Sin apenas darnos cuenta, con qué fuerza nos echan.
Cierro los ojos y me parece estar aún en el instituto, jugando al futbol o correteando por los montes. El tiempo ha pasado rápido, muy rápido, traicionero , con nocturnidad.
A veces, cuando me afeito y me veo en el espejo, me dan ganas de gritar con todas mis fuerzas : ¡ No empujen, coño!, ¡ no empujen!. Dejarme ir con calma, poco a poco, con paso corto......No escuchan, no nos oyen.