domingo, 10 de febrero de 2008
DULCE VENGANZA
Ya son varias veces las que me sucede; el ir caminando por la derecha de una acera, venir de frente un buen grupo de personas pertenecientes a la comunidad negra y tener que bajarme, salir a la carretera o como ayer, viniendo del muelle hacia el Cantón, saltar al jardín para que ellos pasaran. No me creo racista, tonto tampoco y hay cosas que me repatean.
Recuerdo que en Guinea, ya llovió, gobernaban los españoles; me llamó la atención, que al caminar sobre la acera, el negro, la negra que venía de frente, aunque hubiera sitio para los dos se bajaba. Lo comenté y me contestaron que estaban obligados a ello. Yo que siempre o casi siempre llevo la contraria, me pareció una medida injusta y cuando caminando por la acera, veía venir un negro/a un tanto lejos, me bajaba, me iba a la calle y le cedía su sitio porque el que iba mal era yo. Sucedía a veces, que al bajarme, ellos, pobres, también se bajaban y los dos, como idiotas, mirándonos, nos ibamos hasta casi la acera de enfrente; les sonreía, alguno también me sonreía y ahí quedaba todo.
Cuando si se perdía la compostura era cuando por la noche salíamos del bar de Juanita -creo que se llamaba- camino del barco. La noche guineana, era un cachondeo, parecía una Navidad andante, ya que los negros, estaban obligados a llevar una farol en la mano y como tienen esos andares, los faroles en la noche, era como si bailaran en medio de aquella selva.
Ahora, algunos, han pasado de un extremo al otro, sin pasar por el centro.
Lo mismo le sucedía a aquella gente que se iba a trabajar a Suiza o Alemania, la mayor parte de ellos, salidos del campo, a los pocos meses regresaban de, vacaciones con un gran automóvil - alquilado - y ante la familia y conocidos se hacían pasar casi, por potentados banqueros. Esa gente y algunos negros, han pasado de un extremo al otro. No han permanecido un tiempo en el centro, en donde se está entre dos aguas, reciclándose.
Pero bueno, creo que Ferrol acoge a todo el mundo y con el único que creo tuve un pequeño problema, fué con un profesor de universidad, que tildaba a todo el curso casi de racista, él era el único que hablaba con los indios, con los negros y con los gitanos. No quiso enterarse de que algunos más, hablamos y reímos con ellos, tanto negros, como gitanos, como pelirrojos y como la madre que los parió.
Le puedo presentar a unos cuantos.
Antes de que me olvide, las fotos de esta página, no son mías ni conozco quien las hizo, las tomé de la red porque, de momento no es mi intención el ir a esas tierras, hay lugares en que las cosas no van bien por culpa de los blancos, en otros lugares las cosas no van bien por culpa de los negros y de los chinos. Puñetero mundo que unicamente necesita que alguien lo haga girar muy rapidamente y le limpie la cantidad de porquería que vive en sus palacios mientras sus gentes, a puñados, mueren de hambre por los rincones. Sabed, que ya no van quedando rincones para morirse de hambre.
Seguiremos cantando alabanzas, continuaremos con loas y villancicos, pero, acordaros, no van a quedar rincones para nadie.
Y los negros que me hacen salir al jardín, para continuar su camino ....... Dulce venganza. Hacen bien.
sábado, 9 de febrero de 2008
LA HISTORIA QUE SIEMPRE SE REPITE
Ayer volvió a suceder lo que hace algunos años sucedía. Ayer, o esa persona tiene muy buena memoria o de nuevo, yo era objeto de sus conquistas. Como la conozco, no me alarmé y le hice el juego.
Vereis, hace unos años, acudía yo a diario, a la Escuela de Idiomas situada en lo que fué la antigua Escuela de Máquinas de Marina, hoy Herrerías. Era muy, muy fumador y antes de entrar, para que el "mono" no me venciera durante la primera hora de clase, fumaba un último pitillo paseando por los jardines de los Cantones. Ese cigarrillo, me sabía al pan nuestro de cada día y más. Debido a ello, no me daba cuenta en principio, que era seguido a distancia por un hombre que no quitaba su vista de mi cogote. Pero un día si me enteré - las mujeres son más avispadas y se hubieran enterado al momento -, y no se si temeroso por verme en esa situación, o por evitar un posible escándalo, entré en clase apresuradamente. Poco a poco y día a día, me fuí acostumbrando a esos seguimientos. Si yo paraba, el paraba, si seguía la marcha él seguía la marcha y yo, imbécil, con aquella sensación hermosa de sentirme amado, de ser deseado por alguien.
