miércoles, 25 de febrero de 2009
AQUELLA NOVELA....
Llego temprano para ver la exposición en el Torrente Ballester, pero las puertas de entrada, todavía permanecen cerradas. Ya la he visto hace unos días; es muy hermosa al tiempo que produce en uno, una sensación de paz, de calma; del sosiego de un campo en primavera, al observarse el movimiento de unos árboles o de un campo lleno de plantas, hierbas y flores que semejan el camino de una diosa; mientras en otra de las salas, un ejército de insectos que aparecen por todas partes, incluso fuera del lienzo, lo devoran. El título de la muestra, "A rebelión dos xéneros".
Mientras las puertas no abren, paseo entre los jardines de la pequeña plaza que preside Sánchez de Aguilera, al tiempo que voy recordando vivencias, entre ellas, la que en una ocasión me llevó a iniciar y escribír bastantes folios de lo que iba a ser mi primera novela. La acción, el planteamiento se situaba en medio de unas casas viejas que había en esa plaza y en unas huertas contiguas, de altos árboles, espesa vegetación y un enorme cañaveral que imaginaba existían, tras la muralla.
En esas casas viejas y abandonadas, vivía todo tipo de gentes, personas que no disponían de medio alguno de fortuna, con los que se mezclaban trapicheros, carteristas, jubilados, alguna que otra mujer desheredada de la vida que también las hay; en resumen, un gran y dispar grupo.
Moría mejor que vivía, un antiguo funcionario al que habían alejado de sus funciones por tener la mano larga por exigencias de su amante. Un día de inspiración y resaca, reunió a los vecinos para manifestarles que había tenido una gran idea. Veréis -les dijo -, en medio de esos cañaverales, en donde Antonia "la coja" se lía con Bernardo el barbero antes de ir al trabajo; con unos troncos y las tablas que guarda el párroco al fondo de la huerta y de las que nos apropiaremos, podemos hacer un buen chabolo y en él reunirnos, después de haber formado una asociación de vecinos, con todos los requisitos de las leyes.
La novela continuaba y una vez formada la asociación, la Lola a la que tenían que llevar de un lado a otro echada sobre una tabla, ya que sufría horrores con lo de su columna, el Andresito que continuamente perdía aceite, que no dejaba tranquilo a don José, un sastre venido a menos y algunos más que formaban la comitiva, con el tiempo, tras presentarse como partido político, se hacen con la alcaldía y a partir de ahí, un mundo de locos que funcionaba perfectamente, en el que nadie protestaba las decisiones tomadas por los gobernantes que venidos de la pobreza, continuaban dirigiendo humildemente la vida de aquel pueblo, controlando al céntimo la tesorería.
La hubiera podido terminar, tiempo tuve y ánimos no me faltaron de aquellos que fueron leyendo los folios que iban saliendo; pero en el fondo, mejor dicho, a media superficie, soy muy vago porque, quiero ver las cosas iniciadas y terminadas al momento, carezco de paciencia y al pensar que tenía que llenar unas seiscientas páginas a bolígrafo.... como que no, que no era lo mío, a pesar de que un buen amigo, me prometió que se publicaría.
Caminando por la plazoleta, en esta mañana magnífica de sol; es como si en otro tiempo me hubiera pertenecido y con ella, hubiera podido manejar a mi antojo a las personas que hicieron lo que les indiqué, que permití o no permití que hablasen, que riesen, controlé sus gestos, sus sentimientos, los hice caminar y sufrir, porque en el fondo, les estaba dando la vida. Miro hacia la esquina en donde ya hay edificios nuevos y me doy cuenta, que no aparecerán entre los cañaverales ni la Lola, ni Julián el filósofo que tomaba el sol desnudo por lo de la vitamina B, mientras las mujeres escondidas lo miraban; ni el sastre que había hecho un vestido a una gran dama, esposa de un importante mandatario.
-Y le midió usted el pecho y las caderas...- ¡No!,- faltaría más-. Su esposo lo hizo. Que soy muy decente.
Y es verdad, con el tiempo no conseguí, ni por asomos, que todos ellos fueran decentes. Me gustan las personas tal como son, sin modificaciones, sin imposiciones,me gustan tal como la naturaleza y la vida las fue formando; en libertad, sobre todo en libertad.
El Torrente abre sus puertas acristaladas de par en par. Camino en silencio, los recuerdos de aquellos diálogos y sus personajes que apenas recuerdo, me vienen a la memoria. Fui feliz escribiendo porque no tuve que sacrificarme, todo salía sin esfuerzo y es que, me encontraba en mi salsa en medio de todos ellos. Era uno más, pero sin ambiciones políticas.
lunes, 23 de febrero de 2009
PALILLEIRAS
El sábado por la tarde, por no informarme antes, dejé que me llevaran a Neda, un pueblo que dista de Ferrol unos nueve quilómetros. Un tímido sol de invierno me dió calor durante el corto recorrido que tuvimos que hacer hasta llegar a un pabellón polideportivo. Nada más entrar, a través de una ventana circular, pude observar como o unos jóvenes disputaban un partido de fútbol. No está tan mal la cosa, pensé; pero no, el meollo de la cuestión no era el fútbol. Me adentro en el pabellón un poco más y de repente, sin previo aviso, me doy de bruces con los rostros y espaldas de unos cientos -digo bien -de unos cientos de mujeres. Están todas sentadas, con una tela en forma de tubo que han rellenado, de casi un metro de altura que apoyan en sus piernas, y sobre el que cruzan hilos y más hilos sobre una plantilla llena de alfileres. Están haciendo encaje de bolillos, como las puñetas que llevan los jueces sobre las bocamangas. Para ayudarse en el trabajo, se valen de unos palitos circulares, torneados, en los que lían el hilo que luego irán soltando entre los alfileres.
