Ya hace un buen rato que el sol despertó en el horizonte, inundando los campos de un amarillo-naranja que relaja, y que tienta mirar al astro, entornando los ojos.
A lo lejos, un humo vertical sale de las casitas blancas.
- Estarán haciendo el desayuno -, piensa.
No deja de mirar fijamente a lo lejos, dibujando el sendero por el que ella vendrá. Mira tan fijamente que la vista se le cansa y se le distorsionan las imágenes.
Ha bajado a la primera clase, sin ganas. No ha puesto atención a las palabras del paciente y cansino profesor; dedicándose a escribir en todos los bordes de las páginas del libro: Cármen, Cármen, Cármen......
La mañana se le hace eterna. No ha jugado al futbol durante el recreo. Una intranquilidad le mordía las entrañas.
Al finalizar las clases, no acude al comedor y va directamente para su dormitorio en donde, desdela ventana se divisa el horizonte.
Primero fué un punto en la lejanía, luego, ese punto se fué agrandando.
El corazón del joven que se le sale, la boca seca.
Baja los escalones de tres en tres.Desde el último descansillo salta los cuatro que le dejan a la altura de la puerta.
La abre temblando y corre, corre por el sendero.
Cada vez más cerca, mucho más cerca, hasta que se funden en un abrazo. Se miran, se besan una y mil veces y siguen abrazados.
Es el joven quien susurra : ¡mamá!, ¡mamá!, ¡mamá! ......
(Chalo)