Hace años, destinado en Madrid, me encontré con seis "chavales" de vida alegre que hacían la mili. Desde un principio les respeté y me hice muy amigo de ellos. Me contaban sus cosas, bailaban para que yo -que no tengo ni idea - les corrigiera. Se empeñaban en plancharme la ropa aunque ya lo hubiesen hecho el día anterior, me hacían la cama varias veces al día, en fin, me apreciaban y me cuidaban. Tanto es así, que cuando me vine para Ferrol, hablaba como ellos y tenía que hacer un gran esfuerzo para hablar "normal". A uno, a Jacinto, lo encontré luego en la prisión de Caranza y si, nos abrazamos durante mucho tiempo mientras lloraba; nos abrazamos delante de todo el mundo. Era mi amigo.
Viene esto a cuento, porque en el Campus, cuando me invitan a tomar algo y sólo van mujeres, me retraigo un poco ya que temo me suceda, les coja la entonación y termine hablando como ellas. En fin, que me salga "pluma".
Ayer, hablábamos cinco mujeres y yo alrededor de una mesa. Fué algo fantástico. Hacía tiempo que no lo pasaba tan bien. La conversación del conjunto (si escribo de todos, es masculino y si escribo todas me incluyo) giró en torno a tiempos pasados. Hablábamos casi al unísono ya que teníamos en mente, miles de recuerdos. Durante una hora y pico, en aquella mesa, en el rincón de la estancia, no hubo un sólo silencio y si, de vez en cuando, alguien del grupo, ponía orden para que bajásemos el tono de voz.
Hacía tiempo que no disfrutaba tanto y lo curioso es que, cuando hablábamos de los que ya no están, coincidíamos en las vivencias, aunque de niños, estuviésemos alejados unos de otros. Abuelas rodeadas de nietos, mujeres bajo el temor de la iglesia y de las malditas normas establecidas, que no iban con los jóvenes, siempre mimados y mal educados, colegios, clases , gimnasia con aquellos horribles bombachos ..... y más.
Escondidos tras las nubes, en silencio, para no romper aquel momento, los que ya no están, se alegraban al escucharnos y quizás, algún clérigo o algún mandamás, les dirían: ¡ Qué mal nos portamos con ellos, no se lo merecían !.
Si escuchan, yo les digo, que al menos, las mujeres no se lo merecían porque los chicos mal o bien, hacíamos lo que nos venía en gana. Yo al menos.