domingo, 12 de septiembre de 2010

AL SÉPTIMO DESCANSÓ.


Pues ya podía haberlo dicho hace más de sesenta años y no por estas fechas.  Me hubiera evitado muchos sufrimientos.  Creo que a millones de niñas y niños también.
Es que el buen señor Stephen Hawking acaba de escribir un libro en el que narra que dios, ese dios que al parecer anda por las alturas y en todos los lugares, no existe, no hay tal.  Que todo sin excepción se inició de la nada y que una vez hayamos muerto, no iremos a lugar alguno, desapareceremos como desaparece el humo de un cigarrillo a nuestros ojos.  Me lo imaginaba, pero permanecía callado y ahora, este buen señor, con tal de hacerme la puñeta, me dice que ya no me encontraré con la gente que hora tras hora soñaba, que me hacía una ilusión enorme encontrala de nuevo, aunque todos estuviésemos hechos unos zorros.
Será fantástico verles las caras a los musulmanes cuando se enteren de ello.  Veremos en donde dejan aparcada tanta guerra, tantas ganas de guerra santa, tantos horrores de sangre y sacrificio a cambio de un trocito de cielo con jardín que les han prometido.
Me hubiera gustado que este buen señor, el Stephen, lo hubiera escrito hace muchos años, cuando yo niño porque, lo que los curas introdujeron en mi pequeña mente -no en el cuerpo a dios gracias- fue terrorífico. Muchas veces he levantado a gritos a mi abuela en medio de la noche porque sobre la cabecera de mi cama estaba el diablo mirándome.  Incluso con la luz encendida lo veía. Lo pasaba muy mal y sólo tenía cuatro o cinco años. De nuevo para su cama a terminar la noche, porque allí, con mi abuelo al lado, si que no llegaba aquella cosa roja, con cuernos, pezuñas y con un rabo largo como un día sin pan, que no dejaba de sonreirme.  Aún me parece estar viéndolo.
Niño, he caminado temeroso por la calle, temeroso que me ocurriese cualquier cosa y muriera en pecado, cualquier pecado porque mortales que decían ellos, todavía no los conocía.  He sido una víctima más de la pobre o mala conciencia de algunos sacerdotes -repito- algunos sacerdotes que al parecer, el único tema que conocían o les gustaba era el de atemorizar a los niños. Y como les creíamos... Tela de verano.
Asistí un par de años al catecismo de la iglesia del Carmen.  Me daban "premios" a cambio de trabajos que realizaba amén de mi buen comportamiento ya que el pecado, ya me dirás, siempre rondaba (sic).  Con mi amigo Paco, Pacurri que fue cura en Cariño, acudíamos a confesar al Tirso. Él iba siempre al mismo fraile, el que escribe a otro cualquiera, el que terminase antes el rollo.  Si se llegan a invertir los confesores, a día de hoy soy sacerdote en cualquier aldea y mi amigo un golfo, tanta era la disposición que yo tenía a aquello que significaba "la salvación del alma". Que nadie me diga: es que dios no lo quiso, que hoy, nadie lo diga.
Como siempre me sucede, un día me aburrí de todo  porque iba creciendo.  En el catecismo nos daban puntos.  La catequista que me apreciaba mucho, incluso me llevó a su boda, hacía alguna trampilla y me daba más puntos que a los demás y otros que le iba cogiendo sin que se enterase.  Poco antes de la llegada del verano, yo tenía más puntos que nadie y a cambio, como premio al número uno, me dieron un cuadro con la foto de un santo descolorido, tan desconocido, que ni el cura supo decir quien era. Al segundo clasificado un hermoso juego.
Ahí si que no perdoné.  No volví más a esas reuniones.
Y ahora, sin haber pensado en los niños de entonces, Hawking dice que dios no existe,y añado, que mucha gente ha perdido su tiempo rezándole, pidiéndole imposibles. Que se han levantado catedrales, iglesias, ermitas cada cuatro metros a fin de especular con los terrenos, incluidos atrio y cementerio, amén de la carballeira anexa que curas listillos añadieron a las propiedades del señor obispo, que viene a ser representante y contable de los del Vaticano.
Es cierto que he pensado muchas veces en eso que llaman fe -creer lo que no vimos- y hasta me parecía que tenía una gran trampa.  Es como si en una casa que todo el mundo pasa hambre, el padre dice a la familia que se sienten en la mesa y lo que ven en ella son platos vacíos.  Protestan alegando que están vacíos.  Tener fe y comer, que no os caiga nada sobre el mantel. Estáis alimentando el alma.