Sin que mi pensamiento se entere, camino entre las filas de mujeres, fijándome en como las pequeñas manos de una niña se mueven pensativas, avanzan un poco para volver a retroceder, para regresar a la posición inicial mientras poco a poco va haciendo -ganas no le faltan-, una puntilla blanca estrecha. Le guiño un ojo al tiempo que le digo que lo hace muy bien. Tímidamente me sonríe con su mejor sonrisa y me informa que lleva poco tiempo y que acude a una clase una hora casi todos los días.
A su lado, unas manos gastadas, que ya han vivido lo suyo, que han reído y sufrido porque eran malos tiempos, manejan ahora con precisión de cirujano, a gran velocidad, decenas de palillos que al chocar entre si, semejan el canto de una fuente moruna, el discurrir de un riachuelo. Me mira y le sonrío, suele ser una forma de entablar una conversación, al tiempo que le pregunto si nunca se equivoca. ¡Claro que si! suena su voz alegre, -me equivoco como en todo lo que no se presta atención- al tiempo que unos ojos de un azul profundo me miran mientras recuerda que ya son muchos los años que lleva haciéndolo porque le hace bien, la calman y mientras la vista y Dios le ayuden, seguirá.
Continúo mi andaina fijándome en esas maravillas. Algunas mujeres alzan la vista y me miran sorprendidas, prometo que también lo estoy pero, me he metido en el lío y tengo que salir de él con la cabeza bien alta y las piernas temblorosas. Saludo a unas mujeres de Esmelle, buenas alumnas en su día, hoy ya vuelan solas como maestras. Poco más adelante, una mujer se pone en pie, me acerco y le doy un beso; dice que está en deuda conmigo porque le bajo las canciones que quiere de Internet, y así poco a poco, sin darme cuenta vuelvo en mi y ahora si sé, que me encuentro en el centro del pabellón rodeado de mujeres; es como si me viera único en medio del mar. Ante tal situación, el terror me puede y espero con paciencia lo venidero, porque me da, que pronto comenzará a salirme la "pluma" y ya me lo imagino, primero las de la cola, al final de la espalda, fuertes y duras pues son el timón; las de los brazos también resistentes por lo mucho que sufren al vencer el aire y poco a poco el plumón, la voz que me cambia, los gestos que me vienen, el echarme continuamente el pelo hacia el cogote, el colocarme en jarras para discutir, el juego de ojos, la incitación de la sonrisa, para terminar pidiendo una almohadilla, unos palitos y mucho hilo, que estoy que me salgo.
Sé que todo hombre lleva dentro de si una mujer, no conozco ni quiero conocer las que yo llevo, pero coño, que pronto me cambia las ideas, que pronto me lleva a su terreno y no es que tenga algo en contra de ellas, válgame dios que no; pero es que siempre aparezco en medio de ellas, por no informarme con anterioridad de a dónde me llevan.
Con las compañeras de estudios me suele suceder lo mismo, siento en ocasiones que la pluma me va a salir, ¡machista! dice Pilar y es que noto sensaciones nuevas, un leve contoneo, un dejarme crecer las uñas; ya no mojo la tapa del water ni nadie me riñe por ello; la mano al hablar, la llevo a la espalda por encima del hombro, me apasionan los bolsos y los zapatos a juego, las sortijas que nunca me cayeron bien ahora me "chiflan", las blusas estampadas.
No es que la pluma me asuste, me da que no me llegó la hora, es grande el cambio, pero es que en medio de este pabellón, rodeado de mujeres, me da que pensar.
Al poco veo entrar unos hombres que llevan una escalera y otros que les acompañan unos cables. Mi cerebro despierta, ya no estoy sólo, no me encuentro abandonado porque han llegado otros naufragos. El aire llena de nuevo mis pulmones, con temor me busco las plumas, no las tengo.
Salgo en silencio, apurado, mirando al frente pero temiendo que alguna me llame y de ese modo, comience otra vez el ciclo.
viernes, 20 de febrero de 2009
¡CARNAVAL, CARNAVAL .... !
¡ Carnaval, Carnaval, Carnaval te quiero ... !, canta un grupo de mariposas cercanas a unos soldados del ejército napoleónico de poco porte y sí, inmensos alborotadores.
Pelucas verdes muy rizadas, purpurinas, seda que se mezclan con el tul ilusión de unas novias muy jóvenes aspirantes a mujer, porque hoy sus madres, les han permitido llevar medias y pintarse de rojo amapola sus labios de niña. Bomberos obscenos que bailan abrazados en lo alto de un cubo de madera; sonidos indefinidos de instrumentos que las gentes han fabricado, tan ruidosos que apenas permiten la conversación.
Las cinco de la tarde en el viejo reloj de la iglesia cercana. Gran desfile de carrozas profusamente adornadas -tal como lo anuncia el cartel- y en la que se repartirán quilos y quilos de caramelos aportados por el comercio local. A continuación, en la Plaza de Armas, las comparsas cantarán sus repertorios de críticas a todo ser viviente cuyo comportamiento haya o no haya sido de su agrado; aunque en el fondo, lo que persiguen es un buen premio en metálico, amén de que el vino corre gratis en los múltiples bares de la ciudad, y es que ...
¡ Carnaval, Carnaval, Carnaval te quiero... ! y hasta la gente mayor, sobre todo las mujeres, se olvidan de la edad, mueven y mueven sus caderas a compás y sin cansancio; algunas entornan los ojos y con sus cabezas altivas, sueñan que están desfilando en Río, en Tenerife o por las calles gaditanas, o por cualquier otro lugar de nuestro planeta en donde estas fiestas, se celebran con gran alegría, una alegría que se desborda, que tropieza, que se funde con las otras alegrías, para formar la belleza que pueden albergar las personas cuando todas se llevan bien. Todos nos hemos puesto la careta y así nos mostramos, tal como somos en estas ocasiones, la puñetera moral no existe, el guardar las formas no existe, todo se consiente, nada se evita, todo se perdona. Fuera de estos días, el comportamiento para con los demás, nos obliga ponernos la verdadera máscara, máscara que aprieta mucho, que lastima pero... la sociedad así lo ha estipulado, por tanto, hay que llevarla por las calles y otros lugares, acompañada de una sonrisa cínica a la hora de saludar a la persona más odiada. En la cima de los montes, jamás.