El juego continuaba, yo me agachaba a atarme el cordón del zapato y lo miraba de reojo, creo que alguna vez le sonreí y el hombre, cuando más se iba acercando, yo le hacía la jugada y entraba veloz a la Escuela.
Duró, lo que dura un noviazgo en el que uno no quiere, aunque a las veces, me emocionaba y hasta me gustaba sentirme enamorado, aunque fuera por un semejante, que corría tras de mi, como el cazador tras la presa.
Luego, en vez de fumar el pitillo en el mismo lugar, lo hacía en otro sitio para no lastimarlo. Pobre. Pero es que a mi, no se si por desgracia, me parieron de los del otro lado de la acera de enfrente, de la que no se pierde aceite. Y que le voy hacer.
Ayer salí a media tarde para hacer unas fotos desde el Cantón, estando en ello, una persona que me sigue, pienso que es un curioso de los que tanto abundan, de los que pasan todo el día aburridos, sin dar golpe, y continúo. Pero el seguimiento se me hace violento, miro hacia él y me encuentro con aquel famoso "toreador" de antaño. No se me hace creíble que tenga tan buena memoria, quizás se trate de una nueva conquista, y digo: ¡no!, ¡lo siento!, ya tengo dueño.....
Hace años vivía en Mallorca, en el Puerto de Sóller; mi edad de unos dieciocho años,y a uno de estos también le interesaba. A diario, recibía una postal ¿ de dónde?, del Puerto de Sóller, por medio de una intermediaria, la Antonia; una pobre mujer que con unos sesenta años aún miraba para los niños. Yo, qué coño iba a constestar a la dichosa postal, pero día a día la seguía recibiendo. Unicamente me pedía en ellas, tener una charla, cambiar impresiones y pasear. Yo que por aquella había descubierto la bondad de los bikinis -estoy hablando de los años 60 -, no me veía, que no, paseando con ese extraño. Al final, la Madonna, -una abuela para todos -, lo solucionó; pero lo que en un principio tomé de cachondeo, resultó ser una pesadilla, una grave pesadilla.
Por eso ayer, al encontrarlo de nuevo, el corazón se me puso a cien, las flores de invierno que no había en los jardines me olían a jazmín, el cielo se abrió con miles y miles de colores, todas las mariposas del mundo aleteaban en mi estómago y los estorninos, todos los estorninos de la ciudad, formaban sobre mi una corona. Al fin, por fin, vuelvo a estar enamorado.
Si, de nuevo enamorado, vida.
¡Al fin!. Por fin.
jueves, 7 de febrero de 2008
LA FLOR DE LA " SOTALIA "
Vaya por delante que lo que voy a narrar no ha ocurrido nunca, o quizás si. Que cada uno se reinvente la historia porque algunos, sí la han vivido, y muy de cerca.
Vaya por delante que escribiré, seguramente, la palabra viejo. La palabra "viejo", entiéndase que siempre irá entrecomillada, más no lo escribo así porque se me hace harto difícil teclear esos signos, pierdo concentración y un viejo entre comillas, es como un viejo entre las orejeras del sofá. Atado.
No hace mucho sucedió, que los viejos iban al colegio. Algunos, se habían pasado toda la vida ayudando a sus padres en el campo desde edad temprana, otros/as tampoco habían podido ir por la falta de padre, una puñetera guerra pasó por su pueblo y jamás le dejó volver a casa, los "paseos" que llamaban; otros habían ido poco, los más con mucho interés en ampliar conocimientos y los menos, tan menos que unicamente había uno, por estar "recogido" en algún lugar tranquilo y seguro.
