sábado, 2 de febrero de 2008
DE NUEVO MI ESTRELLA
El miércoles noche, después de haber pasado unas horas magníficas entre compañeros de Coruña y Ferrol, caminando hacia casa, ensimismado, miré a lo alto y allí la vi. Brillaba como nunca la vi brillar, tanto que casi molestaba a la vista. Su color, amarillo limón mezclado con blanco, un toque únicamente dejado con la punta de la espátula para que le de aún más brillo, en medio de una noche fantástica, que me obliga a continuar el paseo e irme cerca del mar, una mar calma, de un azul profundo que seguramente, porque ha pasado un barco hace rato, trae a la orilla unas pequeñas olas encima de las que mi estrella, juega a cabalgar caracolas. ¡Ah!, que bella es la noche y algunas veces la soledad, que te deja pensar y ver cosas que antes pasabas sin apreciarlas. La noche para mi, siempre ha sido fantástica, aliada, compañera de alcohol y risas con los amigos, compañera de preludios tristes con los que me dejaron, de pendencias, de encuentros por esos puertos de dios. Pero mi estrella.... qué hermosa está mi estrella en lo alto.
Le he preguntado a un amigo si es posible que desaparezca unos días, pocos, para luego regresar de nuevo. Me dice que son estrellas de posiciones, es decir, que cubren puestos en el cielo cuando un agujero negro se lleva a las que allí estaban. Le pregunto si son buenas y responde que las mejores del firmamento. Hay veces, prosigue, en que cuando no se ven, sueles estar jugando al escondite con las luciérnagas y las mariposas nocturnas, sin darse cuenta, que por su brillo, son las primeras en ser descubiertas. Lo saben, pero les gusta hacer el bien. Algunas veces, si estiras la mano por la ventana abierta, vienen y se quedan quietas en ella, pero para ello, tienes que tener muy buena suerte o cogerlas en un momento de duda. Una vez contigo, son como aquellas bolas que al moverlas, el paisaje, la casita de campo se cubría de nieve. Al principio quema un poco porque ha pasado la atmósfera, pero luego, son una bendición. Una cosa si sé, que nunca intentes quedarte con una para jugar, no han nacido para quedarse quietas, no han nacido para pertenecer a nadie, en lo alto están para que las veamos, en lo alto están para que les hablemos, en lo alto están no siempre, y como dice el proverbio, nunca miréis para ellas llorando, porque las lágrimas no os dejaran verlas.
Mi estrella... qué no me abandone nunca, se lo hablo. Se lo lloro.
Sigo mirando al cielo, para mi luz y es ahora, cuando la claridad del alba, me la va ocultando. Podría ser noche una semana seguida, esta semana que entramos, para no dormir, para alzar la vista sin parpadear y hablar con ella, pero se que no escucha o no entiende. Algunas veces intento hablar con las personas, que tampoco escuchan, no saben, no quieren o no entienden.
Es la vida, es el mundo rodeado de estrellas. Somos nosotros dos, ella lejos, en lo alto y yo a ras de suelo. Confuso alejamiento.