Al lado de las personas que visten batas blancas de médicos, caminan enfermeras con su cofia y unas enormes jeringuillas que al menos a mi, poca gracia me hacen y que exhiben, agitan y muestran con todo el descaro, sin pensar en el agobio de los que sufrimos viéndolas. La música sigue sonando a gran volúmen que para eso es don Carnal; cerca, una mujer con un niño sobre los hombros se balancea tanto, que el chaval ha estado a punto de marearse y dejarla perdida pero, una alma caritativa, que las hay, le da aviso y el bamboleo cesa por unos instantes. Poco tarda la mujer en dejar al niño en el suelo, para continuar con su baile infernal al tiempo que el muchacho alza sus pequeños brazos al cielo, en busca del amparo que no tiene.
¡ Carnalval, Carnaval, Carnaval te quiero....!
Locura, ojos pintados, lenguas enormes que aparecen, que salen de unas bocas pintadas de negro. Por todos los lugares curas, obispos que caminan, que se paran, que se cruzan con varios sucesores de Pedro en el Vaticano,que danzan en medio de cánticos místicos inventados al instante y hasta uno de ellos se ha cabreado, porque un soldado romano le ha tirado el sombrero con la lanza de cartón-piedra.
Al lado de la verja que rodea y protege la estatua del Marqués, unas brujas vociferantes, con unas narices rojas enormes, han sentado sus reales con el consentimiento de la empalagosa Blancanieves, que les cedió un poco de su sitio, cuidando no se le ensucie su blanca falda.
¡ Carnaval, Carnaval, Carnaval te quiero....!
Todos se han colocado la careta, todos idénticos en el medio de la juerga. No hay excelencias,señorías ni señoritos y para que dure, se sujetan la careta con fuerza porque en medio de ésta explosión de barbarie, no desean volver a sus ocupaciones primitivas. Son los que han empalmado el griterío en las gradas del campo de fútbol, con el de las tascas ante un buen vino de Rioja o del Rosal. Más tarde, cuando las lenguas ya calientes y los vapores del alcohol que se elevan, la música, las canciones de nuestra tierra y sus voces suenan timbradas porque siempre hubo grandes cantores o cantantes - que viene a ser lo mismo-,voces de bar tasquero,de paragüero en la esquina, de serrín en el suelo y barra de mármol, voces que suenan a gloria y que los presentes, callan y escuchan en silencio al tiempo que el vino corre y el tabernero no da más de si. Al fondo del establecimiento, a saltitos y alzando la mano, un parroquiano grita, ¡ Pepito!..., ponme un tinto.
¡ Carnaval, Carnaval, Carnaval te quiero...!
Días en que no tiene cabida el enfado, todos iguales que nos miramos de frente con los grandes ojos de la careta, que nos abrazamos sin conocernos, que el tiempo no corre hasta que, a altas horas de la madrugada cansados, entramos en casa, tiramos la careta sobre la mesa, vamos al baño y al mirarnos al espejo, la tristeza nos embarga. Ya sobre nosotros, silenciosa, demacrada y ojerosa, la máscara. La máscara de todos los días, la del sufrimiento, la de la intranquilidad, la de las miserias, la del ¡si, cariño!, lo que tu digas, continuado. Por decir algo.
miércoles, 18 de febrero de 2009
MARINERO DE LUCES
No soy de los que dicen, que sólo veo los documentales de la 2. Cuando el preciado mando a distancia llega a mi poder, recorro arriba y abajo, abajo y arriba canales y más canales, en busca de algo que ignoro, que no encuentro porque quizás no lo haya pero, más de una vez he parado al verte en pantalla Julián, altanero, elegante, orgulloso como buen señorito andaluz; a la oreja un paquete de tabaco Winston mientras dices al cansino reportero: "¡Por favor!, ¡por favor!, tenga un poco de educación, ¿no ve que estoy hablando por teléfono?. Lo bueno, lo que admira, es que el reportero así lo cree y deja que hagas uso del paquete de tabaco a modo de móvil.
Eres mi ex-alcalde preferido porque te has propuesto desafiar al mundo y lo has conseguido, crecido cual torero que mira al tendido una gran tarde de toros, mantillas y soleares; con planta, con desafío mientras pides al cámara que apague la la antorcha que le molesta la luz; y el del micro que pregunta insolente y tu que insistes en que apague la luz, ¡qué bien los toreas!.
Si a mi una mujer, en medio del olor a naranjos y mandarinas, cercano a las zarzamoras en flor y los limoneros me dice. "Marinero de luces, de mar y de sombra, de mar y de olivo...", al instante me desarma, el respirar se me hace difícil, un temblor recorre mi cuerpo como en tiempos me recorrió al escuchar los versos de Walt Whitman en un tugurio madrileño. Si para más inri, continúa con un "olvidaste que yo gaviota de luna, te estaba esperando....", es para salir corriendo a la ermita de la Paz en lo alto del monte, pedir al sacerdote la extremaunción y dejarse morir, con la camisa abierta, esperando los buitres que entre las nubes vuelan en redondo, bajen a despedazarme poco a poco.
Y a ti Julián, que con la suerte del principiante has preguntado, ¿me quieres gitana?; ¡maj q'uea mi vía! y te lo habrá contestado miles de veces para tu alegría, para levitar, para tocar la gloria; al tiempo que las gentes os molestan en vuestro caminar: "dientes, dientes que es lo que les jode"; desafiando de ese modo a los enviados de periódicos y televisiones que como almas en pena os siguen día y noche; ¿no ve que estoy hablando por teléfono? al tiempo que le enseñas el paquete de tabaco...
