Terminó el Seminario en Humanidades. La última conferencia "Nuevas tecnologías: fuentes latinas y Gallaecia antigua". El proyector, continuamente, dejaba ver en la pantalla textos y más textos en latín. El conferenciante daba por sentado que lo dominábamos. Hice memoria y no soy capaz de declinar el rosa-ae ni el qui, quae, quod.
Recuerdo, hace unos años, también en Humanidades, la conferencia iba a ser en inglés y nos la dieron escrita, traducida al español. El conferenciante leía y yo, que soy de frances, al oir que pasaban la hoja, la pasaba. Lo malo fué cuando me perdí al mover las hojas, opté por cerrar el cuadernillo y mirar para el orador sin entender papa. El hombre, al observar que yo no leía, dió por sabido que conocía su idioma y todo el tiempo estuvo dirigiéndome la charla. Yo, como buen español, afirmaba a todo lo que me decía, ¡oh, yes!. Faltaría más. Al finalizar me escabullí como pude, para que no me hiciese preguntas.
Pocos días después, equivocándome el día de conferencia, entré en el Aula Magna y allí, aguanté hora y pico, hasta que dieron un descanso; me daba vergüenza salir antes, allí se discutía inglés, al más alto nivel, entre enseñantes del idioma.
El inglés me pesigue, más, mientras no nos devuelvan Gibraltar, no pienso aprenderlo. Que no. Que no quiero.