domingo, 2 de septiembre de 2007







Pronto, sin darnos cuenta, entraremos en el otoño. Lo presiento al mirar por la ventana al amanecer y observar cierta palidez en el paisaje y en el aire.

Me gusta el otoño, en el campo con las hojas amarillentas que juegan entre ellas al escondite. El viento me golpea el rostro sin compasión y la gente se inclina cuando camina para vencer su resistencia. Los goznes de una puerta mal cerrada, gimen, no quiero pensar si es la puerta del cementerio. En lo alto, una bandada de cuervos luchan contra la tempestad y el sol, sus puestas de sol, pálidas como la sonrisa de un enfermo.

Estoy soñando de nuevo,

BOFETADAS