Si una mujer me canta: "A un hombre como tu, amor de mis amores, hay que cuidarlo bien, hay que mandarle flores." Si a mi una mujer me llega a enviar flores, me deja sin valores, me los roba con el pensamiento, me quedo sin alma que vuela a su lado. Jamás una mujer me regaló flores, jamás regalé, - por vergüenza de caminar con ellas-, flores a una mujer; sin embargo tu Julián, lo has equilibrado generoso, regalando sacos de dinero -que menos-. Yo la hubiera hecho alcaldesa si me llega a mandar flores; alcaldesa con el ayuntamiento y funcionarios a sus pies, al tiempo que le cantaría: "A tu vera, siempre a la verita tuya, hasta el día en que me muera". Y ya ves, siempre termino pensando en la muerte, porque perderla es perder la voluntad, sentir que ya no siento nada y vivir por vivir, no es mi deseo.
Julián es bien sabido, que deberíamos conocer, que todo tiene un principio y un final. Sucede que en una pareja, quien manda es quien menos quiere, quien abandona. No nos dimos cuenta o tu no lo sabías porque, "marinero de luces..." fue un espejismo, fue irreal, fue un sueño maravilloso, considéralo de ese modo. Lo que el amor muestra y te hace ver seda, en el fondo no deja de ser arpillera, una mala arpillera. No sé el por qué, pero el hombre que de verdad ama, siempre sale perdiendo, al final es abandonado mientras sustenta en sus manos, unas flores marchitas, como su alma, como su vida.
Te veo caminar, alzada la mirada, unos periódicos contra el pecho evitando preguntas que molestan. Una niña vestida de luces y claveles reventones canta: "Feriante ... qué mala suerte, que nací para quererte y no pude ser tu amante".
Sonríes calle abajo. El paquete de Winston pegado a la oreja y dices con sorna al reportero que tanto te acosa, :¡por favor!, ¡por favor!, tenga educación, ¿no ve que estoy hablando por teléfono?, mientras sonríes como un niño que ha hecho una trastada.
Me caes bien Julián, me caes muy bien. En el fondo no te creo culpable de nada. Buscabas una felicidad imposible; cómo duele, cuánto duele, cómo lastima. A veces, el corazón tiene razones, que la razón ignora. Y yo te comprendo, espero y deseo que los jueces también se comporten como humanos y recuerden, que en algún tiempo o ahora han estado o están enamorados.
Un abrazo, Julián y no, no pongas el paquete de Winston pegado a la oreja. Te dejo en paz.
viernes, 13 de febrero de 2009
LA PEQUEÑA HABITACIÓN DEL BAR
La camioneta rosa, como alguien bautizó, cruza cansina los campos que todavía el rocío cubre, intentando poco a poco llevarnos al "grupo" a nuestro destino.
Su interior va ahora lleno, ya ha recogido a todos por el camino. Siempre que hablamos de nosotros, decimos el "grupo" que tiene que reunirse para..., nos vemos el "grupo" en tal sitio a tal hora y de ese modo nos vamos entendiendo que es lo que prima.
Ayer, nuestras intenciones, maduradas con anterioridad en unos segundos, no necesitamos más para ponernos de acuerdo; fueron las de alguien que dijo de ir a celebrar la proximidad del Carnaval y nuestras vacaciones, a un lugar en que ya habíamos estado, que nos atendieron muy bien y al mismo tiempo, visitar el monasterio cercano.
La mañana fresca, el templo cerrado y una cámara de fotos que no quiere funcionar porque a la batería se le ha terminado la vida. Da igual, hay senderos en el monte para caminar un poco y eso es más que suficiente. Voy algo retrasado, disfrutando de sus conversaciones nerviosas porque hay mucho que decir, veloces porque todos tienen que opinar sobre tal o cual tema relativo al cercano monasterio, su construcción, quienes lo habitaron, a quienes perteneció, la desamortización. Es gente con ideas, con conocimiento, con una alegría de reír y vivir perpetua en medio de sus distintos pensamientos que son al fin y al cabo, la verdadera libertad de las personas. Cómo disfruto desde mi almena en la retaguardia mientras bajamos una ladera bastante empinada y al rato, me uno a ellos porque también quiero meter baza, porque me gusta meter una cuña que en principio les hace pensar y dudar, para luego correrme a gorrazos o si mis palabras fueron hacia las mujeres y su comportamiento, llamarme machista a sabiendas de que en absoluto lo soy.
Sobre la mesa de un blanco purísimo,patatas, grelos, chorizos y un cerdo cuarteado, a excepción de sus jamones. Los jamones que tal como en tiempos pasados sucedía, llenaban las mesas de los poderosos a cambio de un favor, una disculpa o de una promesa que no llegaba a su fin. A mi lado Antonio, que siendo jóven quiso estudiar medicina, pero que el destino no se lo permitió. Qué buen cirujano hubiera sido, tiene muy buena mano, porque su bisturí con mango de madera, se hunde, corta, busca, se desliza por lugares insospechados de aquella "cachola" al igual que el carpintero sigue la veta de la madera, cortes precisos en la cabeza del ex-animal, difíciles cual encaje de bolillos; al mismo tiempo que va explicando: "- Esto es lo mejor de la cabeza, porque el morro, al esforzarse tanto buscando y rebuscando en la tierra, motiva que esta zona, trabaje menos y ....-". Y va soltando su lección a los que lo rodeamos que en silencio, atentos, intentamos que sus palabras nos queden en el cerebro para la próxima disección.
Cercanos, los otros compañeros ríen con fuerza, porque alguien ha dicho algo con gracia, que la hay en medio de la fiesta. Disfruto en medio de tanta felicidad. El tiempo va pasando porque hay un reloj que lo mide, aunque los cuatro que cuelgan en la habitación están como me gusta, parados. Me duele que transcurran las horas porque me encuentro bien, porque necesito estar rodeado de gente buena y sonrío mirando sus rostros, sus salidas de pie de banco y hasta me alegro de que África no comience a cantar, no es que lo haga mal, es que nos obligaría a permanecer en silencio y de verdad, no son momentos para permanecer callados. Ayer, fue día de disfrute, de meigas envidiosas que se han mezclado con nosotros y como a mi me sucede, gozan de una buena compañía a la que aprecio un montón.
