Anochece tras los montes ahora en negrura permanente. Asoma el rostro de la luna llena, luna buena. Su brillo dorado, no es el mismo de siempre y es que a la luna lunera, alguien le ha pintado en el rostro unos enormes bigotes que incluso se salen del redondel de su cara y en la noche cuelgan como si se tratara de un bandido mexicano y así, permanece en lo alto avergonzada y triste por el daño que le han causado a su linda cara. Al alba se encuentra con un sol que cubre el firmamento de carmín que antes aprovechaba la luna para pintarse los labios pero ahora, no le apetece. El sol asoma primero débil pero poco más tarde sus rayos dan calor y vida y en uno de los giros que efectúa, se da de bruces con la cara de su lejana enamorada y aquellos enormes mostachos que le cuelgan. No lo entiende pero la siente triste y por ello, lo ilumina todo con más fuerza que nunca, para de ese modo, ocultarla de las miradas y risas de las gentes.
Primero, fueron los americanos quienes aconsejaron ante la ONU, lanzar un cohete dada la gravedad del asunto, cohete que analizaría la pintura para con una segunda nave borrar aquellos bigotes.
Le siguieron los rusos que en eso del Espacio no quieren quedar detrás, alegando que un potente cañón, lanzaría al satélite, trementina mezclara con alcohol y gasolina lo que sería suficiente para dejarla de nuevo resplandeciente y de ese modo, no se gastaría tanto dinero en un cohete.
Los chinos, algo envidiosillos, acordaron en el Comité, lanzar un cohete no tripulado, llevaría en su barriga diversos tipos de limpiadores y una vez en la atmósfera de la luna explotaría limpiando todo aquello que tanto molestaba a la bella dama.
Mientras esas cavilaciones, la luna asomaba triste como todos los días, deseando fervientemente que llegase pronto el cuarto menguante porque de ese modo, los bigotes se convertían en una sombra apenas perceptible. En cuarto creciente le sucedía lo mismo más, cuando enseñaba el rostro con toda su plenitud, los bigotes en lo alto, sufría tanto, tanto, que quería apagarse ante las chanzas de viejos, niños, mayores que la señalaban continuamente.
Jamás se habían vendido tantos prismáticos, telescopios e incluso, calendarios lunares.
Se puso tan de moda, que ni en verano interesaba el sol, todos pendientes de las apariciones de la luna buena para compararla con documentales habidos, se husmeaba en libros muy antiguos por si el hecho era una repetición y con anterioridad había sucedido tal. Los sabios, llenaban encerados y paredes de fórmulas infinitas, los amasa fortunas ponen a la venta jarras, platos, dedales y demás en los que se veía la fotografía de una luna con unos enormes bigotes.
Los dibujantes hicieron chanza, los y las modistas cosieron telas con un azul estrellado y como no podía ser de otra manera, el satélite en medio. Dicen que las portuguesas, estaban emocionadas, dicen.
Es cierto que los americanos lanzaron el cohete más se desintegró cuando llevaba un buen rato volando. Sus restos cuentan, siguen orbitanto a nuestro alrededor formando parte de la mucha chatarra existente. Si un día un chatarrero inventa un artilugio para recogerla, en su primera salida se hace multimillonario, que nadie piense lo contrario, uno que conozco, lo hicieron Infante de España y hasta tiene secretarios y va de grande aunque el resto de familia poco caso le hace.
El cañón de los rusos, no alcanzó su objetivo, todo aquello que enviaban para lavarle la cara a la luna, regresó a la Tierra. Murió el trigo en los campos a punto de ser recogido, los glaciares se deshelaron más rápidamente, todo quedó pintado de amarillo.
Con el tiempo, cuando los glaciares se recuperan, cuando el trigo comienza de nuevo a brotar en aquellos mares infinitos y el color amarillo había sido limpiado a conciencia, sin previo aviso, los chinos lanzan su gran cohete que mucho antes de llegar al satélite, explota y todo su contenido regresa de nuevo a la Tierra, quemando de nuevo el trigo, el maíz, en las zonas árticas el hilo rompe y queda flotando por los mares, gran parte de la zona norte queda pintada de nuevo pero ahora de un color rojo dando la impresión que nuestro Planeta se desangra.
Astronautas desde lo alto, informan que han dejado de ver el azul del planeta, la pintura, la porquería que recogen los mares y otra que se deposita en las playas, la de los ríos, vertederos incontrolados, humos, ácidos, vertidos a los ríos, el mar un basurero de los miles de barcos que lo recorren haciendo lo mismo que hicieron a la altura de Finisterre con deshechos nucleares, dióxido de carbono que no cesa. Dicen que ven la Tierra de un color gris sucio, color de vertedero que a grandes pasos intenta acabar con cualquier medio de vida.
La luna, incluso se siente culpable y llora tanto, que las nubes sentimentales ellas, también lloran sobre el planeta y lloran tanto que poco a poco se recupera la vegetación, las ardillas como siempre, van de los Pirineos a Punta Europa, todos los autos van con baterías, no hay humos, el planeta de nuevo azul. Me había quedado dormido, simplemente era un sueño.
El sol un día, cansado de ver triste a su enamorada la luna, cuando aparece llena, plena, enorme, llena de vida le dice:- Mira, me acercaré poco a poco a tu lado. Cuando notes mi calor, avísame y me detendré-.
Así lo hace, los rayos tocan el rostro de Selene que nota calor. Aguanta y hasta por primera vez en su vida, llega a sudar. Cada poco, el sol se acerca más y más y en un momento fantástico, los bigotes han comenzado a derretirse, van desapareciendo quedando a la vista de todos una cara fantástica, limpia, hermosa. El sol se acerca un poco más, la besa con cariño y se retira porque está establecido en las leyes de gravitación que jamás puedan estar juntos por mucho que se amen.
Al cabo de un año se supo que el autor de la pintada había sido Plutón al conocer que ya no tenía la consideración de planeta como antes venía presumiendo, los sabios, lo conviertieron en Plutoide, es decir, en planeta enano. Y ahí sigue.
Confensó que quiso pintar bigotes al sol pero era mucha la calor que había que aguantar, también pensó en Venus, que siendo tan bella no lo merecía. La luna, como no protesta, como sólo mira al mar, fue presa fácil.
Los estudiosos no conocen, que todo aquello que cuelga por hilos en el firmamento, siguen un orden cuando les convienen, cuando los miran. Cuando nadie los ve, también se divierten como los humanos.
Otra ventaja que tienen es que por ahora son libres y nunca, jamás se pueden ir al paro. Ya digo, de momento.
Para mi amiguita Inés, cada día más guapa, que ha podido pisar la calle mientras los coches la asustaban.