lo creo que sabía, y eso que no levantaba más de dos cuartas del suelo.
Nací caprichoso y lo sigo siendo en menor medida. He llegado a un punto en que voy a los grandes almacenes y a mi, que me encanta todo lo que lleve algo de electrónica, hoy por hoy, no hay nada que me llame la atención porque de todo dispongo, incluso aparatos caros que aún no he usado, porque no tengo el humor de ponerme a descifrar esas interminables instrucciones, muchas veces escritas en español macarrónico.
He dejado de ser muy caprichoso y me alegro, porque se que en esta vida que nos toca, hay mundos en los que no nos fijamos, que nos creemos que nos quedan lejos y los tenemos a la puerta de nuestra casa. Culturas atractivas, que les decimos.
Conocí a Andrés, un hombre bueno que pedía algunas monedas para subsistir. A cambio, te enseñaba una estampa de un santo, jamás adiviné que santo era, por la mugre que tenía sobre la cara y cuerpo. Sólo se le veía un trozo de falda, que bien podía ser la de san Anastasio o la de Pamela Anderson antes de meterse en el mar. Bendita inocencia la de Andrés que en medio de aquella mugre, veía un santo. Milagros, siempre los ha habido sin ir a Lourdes. En una ocasión le dije que enseñara otra estampa más nueva, contestó que unicamente tenía esa que le había dado un cura al que pidió limosna para comer algo. El cura, de buena panza, le dió la estampita, como alimento del alma, pero con ese alimento, las entrañas ante el hambre, muerden y cómo murden las puñeteras entrañas.
Hace años, un compañero me abordó en la calle mostrándome una invitación de boda; se casaba. Tomé la invitación para guardar y me dijo que nones, que unicamente tenía esa y era la que mostraba a la gente. Era la invitación de "prueba" que le hicieron en la imprenta. Si compraba el lote, me dijo, se le iba muchos dinero.
A Andrés, no le dieron estampa alguna en la imprenta, se la dió un cura como alimento del alma.
Andrés necesitaba, le era primordial de vez en cuando, el otro alimento.
Nací caprichoso, me alegro de serlo sólo a ratos, no me importa, lo necesito, es parte de la Vida que siendo tan hermosa, enamora. Vaya si enamora.

BOFETADAS