miércoles, 31 de diciembre de 2008

EL AÑO QUE SE DEJA IR






Otro año que se va. No lo dejamos ir, el muy... se va. Para algunos habrá sido un año fantástico, de ganancias en la Bolsa, de ganancias en el mercado negro, que de todo hay, de enamoramiento, y desenamoramiento - y qué difícil me resultó escribir esta última palabra- y era muy simple, de una a otra, únicamente hay un "des", año de terribles enfermedades para otros, de alegrías, de lotería, de pérdida de llaves, de encontrar dinero, de saludos, de enfados, de golpes; año de follones en el Puerto contra los gaseros, de pintadas generosas en el mobiliario de la Ciudad y en sus paredes; confusión de los jóvenes entre lo que es un grafitti y una firma que no dice nada, solamente que el animal pasó por esos lugares. Año de lujo y de miserias, de viudas que han vuelto a dar el "si,quiero" y de curas que no han entendido a las buenas gentes que tienen como su primordial lugar, la iglesia. A las pocas que acuden, las echan y en mi barrio, que han inaugurado una iglesia millonaria en costes y que aun no he visto abierta. Malo si sólo trabajan un rato los domingos.
Hoy se olvida todo, porque el vino hará olvidar...., y continuaba pregonando "a beber, a beber y a beber..." y si, con la cabeza nublada, alguno se pasará horas y horas buscando su gabardina que juraría ha dejado sobre la silla. Al siguiente día, tarde, muy tarde, le aparecerá colgada en un armario, en casa. Una risa cínica y ya se acabó todo el follón que le armó a los amigos.
Veréis, en mis tiempos de juventud y de plena gloria, fuimos tal día como hoy, a un baile que se llamaba "Sala Casablanca". Quedaba lejos, por Catabois y había que patear bastante, pero entre risas, el camino se hacía muy corto. Al entrar, previo pago de un pase, dejabas la gabardina o abrigo, en un cuchitril regentado por una mujer que se limitaba a colocar las prendas unas sobre otras a medida que la gente las iba entregando. Al salir, procurabas adelantarte a los demás, para que no te dieran el cambiazo. Ese año, uno de la pandilla, me da que se quedó dormido en los brazos de su princesa mientras bailaba, porque no bailaba, se dejaba arrastrar. Le avisamos que nos íbamos para "despegarlo" y él en sus trece o vete a saber por la estación que iba. Cuando al fin volvió a la realidad, se dirigió a recoger su gabardina, lo que no sabía era que le había desaparecido.
Bronca en casa y todo lo que le sigue que no es para contar.
Al siguiente año fuimos todos a pecho. No recuerdo si hacía frío, lo que si, éramos cinco, y cada uno antes de terminar la fiesta cogió una gabardina o un abrigo, que de todo había. Todo ello, pasó a manos del "enamorado", que en esta ocasión no se durmió en los laureles.
No es que aquellos tiempos fueran el todo vale, pero si, los chavales, desde que iniciaban el bachiller, como no espabilaran, todos los palos le caían encima. La vida enseña.
Ignoro si hoy, mis bellas damas tienen baile en la Residencia de mi barrio. Saber estar, pudor, alguna que otra mentira a la que dan importancia pero que no la tiene y, a danzar toda la noche, que para eso es año viejo. "-No, don Arturo, que este año no me tocó cumplirlos, es para el que viene y hago ochenta y dos-". Inocencia de niño que al final se traslada a mis queridos ancianos, buenos donde los halla.
Os deseo una feliz noche, deambulando por la calle -procurar no gritar por si duermo-, felicidad en las salas de baile o si cuadra en la Carpa, que creo le llaman así ahora, y que tan hermosos recuerdos me trae de mis años mozos.
Es un año que se va, que se suma a los otros de colesterol, de diabetes, de reúma y es que, como se te ocurra ir un día a un hospital a graduarte la vista, quedas fichado y, la cantidad de enfermedades, de inconvenientes que te encuentran, dan para empapelar la sala de baile de cualquier chiringuito que se precie.
Os deseo lo mejor, lo merecéis, por aguantarme.
El próximo año, si llegamos, seguro que nos encontraremos.
Paz, que la cosa está....., si, eso.

BOFETADAS