Un día, un hermoso día, llegó a la escuela una nueva profesora. Doña Emilia, así dijo que le llamaran y desde el primer momento, los viejos/as la vieron muy activa, tanto, que de golpe, a traición y teniendolo premeditado, colocó a los viejos en grupos y a cada uno la asignó un trabajo. Sin darse cuenta, había hecho a todos ellos/as una transfusión de velocidad. Uno de los trabajos, para un grupo, era el de encontrar la flor de Sotalia. Una flor, que nadie en el pueblo conocía, pero que ella había visto al llegar. Unicamente había visto una, muy hermosa, y tan pequeña que si no te fijabas, era posible que jamás la encontrases.
Los viejos, salieron revolucionados en busca de la dichosa flor, más como nunca la habían visto, y no la conocían, caminaban y caminaban en círculo arrancando todas y mostrándolas unos a otros ,¿es ésta?, ¿y esta?, era entonces cuando cada uno daba su opinión. No- decía Liboria- esa flor es un toxo. Ya verás como pincha. ¿Y ésta? decía Agustín. No- decía Enriqueta - esa es la flor de la canela.
Todo esto, sucedía día a día y hora a hora a una velocidad de vértigo. Discusión tras discusión, deliberaciones a hurtadillas, desconfianzas de si lo sabe pero no lo dice. Si quiero pero que me meo. Dime con quien andas......
De todos los viejos, una de ellas Manuela, que antes de hacer nada, se fué a un diccionario y allí buscó la palabra "sotalia". Le decía: Sotalia, desesperación en chino mandarín; deslizamiento sobre troncos; sotalia, flor muy hermosa originaria de Brasil, que crece en los troncos de los árboles...
Amigo mío, aquello fué lo más. Todos mirando al suelo y en esa ocasión la belleza está en lo alto. Otras veces sucede todo lo contrario, yo al menos, hurgando en el suelo, he encontrado tanta cantidad de belleza como en lo alto.
Manuela, permanecía todas las horas con el grupo mirando al suelo,disimulaba, pero mientras, oteaba los árboles. La búsqueda que comenzó seria y acelerada, es ahora más tranquila; ya se escuchan risas, cada vez más fuertes, se nota que hay un gran compañerismo, amistad, unión de personas que andaban desperdigadas. Da gusto verlos por los campos en sana camarería sin ya importarles la flor ni todo lo que ella representa. Han encontrada algo más valioso que la flor, el cariño y la amistad verdadera.
Manuela, al fin, a medio tronco, halla la flor. Si que es bella; un amarillo brillante la envuelve, y a rayas el violeta, su complementario, que la hace brillar aún más. Es magnífica.
Manuela sabe que faltan quince días para que finalice el plazo, decide guardarla en una caja. Hace vida con sus compañeros y un día antes del señalado, coge la caja que tenía sobre un armario, la abre y allí no hay nada, nada. Entre llantos piensa, cuando alguien la entregue, sabré quien me la habrá robado.
El día señalado al fin. Ahora si que da gusto ver el aula con los viejos/as alborotando, hay una confianza nueva, una nueva savia que corre por todos los poros antes secos. No hay malhumor, huele a felicidad y Manuela espera que alguien presente la flor. Ello no sucede.....
Manuela, pobre Manuela, abre de nuevo el diccionario y lée: ... que crece en los troncos de los árboles. Si se arranca, a los dos días se evapora pues toda ella está compuesta de agua.
No se quienes han perdido en esta historia, sí sé quienes han ganado, todos, todos han ganado, ha cambiado su forma de vivir, repentinamente; como cuando llega la lluvia en la primavera. Los "viejos" y "viejas" de mi escuela, ¡qué felices, qué felices!.... Las "viejas" y "viejos" de mi escuela han vuelto a conocer lo que tenían olvidado o les habían hecho olvidar, la vida; la vida con sus gentes que pertenece a todos. La vida, que no pertenece a nadie en exlusiva.
En un rincón, mirando al encerado lleno de signos, doña Emilia sonríe.
miércoles, 6 de febrero de 2008
LUZ Y VIDA QUE CAMBIAN
Aunque pase quinientas veces ante un paisaje, cada vez lo veo diferente, cambiado, como si una mano poderosa lo moviera y retocara sus colores. Ya se en quien estais pensando, más si yo creyese que ello es posible, no comenzaría escribiendo de esa manera.