¡ Qué hermosos momentos en la pequeña habitación de un bar!.
martes, 10 de febrero de 2009
ELUANA, QUE VUELA EN LIBERTAD
Fue ayer,cuando intentando leer un libro sin conseguirlo, ya que para ello se tiene que tener la imaginación dispuesta y yo no la tenía, escuché en el televisor un tanto lejano, algo que despertó mis sentidos, que sin comprenderlo me hizo daño : " ... ha muerto". Únicamente fueron dos las palabras que me llegaron y que las asocié a ti Eluana. Luego ante el televisor, cuando el locutor volvió a repetir la frase, inspiré todo el aire que pude, aire que luego solté con fuerza mientras mi pensamiento se iba al "gran" Berlusconi. Digo gran y tu lo sabes Eluana, porque a esa gente el poder les va consumiendo tanto el cerebro que incluso alguno- no sé el caso que nos ocupa- se creen dioses en el Olimpo, superiores al resto del mundo, sin darse cuenta de que sólo es un mal cantante de música melódica, un cantante de tasca para "güiris" al que su ignorancia le invistió de poder - eso piensa - para gobernar las vidas y haciendas del resto de las personas.
Ayer cuando se reunía con otros hombres y mujeres, en una gran sala, investidos de poderes sobre las gentes y con ello sobre sus vidas, les hiciste un buen corte mangas, un ¡ahí os quedáis, malditos! y también te despediste de unos puñeteros tubos que durante diecisiete, diecisiete largos años te sujetaban a una máquina con infernal ruido, mientras los humanos trataban de impedir que te fueses, que tu lugar era mirando al techo en donde imaginabas millones y millones de estrellas que bautizaste, que conocías y llamabas por sus nombres.
Sólo lo evitan en personas que como tu, no podían defenderse; porque verás, vivo en un piso once, ¿ qué Berlusconi se atreve a prohibirme que me arroje al vació caso de padecer una enfermedad dolorosa?. A ti querían prohibírtelo porque indefensa, a pesar que todo un Tribunal Supremo quería ayudarte, el cantante melódico, de aureola permanente porque tiene poder, escuchando tu problema en un café, alzando la voz para que todos se enteren, ha dicho: "¡ Eso lo evito yo, que para eso estoy por encima de todo el mundo!"
Se equivocó ante todo el mundo y ahora, eres libre como los pájaros, como el aire, como el mar que querías ver y no te dejaban. ¿Verdad qué es hermosa?. - Sí, -respondes-, muy hermosa, muy grande, muy azul, muy verde, muy gris. Es que yo, sólo podía imaginar estrellas que colgaba del techo de la habitación -.
Todo tiene que ser muy bello para ti, es que has vuelto a nacer y con ello a vivir allá en donde te encuentres, ¡ah!, si pudiera verte, estar a tu lado, contarte lo bueno que nos ha sucedido mientras tu dormías un sueño forzoso, como antes lo hizo mi hermano, ¡ qué pena veros vivos sin vida!, ¡ Cuánto sufrí en aquel tiempo hora tras hora en que permanecía a su lado!, y sólo fueron cuatro interminables días de alertas, de llamadas equivocadas a los médicos para insistirles que se había movido; tantas eran mis ganas de que así sucediese, fue muy duro.
Lo tuyo,diecisiete años, ha tenido que ser horrible, para ti por supuesto, para la gente que tenías a tu lado, esperando un pequeño movimiento tuyo, un leve movimiento, un poco de vida. La tenía dirá mucha gente; también los vegetales la tienen y tu, también lo eras. ¿Qué esperaban de ti?. Pobre.
Hoy al fin liberada, hasta presiento tu sonrisa volando de un lugar a otro, admirando todo aquello que no recordabas, que un tiempo que no fue tiempo te hizo olvidar, admirando tanta belleza, asustándote al pasar por lugares en que las bombas no dejan de caer, llorando en medio de tanta gente que llora mientras el hambre las va matando.
Estoy contento ¿sabes?, como cuando un preso que apreciaba, finalizaba su cautiverio. Hoy me siento inmensamente feliz, intentaré si puedo, no continuar leyendo un libro que comencé pero en el que no me centraba; hoy que la música y la libertad te acompañan, miraré a lo alto por si te veo pasar.
Mil besos allá en donde te encuentres.
La muerte, en ocasiones, puede ser una gran liberación.
lunes, 9 de febrero de 2009
FALO GALEGO, HABLO CASTELLANO.
El Señor les confundió las lenguas cuando construían una torre para llegar al cielo, de tal modo que fue imposible la comunicación.
Desde entonces las personas, intentan llegar a un idioma universal. Hace años la mezcla de palabras de casi todos los idiomas del mundo, dio paso al Esperanto y sí, hubo gentes que lo aprendieron pero muchas más, el tener que estudiarlo los echaba nos echaba para atrás.
Ayer, motivado por el idioma hubo palos. De una parte los que quieren que en Galicia se sigan hablando el castellano y el gallego que al menos la gente mayor ha ido aprendiendo poco a poco. Quieren, de la otra parte, -hay que ser cuadriculado- que sólo se hable la lengua de Curros o de Pondal; la poesía de Rosalía del todo imposible traducirla al castellano : "Airitos, airitos, aires, airitos de mi tierra..." y de ahí no se bajan de la burra. Si alguien les pregunta el por qué únicamente el gallego, caso de responder ya que lo ignoran, lo harían con unas serie de palabras sin sentido aprendidas días tras día -en un día no son capaces- sin tener puñetera idea de su contenido.
Comienzan con idioma y seguirán con las piernas, ojos, brazos que también tenemos dos. La unidad será su única medida. Cómo les han comido el tarro.... Y es que no sé quien dirige a esta tropa, porque quien lo hace, al igual que hacían los generales, se quedarán en retaguardia a la espera. Si los resultados son favorables avanzarán, caso contrario, huída a la cueva, a pensar en otra idiotez, el caso es que los muchachos, "sus muchachos" se muevan continuamente como en la guerra de guerrillas, en medio de gentes de paz, de gentes trabajadoras y nobles.
