En el carnaval de la vida que nos toca vivir, todos sin excepción, formamos parte de una gran orquesta, que gira y gira alrededor de unos símbolos que hemos escogido,o se nos han impuesto.Todos vamos mezclados, aunque algunos se crean, que se encuentran siempre en un estadío superior. El paso del tiempo, los colocará a la misma altura de los demás. Si no fuese así, carteristas,chulos, maltratadores, maltratadoras, asesinos, asesinas, gentes de guante blanco, no tendrían nada que hacer, pero como van mezclados entre tenderos, políticos, estudiantes, militares, cardenales, y gente que nunca dió ni dará palo al agua, siempre sacan tajada de los que se dejan querer.
La vestimenta, forma parte de ese carnaval. Los oros, los colorines,los chaqués , los plateados imperan y al menos así, piensan llamar la atención de la hembra; lo han copiado de las aves, aunque la hembra,que ha madurado, suele estar metida en otro carnaval de grandes alturas, de veloces vuelos. Nunca, a ras de suelo.
Una máscara, una careta y todos iguales.
- Es que yo, no me coloco la máscara -
Tu eres la máscara. Unas veces la pones de padre amante, otras de misa diaria, otras de cumplidor de los mandamientos que dices, las más de sinvergüenza al frente de una gran banco o de una gran fábrica. Tu disfraz, de vez en cuando, con el viento se abre y dejas ver un montón de porquería.
Mucha gente también, yo también, aquí ni dios se libra. Hay fango por todos los sitios. Miramos para otro lado cuando nos enseñan las miserias de vidas que tenemos cercanas, porque lo que nos queda un poco lejos, nos importa un carajo. Amén.
Los soldados cuando mueren, no precisan máscara. La cara en si, con esa mueca que se les queda, es una máscara. A los niños que disparan, se les queda de dulzura, como si la cosa no fuera con ellos, como si estuvieran cogiendo flores en medio de la arena, del mar. Dulzura de perdón.
Ayer he visto un documental. Lo he visto a medias porque en ocasiones, la crudeza de las imágenes, no me permitía mirar. Quizás ayer, no estaba yo para documentales. Quizás ayer, mi pensamiento acudió a otros derroteros. No lo sé.
Carnaval en los corazones.
Caretas flotando por todas las esquinas, cubriendo los que ya no están.