El paisaje se mueve sólo, sin nadie que le ayude, bueno, si que hay alguien muy importante, se llama luz. La noche negra, negación de la luz aunque a veces participe en ella el azul; cielo cubierto; cubierto con gran intensidad de luz; lluvia; luz del amanecer; del mediodía; del ocaso; de todas las horas del día, de todos los meses de la vida. Y esa luz, la del sol, ¿quién la puso ahí...? pregunta altanero ese cura que tan mal concepto tiene de mi a causa de mi ínfima fé... Se que me revolvería y le diría -¡estudia, coño, estudia!, ¡déjate de contar y recontar las colectas!. La ciencia conoce y ha transmitido, de donde ha surgido el sol y tantos universos como hay. La fé es irreal; la ciencia, todo lo contrario, si afirman y confirman, es que está sobradamente probado.
Intento ser respetuoso con las gentes. Recibo muchos correos, muchos mails en la jerga; en algunos, el protagonista es el dios de los católicos. Los leo -no todos porque algunos me parece que rozan la ilegalidad -, y los respondo con cariño, y ese respeto que muestro, quiero que también me lo muestren con mis ideas. Incluso, si me deja en paz, también puedo respetar a ese cura que no para de contar y recontar monedas.
Cuando caminas entre una arboleda frondosa, que deja pasar rayos de sol de tramo en tramo, los autos y las personas no se dejan ver y los auriculares emiten una música a la que no prestas atención pero que te agrada y te acompaña, se va pensando en una y mil cosas, no hay como la paz para que fluyan las ideas pasadas, presentes y futuras. Para predecir las futuras, cosa harto difícil, hay que coserse un loro vivo sobre el hombro, para que no escape, y con el tiempo te irá adelantando acontecimientos venideros. Uno, lo tengo seguro.
En un claro, hago una parada y desde mi atalaya,observo y me dan pena, esas mujeres que siempre, siempre veo, trabajando los campos como hormigas, sin levantar nunca el rostro del suelo. Quitan y ponen plantas y se me da por pensar en esos momentos, si llevará luto por un hijo que se lo llevó la mar, o se le murió en accidente de tráfico o quizás su marido, en la cama finalizando sus días por culpa de un puñetero cáncer, ¿ y fumaba?,- no, no fumaba-; ¿nunca?-nunca, señor- ¿y bebia mucho?,- nunca bebió- .¡Ah!.
Es por eso que nunca se pone de pié, es por eso que no eleva la cabeza, porque llora continuamente en soledad, porque nadie la consuela, porque se ve sola y la soledad en una aldea .... qué largas las horas, qué largos los amaneceres y el tejado con goteras, ¿cuánto cobrará un albañil?, preguntó en una ocasión. Le dijeron que tiene que estar asegurado, le han dicho que tienen que subir al tejado con zapatos de goma especial y lo principal, se amarre bien a la chiminea - si la chimenea está para caerse... piensa ella -, y que le traigan la factura, para poder reclamar, que lo dijeron en la tele- Facturas..... de qué, si no tiene dinero, el poco que tenía los medicamentos y los médicos se lo han llevado. ¡ Es qué no habrá un buen vecino que le coloque bien una teja que se le ha movido!, ¡si la casa levanta apenas dos metros del suelo....!. Vida.
El otro, vuelve a contar, por enésima vez, el dinero de la coleta y de los cepillos que tiene distribuídos por toda la iglesia: "Para santa Ana", "Para san Lucas", "Para san Pascual", "Para el obispo", "Para Cristo"..... Con qué fervor espera las misas de los sábados tarde y los domingos en que va más gente.
Por la tarde un bautizo.... y un entierro. Mañana, el Señor proveerá......
Luz cambiante.
La vida que surge, la vida que se termina. Siempre cambiantes.
martes, 5 de febrero de 2008
LAS COSAS DEL AMOR EN INVIERNO
Ayer tarde salí, en medio del frío. a visitar grandes almacenes y ver las novedades que hay en asuntos de aparatos electrónicos.
En el caminar hacia otro comercio, me fijo que delante de mi, camina una pareja de ancianos de edad indefinida, no fuí capaz de calcularla. Cada vez que hablan se acercan los rostros y con ellos sus miradas, - quizás muertas a causa de unas cataratas mal curadas, porque para lo que les queda.... -; las miradas digo, en la noche, brillaban como pueden brillar los ojos de una pareja, que comienza a conocer las cosas del amor.