Hemos avanzado en la vida, llevando por lo regular la contraria a lo que se nos decía, sin llegar a extremos de tanta locura, pero si, nuestras ideas pensamos que son siempre las mejores pero de ahí no pasamos; pero es que hay que estar hecho de miga de pan para obligar a toda una nación gallega aceptar sus caprichos. Una vez que la población gallega alcanza la libertad de pensamiento, de palabra, de respeto los unos con los otros, parece un grupo de iluminados, pocos pero iluminados que no se pueden estar quietos, - quisiera conocer las ganancias de quien los dirige -, porque, es ahora el idioma, con anterioridad las pintadas de fachadas y mobiliario, veremos que toca a continuación. Esta vez su jefe, con pasamontañas sobre su cabeza, se sacó de la manga el : ¡ A por ellos, que sólo se hable el gallego en nuestra tierra!, una música de gaita que suena y todos, con el cerebro vacío, a dar palos a los que se manifiestan porque con toda razón, quieren dos idiomas o más idiomas si ello fuera posible, es cultura, la cultura que siempre quitaron a esta tierra gallega y que ahora quiere recuperar.
¿Qué sucedería si no conociéramos el castellano?, ¿podríamos ir sin recibir palos, al colegio a aprenderlo?. ¿No os dice nada la literatura española?. ¿Conocéis alguna obra literaria?. Me extraña, de verdad, se me hace raro.
Y hubo palos, muchos palos en Santiago. Los unos con la razón, los otros por armarla, folloneros de día, fantasmas de pintadas por la noche. No les importan los golpes porque son como de plastilina, están tan deformados que ya no hay quien les de forma y lo peor de todo, lo que duele, es que son niños.
Tengo compañeros extranjeros que se esfuerzan mucho, pero que mucho en hablar y entender el castellano, que cuando no entienden algo, nos piden que se lo expliquemos, que se alegran cuando al fin lo comprenden. Da gusto enseñar lo que conocemos, un idioma que nació con nosotros, que va a nuestro lado añadiéndole día a día palabras porque, es muy hermoso.
Los que tenemos la gran suerte de hablar al menos dos idiomas no debemos de aceptar de manera alguna, nos digan lo que tenemos que hacer, un grupo mínimo o máximo que no conoce la palabra y si el sonido de los palos.
Cuando nuestros paisanos salieron de su tierra, rumbo a otras tierra por sus grandes carencias, preguntarles en que idioma hablaron al llegar a muchos lugares.
Y si el jefe os deja tiempo libre, antes de los palos, desasnaros que sólo es cuestión de tiempo, pero desasnaros y vivir en paz, que es lo que todos deseamos.
viernes, 6 de febrero de 2009
ELUANA, VIDA NUESTRA.
Estoy y estaré a favor de la eutanasia, siempre y cuando permanecer muerto en vida no tenga solución, no tenga cura, ni el paso del tiempo pueda volverme a la normalidad o anormalidad, para que pueda valerme por mi, sin ayuda, sin lástima a mi alrededor. Por tanto, me gustaría que se respetase en mi, lo que para otros deseo.
Con qué derecho, gentes que quizás tengan mucho que ocultar, sin encomendarse a dios ni al diablo, adquieren y quieren dirigir la vida de un semejante, ¿con qué derecho?, ¿quién les invistió de tanta prepotencia?. Mi vida es mía y a mi me pertenece. La vida de cada uno es de su propiedad, de nadie más. Se nombra con la palabra asesino, a quien quita la vida a otro sin su consentimiento, en el caso que nos ocupa, hay un claro deseo, un claro consentimiento. En la eutanasia, no hay asesino. Es un acto doloroso y supremo, como lo fue para los cristianos la crucifixión de Cristo por propia voluntad. ¿ Lo han olvidado, acaso?.
Una mujer Eluana, en coma vegetativo desde el año 1992, a la que el Tribunal Supremo de una nación, autoriza se le practique la eutanasia está en boca de todos, como antes lo estuvieron otras personas. Diecisiete años sin hablar, sin sentir, sin padecer quizás; día tras día con la mirada puesta en el techo de una habitación, que ya se ha cansado de vivir, porque lo suyo, no es vida, quiere morir de una santa vez. Lo que sucede, es que ha chocado de frente, con un grupo de personas perfectas en todo su contenido, inmaculadas, sabios, infalibles, que no piensan igual, que lo quieren evitar porque, parece mentira, se creen dueños hasta de nuestros propios sentimientos, por tanto, de nuestras propias vidas, sin tan siquiera antes, pensar como han sido las suyas y si están en condiciones de opinar sobre el caso.
No hace mucho en Galicia, un hombre inteligente, perfectamente equilibrado, postrado en un lecho día tras día, tiene que recurrir al engaño dado que, las altas instancias al parecer, son propietarias de su vida y por medio de ocultamiento, como si fuese un perseguido de la justicia, ha de ponerse de acuerdo con unas personas amigas que le acercan un vaso para que pueda beber el brebaje que tanto necesita, mientras una cámara de televisión graba una muerte tranquila, serena. Tras un gran revuelo, una película y paz en los hombre de buena y mala voluntad.
No nos quedan tan lejos los años en que gente sencilla, artistas,sabios, pensadores, estudiosos que no comulgaban con unas ideas que les querían imponer, eran tachados de herejía, de brujería por lo que terminaban en medio de una plaza cualquiera, para diversión de unos mirones cualquieras, quemados sobre una hoguera o bajo el hacha poderosa del verdugo. Los calabozos, oscuros como boca de lobo, se llenaban de las pobres gentes a la espera de un juicio sumarísimo, juicio que harían caer de vergüenza los rostros de juzgadores en los países más dictatoriales del universo. Pensaban que tenían la verdad divina y humana, continúan pensando que la tienen, aunque circula por los mentideros que un Papa muy reciente, Juan Pablo II, pidió que le ayudaran a morir dado el gran sufrimiento que padecía. Una doctora lo confirma.
