Escribo sobre la mujer de la prehistoria, a lo largo de la historia, toda la historia, hasta hoy, hasta este instante, porque una gran parte de las mujeres han sido y siguen siendo prehistoria.
No quiero generalizar, no es bueno, pero en la mayoría de los casos, continúan viviendo de forma y modo semejante a como vivían hace unos miles de años.
Es que el hombre sale temprano de "caza". Llega a la oficina y comenta a su camarada cazador, ¿has visto como viene hoy, la de la fotocopiadora?. Y el otro colega, para no ser menos responde ¿y la nueva?, las patorras que tiene... Será el único tema, a lo largo de la jornada.
En la cueva, la mujer prepara a los pequeños que acompañará hasta el colegio. Hace las camas mientras desayunan y limpia el polvo aunque para ello tenga que mover todos los muebles. Luego irá a cazar pequeños animales y a recoger frutas y hortalizas: - María, ponme un conejo, que sea bueno ¿eh?. Y le pone uno de tantos que ha estado despellejando toda la noche la mujer del granjero. -Y dame media de tomates, una escarola y..., pimientos que a mi marido le gustan-.
Tras una buena caminata, la mujer del cazador, ahora acompañada de los cuatro hijos ha llegado a la cueva. Recoge un tendal de ropa; que previamente, arrima a la cara comprobando que ya está seca. Pone otra lavadora, pela las patatas, coloca una sartén sobre el gas y a continuación zurze ocho pares de calcetines. Es que rompen tanto estos críos...
El cazador ha llegado un poco tarde, ya se sabe como lo lían los compañeros cuando van a tomar un vino. Come apurado, el sofá le espera. Que nadie le moleste. La mujer dormita cercana en una silla, tras haber enviado a los niños a su cuarto de juegos. El pequeño se acerca al padre, ¡mujer...! ese niño..., los mocos... Límpiaselos tu...A mi me da asco, alega el cazador.
Paséate por mi Galicia profunda, por la Asturias de Fabila y su oso, por las Hurdes, por el Sacromonte antes de que los güiris compren las cuevas, por santa Lucía en Cartagena, por los miles y miles de poblados gitanos, por los cientos de rumanos, por la cercana África, por la América de los pobres, por la Oceanía en donde exponen al público los primeros pobladores como si fuesen monos. Paséate y al final espero me digas si encuentras diferencias en cuanto al comportamiento del cazador macho y de la hembra prehistórica.
Y ¿qué me dices de los adelantos?.
Los adelantos los disfrutan unos cuantos. Los que ignoran el precio de la gasolina, los de las mejores suites de hoteles, los de los grandes barcos, los contrabandistas, traficantes de drogas y armas, políticos y no pienso en los cercanos, pienso en otros que habiendo sido destituídos salieron del país en avión y tras él ocho aviones más, cargados de riquezas, los que tienen su cueva en las plantas más altas de los rascacielos y abajo, la miseria, la pobreza, la prehistoria, coño; que se ve, que no hay diferencia alguna con nuestros antepasados, con aquellas tribus prehistóricas que pasaban el tiempo de asueto, dibujando en las irregulares paredes de su cueva mientras el humo y el olor a carne cruda lo cubría todo.
Pero la mujer avanza, va a la universidad, ocupan puestos...
Insisto en que no generalizo, no debo. Hay mujeres que por su valía o por haber nacido hija de... llega, pero por lo regular, las mujeres, con amplios estudios, cubren los puestos secundarios. Primero les miran su "buena estampa" porque una miope por muy inteligente que sea no entra, las de pura sangre siempre al lado del jefe que, a cualquier mamoneo que dice, hay que reírle la gracia, lo vistoso como un jarrón es lo que prima. Llegar a lo alto, le costará sudor y sangre amen de lo que el cazador quiera, y es que ya prepara a sus churumbeles que, aunque sean unos matados, tendrán su puesto en la administración.
Hay otras mujeres que van saliendo adelante con su trabajo. Las que en las televisiones muestran los pechos al tiempo que anuncian lavadoras, perdón, no las anuncian; la voz se la pondrá otra persona, tal vez una logopeda, una filóloga que está en la sombra porque no tiene el cuerpo de la que se ve en pantalla. Otras son obligadas a mostrar el trasero y moverlo a ritmo mientras anuncian cremayeras. Jamás he visto a un militar hacerlo y mira que es mucho lo que las emplean y las más, peleándose, poniéndose verde unas a otras con tal de salir en el papel cuché o del colorín, como ahora le llaman. Las menos, sobre una pasarela que gobierna un modista de modales exagerados, se disputan lo poco que tienen, la efímera belleza. Hasta la cocina, la gobierna el cazador, cientos de cazadores en cientos de cocinas, quienes sudan son las mujeres por mucho gorro blanco que les pongan; ellos sólo están para probar "inventos" que a mi, sinceramente, me importan un carajo; ¿por qué no se invierten los términos y son ellos los que van a los fogones a preparar los callos, el cocido, la paella para los noruegos que vienen a un simposium?. Que alguien me lo explique.
Mientras todas las mujeres no tiren de la misma soga, sin cansancio, en la misma dirección, seguirán en la prehistoria alabando las andanzas del "cazador".
No lo deseo, lo prometo.
Comenzar a tirar ya, con un par, como se dice ahora. Os ayudaré y habrá muchos más que ayudarán a tirar. Con el macho cazador, no contar, no son capaces y además no lo entienden.
Pero también, sois muchas, muchas más que ellos.
Para aquellas mujeres , que en el DNI os constaba como profesión: "Sus labores".