No quiero adelantarles, no tengo prisa. Van de la mano como niños que acuden juntos a la escuela, como niños que también sienten en su interior la llamada del enamoramiento. De vez en vez, se paran. Ella le quita del abrigo, algún hilo invisible y a continuación, casi seguro que le dice, qué quién es esa rubia que le persigue. Ambos comenzarán a reir y la risa al poco les hará toser y la tos le hara de nuevo volver a reir, felices. Él le acaricia el rostro suavemente e igual de suave, ella le da un golpecito en la mano afeándole la acción.
Siguen caminando, atados por las manos y así pienso, deben llevar miles de años mientras esperan que la dama de la guadaña, así la pintan, se lleve a uno de ellos, al otro no hará falta entonces que también le lleve, se irá sólo como le sucede a algunas aves, se irá por su cuenta, en silencio, abrazada al sombrero de él.
Pero quizás, no sean así los hechos. Mi imaginación, que siempre va delante, chismosa, aventurando asuntos, me dice que las cosas pudieron ocurrir de otra manera; y es ahora, que al ver a la pareja de ancianos, que caminan delante de mi porque no quiero adelantarlos, viven en una residencia, a donde los llevan para que dejen de molestar, porque son pesados, porque no son capaces de aguantar todo un día sentados en la dura silla de madera y, para la vida que les queda.....
Pues bien, un día a esa residencia llega una jóven-anciana. Él que está mirando las fotos de un periódico atrasado, alza la vista. Ella también lo ve y disimula mirando a través de la ventana que da a un jardín muy cuidado. Siente como él se acerca, ambos se miran, es ahora, cuando miles de mariposas revolotean en sus estómagos, sus bocas secas, las palabras antes fluídas ahora ¡mierda!, que no salen. Él galante, le ofrece una silla, ella prefiere salir al jardín. Se deja acompañar. Me llamo Luis y yo Ana. Qué nombres tan cortos tenemos. Rien vergonzosos. Caminan en silencio por los senderos de arena, entre árboles en flor y golondrinas que al volar les rozan la cara con la punta de sus alas.
Los días, ya se sabe, son repetitivos y el amor necesita abrir fronteras, porque los sueños de cada uno, tienen que saberse. El amor, nunca ha tenido ni tendrá edad. Él le dice que quiere hacerle un regalo, su mísera pensión aún le permite tener unos ahorrillos. Ella le dice que no tiene necesidad de nada. El le susurra que vayan a ver comercios. -Bueno -responde ella - pero sin alejarnos mucho -. Como los niños....
Y es ahí en donde les encuentro camino de un centro comercial.
¡ Qué bella la noche para ellos!, ¡qué bella la noche para mis recuerdos!.
Hoy, ya sin frío, he vivido con ellos, al menos, dos hermosas historias que sabía podían suceder, pero que no estaba realmente seguro.
Los viejos siempre dando lecciones. Los jóvenes-viejos con los que tanto hablo.
¡Qué gente tan encantadora!..... Ninguno me habló jamás de sus amoríos y me alegro porque yo en cosas del amor, aún no lo he comenzado a vivir. Todavía no me han enviado a una residencia.
lunes, 4 de febrero de 2008
DESCONSUELO EN CARNAVAL
Y qué suerte la tuya, puñetero.... yo que únicamente he sido presidente de comunidad, sin oficio ni beneficio, te digo ¡salve Nicolás Sarkozy!. Las mujeres que tengo cercanas, dicen de ti que como hombre que ni fu ni fa, diversidad de opiniones como en los toros. Yo digo, que has cortado orejas y ya veremos lo del rabo.
Tu mujer como hembra, no tiene desperdicio y ya no se me ocurre preguntar cómo se ve de salud, porque amigo mío, has tocado el cielo con los dedos de la mano, has tocado el fondo del mar con los dedos del pié y no sigo, porque con tanto tocamiento, no nos puede llevar a buen puerto, sobre todo en tiempos de don Carnal.