Durante los estudios, en todos los cursos, un cura nos daba clase de religión -digo cura pero quien quiera, que entienda también lo de sacerdote-. En una clase de cincuenta chavales, un grupo numeroso, amparándose en los de delante, abusan, abusamos del profesor no permaneciendo callados como quería, mientras leía un misal o algo parecido pero, cuando la templanza no lo aguantaba, cuando la palabra perdón desaparecía de su pensamiento, comenzaba a repartir leña por todo lo alto.  Se arremangaba y las ostias iban y venían que daba gusto sin pensar ni un segundo en las edades -unos once años- de aquellos a quienes pegaba.. Es que le teníamos que poner las dos mejillas y más.
Al terminar, un padrenuestro, dos avemarías ya quedaba listo.  Si se había pasado pegando, un yo pecador me confieso.  No pensaba que teníamos un promedio de seis clases al día y en todas ellas nos mazaban.
Hoy, que no hay nadie que me señale el camino a seguir, que tomo para andar el que me viene en gana, que desde hace mucho tiempo pienso de manera diferente a como queríais que pensara, el bueno y arriesgado Stephen no me dice nada nuevo, lo descubrí hace mucho tiempo, sin que este buen hombre me lo viniera a contar a estas alturas,  tan tarde, en un libro que no mucha gente comprará, pero que al menos será discutido.
Si es muy fácil.  Jesús no iba de rico y poderoso.  Bienaventurados los pobres, los humildes..., decía.
¿Habéis estado en el Vaticano?. Si contestáis que no, en la Red, podéis verlo, hay miles de fotos e incluso videos para gloria de dios.  Dicen.
Me quieren hacer creer que dios es bondad, pero es que lleva mucho tiempo dormido o despistado, demasiado tiempo descansando o quizás, le gusten las guerras, el que fallezcan de hambre miles y miles de niños al día - a lo mejor dices tu que lees, que no los hagan -.  Los terremotos con sus terribles consecuencias de muertes y devastación, pero quizás sea muy gratificante.  Las guerras religiosas, que siempre han sido las peores sin olvidarnos de la Inquisición en muchos países, pero el nuestro con Torquemada y sus secuaces se llevaba la palma.  Todo esto y más, pasa sin pena ni gloria en esta Tierra en que todo vale y en la que los únicos que perviven son los poderosos.  A esos no les tocas y eso que son los que menos llenan las arcas vaticanas. Son los pobres los que entregan si le pidieras, la vida; pero no se la pides, se la quitas muchas veces con sufrimiento, con mucho dolor, incluso a los niños que, ¿qué daño te hacen?.  ¿Ese es tu poder?. Me río.
Hace tiempo que descubrí que no estabas.  Y si estabas, te importaba todo un carajo. O como los curas me decían continuamente, que nos estabas probando ¿cómo hacen los entrenadores de futbol?. Pues ya te vale y anda que no has tenido tiempo.  Hasta aquel sacerdote a una pregunta, me contestaba que los de la selva, a donde nadie llegó, que no creen en dios porque nadie le habló   de ello, también se irían  al infierno. Eso si es justicia divina.
Hawking no me dice nada nuevo.  Quizás tuvo que estrujarse las meninges para escribir ese libro.  Si me hubiera preguntado, se lo hubiera dicho de corazón.  Le hubiera contado verdades que ahora callo, no merece la pena revolverlo.
Han estado jugando con el más allá, a todas luces desconocido para todos, ellos incluidos. Nos han estado vendiendo trocitos de cielo a cambio de dinero, fortunas de gente temerosa, herencias para que las misas no le faltasen. Hasta nos han prohibido querer, amar, que para algunos sigue siendo un pecado.
Han estado jugando con el miedo y seguirán, pero yo, no os temo.
Sabed, que hace muchos, muchos años que no veo el diablo.  De vez en cuando se me presenta san Herigenio de Atiloquía, virgen y mártir y juntos, caminamos alrededor del árbol de la ciencia del bien y del mal.
Y por una puta manzana, el cabreo que se cogió.
Tenía que decirlo.

No se recibe correspondencia.  Mejor cara a cara.

BOFETADAS