Siempre tuve duda de si la gata que me obligaba a rascarle el lomo, era hembra o del otro género -lo de macho me suena a centroamérica-.
Hace unos días, caminando nos encontramos y dispuesto a mimarla me agaché. Mi sorpresa fué que al hacerlo, huyó a toda prisa. Me dolió, porque le tenía cariño.
Cerca, un anciando me dice: - Las gatas siempre huyen....
Hoy, la veo y corre hacia mi. De un salto se queda en mis brazos.
- ¿Por qué me escapaste?, pregunto.
- Fué, por el que dirán de las otras gatas del grupo.
- Pero ahora te criticarán si te ven conmigo .
- Ya no me importa, prefiero tu compañía, en ti hay amistad, en ellas..... envidia.
- Bueno, tendré que bautizarte. Te llamaré "Manchas".
-¿ ... ?
-Por como me estás dejando la ropa
-Hay que ganar el sustento por los campos-, me dice altanera.
-Nunca, te faltará comida-, le digo, mientras la deposito con cuidado en el suelo.
- Adios "Manchas"-, me despido
- .......
- .......
-Adios Chalo-, me responde.