Si, ladrón, A-li-babá de mujeres, y qué porte tiene la tía, qué andares; que hablen ahora de los del cerdo, que hablen. Dime de corazón, ¿qué hay que hacer?,¿cómo has conseguido llevarla al altar?, ¿solamente por tener la presidencia de un país?. No, no te lo creo Colás, fué soltar una y ya tenía la otra encargada. Quizás ya le habías echado el ojo en una de esas reuniones tan serias que tenéis y que finalizan con un cachondeo monumental, apareciendo al fin, Carla en velas.
Te felicito Sarko por la boda y te envidio. No es una envidia sana, tal como se dice para quedar bien; es una envidia pecaminosa, de esas que los curas al confesar te cargaban de padrenuestro y avemarías en la penitencia. La Afrodita esa a un viejo lo matará, pero es lo que esperan los viejos, morir sin dolor, morir en paz, con una sonrisa de oreja a oreja y tu santa esposa es capaz de conseguirlo. Esa es la muerte a la que aspiro, a la traicionera, que llega y ¡zas!, te deja sin alma.
No leo en los periódicos, las "notas de sociedad" que llaman; la tuya debió de ser: "El novio, de chaqué oscuro, llevaba en la solapa la condecoración del pato Donald. La hermosa novia, con vestido crema de floireau y velo tul-ilusión que cubría los campos Elíseos, cual manto de nieve. Fueron muy aplaudidos"
Yo también te aplaudo, te envidio y te alabo. No se si sabes jugar al futbol, pero eres mi futbolista preferido; quizás no sepas nadar pero eres mi campeón de piscinas; no se si juegas al tenis y eres mi raqueta de oro, mi mejor torero, mi mejor lanzador de disco, de jabalina..... de piropos, mi san Nicolás, patrón de Neda.. He comenzado a fabricar un altar de pino con incrustaciones de bambú, para ir poniendo ahí, todos los objetos que consiga de ti y de Carlita. Aprovecha Nico, tu no eres el estado, el estado son los demás. Tu eres, mi sinvergüenza preferido, el que llevo por bandera. Al que todas las noches rezo en silencio y del que guardo una foto en mi bolsillo interior de la camisa, si, al lado del corazón.
Que los hombres te envidien, los cielos te protejan y se feliz por los siglos de los siglos.
Gran hijo de ............. la luna.
domingo, 3 de febrero de 2008
LUCES CAMBIANTES
Para mi, el interior de la cabeza, eso que llaman cerebro, no es tal como dicen un ordenador, en el que se va depositando lo aprendido y lo que se "machaca" a fuerza del estudio. Para mi, es una caja de zapatos de forma ovalada en la que guardo las cuatro cosas que siempre llevo presentes, lo demás aparece. Una de ellas es el mar y el agua. Siempre que tengo ganas, porque obligaciones que yo sepa, no las tengo ni me las impongo, me voy a la mar, a cualquier mar a disfrutar con su movimiento cadencioso, como el caminar de una ciudadana negra, con la que me cruzo de vez en vez; con esas luces tan cambiantes, luz que sale de las infinitas piedras preciosas que la mar oculta, porque es muy coqueta.
Me gustan los ríos, es una emoción muy grande que siento, cuando me acerco al Miño y toco sus aguas, porque me trae a la memoria, que siendo niño, daba de comer a las truchas que se acercaban a mi mano sin temor y que nunca me atreví a tocarles su cuerpo de plata, por miedo a que se le desprendiese.
Pasaba a los islotes y allí, entre la espesa vegetación, jugaba al contrabando, a contrabandistas que era mi gran ilusión, ser uno de ellos; y que guardaba para cuando fuese un poco mayor. Jugaba a pasar café, jabón, aceite en grandes tinajas, tal como hacían aquellos portugueses que veía con unos enormes fardos a la espalda, caminando sobre unas piedras del río de la que ellos conocían su situación. Cuántas y cuántas veces los veía cruzar en la noche, desde el bote en que me llevaban a recoger quilos y quilos de angulas; tal como en la Malata que se recogían, bolsas y bolsas de almejas y berberechos, sacos de mejillones nuestro sostén de la tarde, cocinados sobre una lata de membrillo "El Quijote" y que tras la faena guardábamos entre unos matorrales, hasta el día siguiente.
