A mis recuerdos vienen, estampas de esclavos negros, cargados de cadenas. Al cuello un collar de hierro mohoso.
A mis recuerdos viene, el perro que acaricié en cualquier lugar, débil, arrastrando una larga y pesada cadena.
Es un perro pequeño; no se su nombre, desde el primer momento me entregó su amistad.
Si fueses mío, no dejaría que llevases ni cadena ni collar. Le pediría a tu vecina la araña, te tejiera una tela cargada de perlas, para cubrir tu aterido cuerpo. De madreselva, te haría una corona. Pediría a las golondrinas que jugasen contigo, ¡ah!, y una novia, la más hermosa, que te amase, que te amase lo que te queda de vida.
Pero tengo que continuar la marcha, aunque se me hace difícil, mientras tus enormes ojos negros no dejen de mirarme, suplicantes. Camino. Regreso y le doy parte de mi comida. Continúo.