La maldita enfermedad de Eluana no tiene solución , vive compinchada con la muerte, quiere irse como un suspiro, como un silencio. Dejarla.
Alguien estará preguntando, si en vez de ser ella fuera una hija/hijo mío ¿pensaría de la misma manera?; podéis estar seguros de que si. Si me lo pidieran, claro que lo consentiría; me rompería de dolor, más mi conciencia, quedaría del todo tranquila y en paz. Después de la muerte, a mi entender, nada de nada.
Odiaría al mundo, si en esas condiciones, unos visionarios iluminados y otros para quedar a la altura de algunos gobernantes, influyese en los medios y en las personas y al fin consiguiesen que en mi, no se me practicase la eutanasia, que me mantuviesen puteado día tras día sin haber merecido castigo alguno, al lado de una maldita máquina que es la única que me mantiene con vida, a base de unos tubos que entran y otros que salen de mi cuerpo. ¿Es vivir eso?. Para muchos que no lo sufren ni familiar alguno lo ha sufrido, sí puede ser vida, ¡sí es vida! afirman, mientras su vista recorre la página del periódico en busca de sus ganancias en la Bolsa.
El poderoso, el que manda en la nación, el cantante de melodías modernas, también ha dado su opinión al pueblo: - No preocuparos, un decretazo que se hace en unos minutos y, prohibición total que para que cualquier clínica del país, ayude a morir a esa mujer o a cualquier otra -. Y se queda como si levitase, mirando fiajamente al firmamento de donde unos ángeles están a punto de bajar una corona áurea que colocarán suavemente sobre su cabeza, su pobre cabeza cuadrada; mientras que con otro decretazo envía a los jóvenes soldados a guerras que no son suyas y en donde, no importa que fallezcan. Sólo es cuestión de entregar a los padres una lata que llaman condecoración y una tela que llaman bandera. Ese y no otro, era el valor que tenía su vida.
Eluana, convertida por siempre en vegetal, dejarla que se vaya y recordarla. Dejarla que se vaya, que de su tumba brotarán las flores más hermosas que jamás se hayan visto.
Cuando la muerte se desea, cuando con ansia la esperas, puede ser muy dulce, inmensamente dulce.
jueves, 5 de febrero de 2009
EL TREN QUE PASÓ VELOZ
Román contaba con siete años de edad, hijo de un factor de ferrocarriles, vivía en una casita, propiedad de la empresa, cercana a la estación del tren.
Román era como todo los niños o casi todos los niños, inquieto y un tanto travieso, pasando la mayor parte del día jugando entre traviesas amontonadas, inventándose historias de bandoleros y guardia civiles, escuchadas con anterioridad en casa, cuando la familia se reunía cercana a la lumbre.
Solía ir al bar de la estación, a recoger chapas de cervezas, fantas, cocacolas y más, que abundaban en el suelo del local, cercanas al mostrador. Todos o casi todos, lo hicimos alguna vez, para colocarlas en las vías al paso del tranvía o del tren, lo mismo hacía Román día a día, ya que lo veía como una forma de entretenimiento. Un día, el reflejo del raíl de enfrente, lo deslumbró ya que tenía el borde muy gastado de forma diferente a los demás lugares que había recorrido. Cruzó los raíles para colocar las chapas en el otro lado, pasó veloz el tren, las chapas comenzaron a saltar y el aplastamiento, al final, era diferente, más brillante, más hermoso. Román no dejaba de mirar continuamente su tesoro.
Es cierto que los juegos son eso, juegos nada más, si se hacen con sentido, lo malo es cuando arriesgas y pasas la raya y más si continuamente se repite y, desafiar a un monstruo que circula a gran velocidad, no puede tener buenas consecuencias, tanto es así, que llegó el maldito día en que al cruzar la vía, su pequeño pie quedó prisionero entre la traviesa y el raíl. Román no llegó a enterarse de la cuchillada. Cuando vio la locomotora sobre él, el sentido lo abandonó y allí quedó tirado con los pantalones completamente mojados.
Román, al que han cortado la pierna a la altura del muslo, se apoya en unos palos cruzados, mal clavados, que un familiar le hizo con toda la buena voluntad pero con un pésimo oficio, por lo que, cada vez que el niño carga sobre su lado izquierdo, ve todas las estrellas, más otras que sólo se pueden ver con la ayuda de un telescopio. Román a cada paso que intenta dar, ve el firmamento entero.
Un día, sentado ante el televisor, observa algo maravilloso, y es que a un muchacho japonés, que no tiene piernas, que corre como un gamo valiéndose de unas ballestas que a modo de tibias le han colocado.
Al momento ya estaba en el taller mecánico del Emiliano, contándole aquella maravilla que empleaba el japonés para correr. ¡Qué cosa tan sencilla, cómo no había caído antes en ello!. Todo consiste en ir a un desgüace, tomar una ballesta de una camioneta antigua, cortarla a su medida y comenzar a correr como el japonés. El bueno del mecánico le cortó la ballesta a su medida, con otros trebejos añadidos se la unieron al muslo, pero aquello no funcionaba. Pisaba con el zapato y bien, luego con la ballesta que le hacía rebotar motivando que el muchacho cayese al suelo. Lo probaron todo, incluso la ballesta de un Balilla del año 30, un tanto oxidada que Román dejó pulida y resplandeciente. Para caminar, primero apoyó el zapato, luego la ballesta que comenzó a doblarse en principio para a continuación regresar a su posición primitiva, impulsando al mismo tiempo al muchacho hacia delante que sin control, saltaba un buen trecho, cayendo al suelo a continuación sobre un lugar no elegido.