La mar me ha embaucado. Cuánto tengo paseado por los muelles observando una a una, cada tipo de embarcación. Intenté cuando tenía unos catorce años irme en uno de aquellos mastodontes o en un pesquero, más los trámites se me hacían muy difíciles y el consentimiento de mi padre, imposible. Alguna vez se me pasó lo de polizón, pero encerrado bajo cubierta, no era vida.
Siempre hice barcos de madera a punta de navaja; o de corcho a los que desgastaba las amuras y aletas, rozándolo contra una pared rugosa, luego un palo y una vela de papel y aquella flota de veleros, partían desde el puentecito sobre la carretera, inmediaciones de la Feria de Muestras,hacia mares lejanos.
Cómo y cuánto me gusta la mar. A mi que me han quitado la sal, me la bebería sorbo a sorbo, para como sucede con los vinos, saber su procedencia, dejando que corriese entre mis dedos en busca de compañía.
La mar que siempre tengo cercana; la mar que no olvido, la mar que llevo cobijada en esa caja ovalada que algunos llaman cerebro y que para mi, únicamente es como una caja de zapatos en la que se guarda lo mejor de cada uno.
Sin que la vida intervenga.
Sin que la policía escudriñe.
sábado, 2 de febrero de 2008
DE NUEVO MI ESTRELLA
El miércoles noche, después de haber pasado unas horas magníficas entre compañeros de Coruña y Ferrol, caminando hacia casa, ensimismado, miré a lo alto y allí la vi. Brillaba como nunca la vi brillar, tanto que casi molestaba a la vista. Su color, amarillo limón mezclado con blanco, un toque únicamente dejado con la punta de la espátula para que le de aún más brillo, en medio de una noche fantástica, que me obliga a continuar el paseo e irme cerca del mar, una mar calma, de un azul profundo que seguramente, porque ha pasado un barco hace rato, trae a la orilla unas pequeñas olas encima de las que mi estrella, juega a cabalgar caracolas. ¡Ah!, que bella es la noche y algunas veces la soledad, que te deja pensar y ver cosas que antes pasabas sin apreciarlas. La noche para mi, siempre ha sido fantástica, aliada, compañera de alcohol y risas con los amigos, compañera de preludios tristes con los que me dejaron, de pendencias, de encuentros por esos puertos de dios. Pero mi estrella.... qué hermosa está mi estrella en lo alto.
Le he preguntado a un amigo si es posible que desaparezca unos días, pocos, para luego regresar de nuevo. Me dice que son estrellas de posiciones, es decir, que cubren puestos en el cielo cuando un agujero negro se lleva a las que allí estaban. Le pregunto si son buenas y responde que las mejores del firmamento. Hay veces, prosigue, en que cuando no se ven, sueles estar jugando al escondite con las luciérnagas y las mariposas nocturnas, sin darse cuenta, que por su brillo, son las primeras en ser descubiertas. Lo saben, pero les gusta hacer el bien. Algunas veces, si estiras la mano por la ventana abierta, vienen y se quedan quietas en ella, pero para ello, tienes que tener muy buena suerte o cogerlas en un momento de duda. Una vez contigo, son como aquellas bolas que al moverlas, el paisaje, la casita de campo se cubría de nieve. Al principio quema un poco porque ha pasado la atmósfera, pero luego, son una bendición. Una cosa si sé, que nunca intentes quedarte con una para jugar, no han nacido para quedarse quietas, no han nacido para pertenecer a nadie, en lo alto están para que las veamos, en lo alto están para que les hablemos, en lo alto están no siempre, y como dice el proverbio, nunca miréis para ellas llorando, porque las lágrimas no os dejaran verlas.
Mi estrella... qué no me abandone nunca, se lo hablo. Se lo lloro.
Sigo mirando al cielo, para mi luz y es ahora, cuando la claridad del alba, me la va ocultando. Podría ser noche una semana seguida, esta semana que entramos, para no dormir, para alzar la vista sin parpadear y hablar con ella, pero se que no escucha o no entiende. Algunas veces intento hablar con las personas, que tampoco escuchan, no saben, no quieren o no entienden.
Es la vida, es el mundo rodeado de estrellas. Somos nosotros dos, ella lejos, en lo alto y yo a ras de suelo. Confuso alejamiento.
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