viernes, 6 de febrero de 2009
ELUANA, VIDA NUESTRA.
Estoy y estaré a favor de la eutanasia, siempre y cuando permanecer muerto en vida no tenga solución, no tenga cura, ni el paso del tiempo pueda volverme a la normalidad o anormalidad, para que pueda valerme por mi, sin ayuda, sin lástima a mi alrededor. Por tanto, me gustaría que se respetase en mi, lo que para otros deseo.
Con qué derecho, gentes que quizás tengan mucho que ocultar, sin encomendarse a dios ni al diablo, adquieren y quieren dirigir la vida de un semejante, ¿con qué derecho?, ¿quién les invistió de tanta prepotencia?. Mi vida es mía y a mi me pertenece. La vida de cada uno es de su propiedad, de nadie más. Se nombra con la palabra asesino, a quien quita la vida a otro sin su consentimiento, en el caso que nos ocupa, hay un claro deseo, un claro consentimiento. En la eutanasia, no hay asesino. Es un acto doloroso y supremo, como lo fue para los cristianos la crucifixión de Cristo por propia voluntad. ¿ Lo han olvidado, acaso?.
Una mujer Eluana, en coma vegetativo desde el año 1992, a la que el Tribunal Supremo de una nación, autoriza se le practique la eutanasia está en boca de todos, como antes lo estuvieron otras personas. Diecisiete años sin hablar, sin sentir, sin padecer quizás; día tras día con la mirada puesta en el techo de una habitación, que ya se ha cansado de vivir, porque lo suyo, no es vida, quiere morir de una santa vez. Lo que sucede, es que ha chocado de frente, con un grupo de personas perfectas en todo su contenido, inmaculadas, sabios, infalibles, que no piensan igual, que lo quieren evitar porque, parece mentira, se creen dueños hasta de nuestros propios sentimientos, por tanto, de nuestras propias vidas, sin tan siquiera antes, pensar como han sido las suyas y si están en condiciones de opinar sobre el caso.
No hace mucho en Galicia, un hombre inteligente, perfectamente equilibrado, postrado en un lecho día tras día, tiene que recurrir al engaño dado que, las altas instancias al parecer, son propietarias de su vida y por medio de ocultamiento, como si fuese un perseguido de la justicia, ha de ponerse de acuerdo con unas personas amigas que le acercan un vaso para que pueda beber el brebaje que tanto necesita, mientras una cámara de televisión graba una muerte tranquila, serena. Tras un gran revuelo, una película y paz en los hombre de buena y mala voluntad.
No nos quedan tan lejos los años en que gente sencilla, artistas,sabios, pensadores, estudiosos que no comulgaban con unas ideas que les querían imponer, eran tachados de herejía, de brujería por lo que terminaban en medio de una plaza cualquiera, para diversión de unos mirones cualquieras, quemados sobre una hoguera o bajo el hacha poderosa del verdugo. Los calabozos, oscuros como boca de lobo, se llenaban de las pobres gentes a la espera de un juicio sumarísimo, juicio que harían caer de vergüenza los rostros de juzgadores en los países más dictatoriales del universo. Pensaban que tenían la verdad divina y humana, continúan pensando que la tienen, aunque circula por los mentideros que un Papa muy reciente, Juan Pablo II, pidió que le ayudaran a morir dado el gran sufrimiento que padecía. Una doctora lo confirma.
La maldita enfermedad de Eluana no tiene solución , vive compinchada con la muerte, quiere irse como un suspiro, como un silencio. Dejarla.
Alguien estará preguntando, si en vez de ser ella fuera una hija/hijo mío ¿pensaría de la misma manera?; podéis estar seguros de que si. Si me lo pidieran, claro que lo consentiría; me rompería de dolor, más mi conciencia, quedaría del todo tranquila y en paz. Después de la muerte, a mi entender, nada de nada.
Odiaría al mundo, si en esas condiciones, unos visionarios iluminados y otros para quedar a la altura de algunos gobernantes, influyese en los medios y en las personas y al fin consiguiesen que en mi, no se me practicase la eutanasia, que me mantuviesen puteado día tras día sin haber merecido castigo alguno, al lado de una maldita máquina que es la única que me mantiene con vida, a base de unos tubos que entran y otros que salen de mi cuerpo. ¿Es vivir eso?. Para muchos que no lo sufren ni familiar alguno lo ha sufrido, sí puede ser vida, ¡sí es vida! afirman, mientras su vista recorre la página del periódico en busca de sus ganancias en la Bolsa.
El poderoso, el que manda en la nación, el cantante de melodías modernas, también ha dado su opinión al pueblo: - No preocuparos, un decretazo que se hace en unos minutos y, prohibición total que para que cualquier clínica del país, ayude a morir a esa mujer o a cualquier otra -. Y se queda como si levitase, mirando fiajamente al firmamento de donde unos ángeles están a punto de bajar una corona áurea que colocarán suavemente sobre su cabeza, su pobre cabeza cuadrada; mientras que con otro decretazo envía a los jóvenes soldados a guerras que no son suyas y en donde, no importa que fallezcan. Sólo es cuestión de entregar a los padres una lata que llaman condecoración y una tela que llaman bandera. Ese y no otro, era el valor que tenía su vida.
Eluana, convertida por siempre en vegetal, dejarla que se vaya y recordarla. Dejarla que se vaya, que de su tumba brotarán las flores más hermosas que jamás se hayan visto.
Cuando la muerte se desea, cuando con ansia la esperas, puede ser muy dulce, inmensamente dulce.