La conclusión a la que llegaron en el bar los entendidos de la zona, fue la de colocarle una pierna de madera de olivo, ligera, fuerte, constante como dijo don Anselmo el maestro y duradera, apostilló enérgico. Así se hizo, más con el paso del tiempo, en la primavera, la pierna comenzó a echar brotes, luego ramas que el niño para su vergüenza iba podando, no así la parte que se correspondía con el gemelo a la que no llegaba. Las ramas fueron creciendo,brotaron elegantes otras más, aparecieron lustrosas unas pequeñas aceitunas que los niños, siempre los puñeteros niños, le arrancaban aún verdes. Facundo el carpintero, con un buen cepillado y una pasta contra raíces, lo dejó como nuevo.
Hoy un organismo que no recuerdo, le han entregado en un acto monumental y simbólico; después de muchos años de petición, de enchufes, y de dádivas, un par de muletas metálicas, que cuida con esmero. Altas instancias de la comunidad, le ha conseguido trabajo en un parador, a más de veinte quilómetros de distancia de la vía del tren -tiene dos hijos pequeños- y pasa el día, haciendo cestas de mimbre para los turistas con los que charla en inglés macarrónico que poco a poco a conseguido aprender. Los marinos le llaman inglés de noray; pero bueno, él se defiende. Que le entiendan ya es más difícil.
La vida enseña, que a un niño solitario, le llegan como amigos, los máximos dolores existentes.
Y me da, que las últimas chapas, no tenían la consistencia de las que el tren machacaba en el primer raíl, cercano a él; porque llegué a verlas.
Cuando me fuí haciendo mayor, no muy mayor, comencé a colocar en los raíles del tren, monedas, soldados de plomo que fallecían al momento, en acto de servicio y que enterrábamos con todos los honores, bajo las ramas de un viejo melocotonero.
Los raíles y el tren que tanto me gusta.
miércoles, 4 de febrero de 2009
SIGUEN LLEGANDO.
Las pateras cargadas con vida y muerte siguen llegando a nuestras costas, porque sus ocupantes no conocen, que el trabajo no está todo lo boyante que quisiéramos todos. Y es que muchos no lo pueden saber, porque las televisiones internacionales les siguen bombardeando, con que nuestro mundo es como un paraíso; mujeres con amplias sonrisas por las pasarelas, el de las hamburguesas que se anuncia con neones amarillos muy llamativos, los niños hartos que no hacen caso y huyen de la comida casera y es que la pequeña pantalla llega a todos los lugares, mostrando hermosos automóviles, yates fantásticos, enormes edificios en los que se respira paz, trenes veloces que te llevan de un lugar a otro a "grandes" velocidades, tanto lo ven así, que les queda corto lo de Alicia en el país de las maravillas. Para ellos, esto es lo que tiene valor y no lo que les dicen sus paisanos que han regresado a las aldeas, del que piensan pobre, que siempre fue un vago para arrimar el hombro. Benditas ilusiones que también tuvieron nuestros abuelos cuando por aquí la cosa no pintaba bien, cuando sin haber pisado un barco en la vida, su primera y dura singladura de unas tres mil millas, fue en busca de trabajo. No todos lo consiguieron.
En un telediario, un grupo de trabajadores ocupando la vía del AVE en la estación de santa Justa en Sevilla. Policías que les rodean y en un momento dado, como moscas, caen sobre ellos sin contemplaciones, gritos, más gritos, arrestos, inmovilización mediante esposas, los gritos que continúan y de repente, la voz de un hombre que pone a todos en silencio, que los hace callar y que dice: - Mi mujer y mis hijos quedan en casa llorando, (mientras mira al infinito), como quedaron ayer en casa llorando. Es que no tienen nada que comer.... -
El silencio no se rompe, los trabajadores y policías estáticos. A mi, lo prometo, un aire helado me recorrió el cuerpo. Quedé como ellos, mirando la pantalla, sin verla.
No creo que este suceso se lo hayan mostrado a los africanos. De ser así, los creo responsables y no tontos para que mediten y no vengan a encontrarse de nuevo con otras miserias. Estamos en el inicio.
Después de años de vino y rosas, de más vino que de rosas, la sombra del paro avanza a pasos apresurados, como si la persiguieran y, terrible debe ser la convivencia en un pueblo al que ha llegado el hambre y mucho más a los que llegan buscando una bonanza, lo que han visto en el televisor del pequeño bar, a los que vienen pensando en poder remitir un poco de dinero a los viejos que han quedado en el pueblo.
Ayer Obama le dijo a los banqueros lo que pensaba de ellos, que conocía sus ganancias excesivas sus trampas con el dinero ajeno. Espero que el gobernante sepa, que tales gentes son los herederos de algunos personajes llevados desde siempre a las novelas; el avaro que tan bien dibujó Moliere, el prestamista a gran comisión, los que secaban la sangre a los pobres que acudían a ellos en busca de ayuda. Hoy se llaman banqueros, pero no dejan de ser iguales en todo a sus antepasados, a los que los gobiernos siempre les temieron porque "poderoso caballero..." y además, las arcas de los estados las han medio llenado ellos para su conveniencia.
Dicen que pronto habrá cuatro millones de parados, me parece una gran cifra que se dice pronto pero que se alarga mucho, porque detrás, se encuentran sus cuatro millones de familias, algunas muy numerosas. Puede suceder, es una opción y vamos a ser claros, que en principio pedirán humildemente un poco de pan, más tarde lo exigirán porque el hambre es muy puñetera. Muchos de los nuestros, aún la recuerdan.
Tenemos gobernantes, gente preparada que se dejó, como todos nosotros, ir a favor de corriente. Que no se dieron cuenta del negocio de los banqueros y de los grandes del ladrillo porque fue una época en que el dinero corría a mares, sobre todo el que venía de fuera y lo fácil que era hacerse rico en dos días.
Que no se duerman, manos a la obra y se dejen de mirar la "curva" que se va dibujando, si es que aumentan o disminuyen los parados.
El hambre no conoce ni curvas, ni hipérbolas, ni abcisas. El hambre tiene un poder inimaginable.
Comencemos de una vez, que de peores hemos salido.
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