jueves, 20 de octubre de 2011

CHICHA UNO QUE ESTÁS EN LOS CIELOS.


Chicha Uno que estás en los cielos, santificado tu nombre, pero a mi, déjame seguir cayendo en todas las tentaciones posibles e imposibles, líbranos de desesperaciones, amén.
Chicha, Chicha, Chicha, que larga se me está haciendo tu ausencia.
Hemos comenzado un nuevo curso y no te encuentro en lugar alguno con tu pequeño block en el que tomabas algún que otro apunte los días que estabas generosa mientras me enseñabas, que de todo lo que te rodeaba, lo bueno, lo agradable, eran las conversaciones, las risas y una fantástica comprensión entre los que formábamos y continuamos formando, aquel grupo.  Que estudien otros, decías dándole la última calada al cigarrillo.  Que estudien otros que son los que comienzan esta puñetera vida, llena de zancadillas, tristezas y a veces, risas fingidas.  Te escuchaba al tiempo que pensaba, que los años no son las hojas de  calendarios que pasan, son los que uno vive. ¿Cuántos llevamos ya vividos?. Lotes.
Ahora resulta, que te vas en silencio, sin avisar, como no queriendo molestar al personal, como no queriendo dar explicación alguna, sin tan siquiera echarme tu última sonrisa, sonrisa que hablaba a quien quisiera escucharla.  Te has ido en silencio, no como yo pienso irme, a los sones de unos gaiteros de san Antonio de La Cabana  que son los mejores y que antes de aplicarme el  fuego, mejor del invierno, me permitan ver los campos y montes por los que he caminado, siempre acompañado por pensamientos dispares pero que con la música son los que ayudan a dar los pasos.  Creo que esta idea te hubiese gustado, pero bueno, hay momentos en que no da tiempo a recordar, claro que,  si lo llevases anotado en la libretita, hubieses tenido tiempo a contarnos muchas cosas antes de irte, tía prisas.
Siento que se haya quedado en nada lo de ir de discotecas, al "Desgüace" que siempre la nombrábamos entre risas porque descubrimos un día el significado de tal nombre.  - Un día que esté en forma, vamos- me decías- con un guiño burlón.  Alguna vez eras tú la que hablaba de ir al baile y era yo, quien en aquellos momentos no estaba en forma por no decirte que a mi el baile, me importa lo que se dice un pito, pero por tí, sería capaz de aprender unos pasos traperos, que con tal de no pisar todo vale, lo que sucede, es que ese emparejamiento lo veo insulso y ya no te digo el saltar separados imitando a los monos. ¿De niño?, de niño era otro cantar, se bailaba para estar cerca de una mujer, para contarle mentiras por lo bajini, que era cuando comenzaba de verdad la vida , pero hoy, tantos años pasados, lo que me llama es respirar y  poder seguir tirando.
Chicha que estás en los cielos, quiero pedirte perdón.  ¿Recuerdas?, un día que fuimos a Mondoñedo hice fotografías, jugué con ellas y al final, mi mala cabeza te puso en lo alto sobre una peana, como una santa, ¿y por qué no?, santa Chicha que cura las enfermedades del alma, que bien sabido es, son las peores de sanar. No te enfadaste ni cuando un profesor al verla sonrió y dio el beneplácido a aquella nueva divinidad, se que esoy perdonado, lo que  no me pasa que te hayas ido sin decirme al menos "hasta muy pronto", no me hubiese asustando y es que tengo ya mucha prisa por marchar, abandonarlo todo, no pensar y ahora que desde donde estás lo ves todo, sabes que te digo la verdad, ya está bien de vivir pero,  hay que ser muy valiente para hacer lo que otros hacen para  irse al otro barrio de motu propio y sin ayuda, un salto al vacío, un tren, una cuerda y ya está, pero hace tiempo que perdí la valentía y me he pasado al bando de los cobardes, de los que ni se atreven a salir por las noches.  Ya se que es pecado quitarse la vida, también a los niños, hace años, les obligaban a confesarse, ya me dirás, qué pecados podían tener...
Entorno los ojos, me traslado a cualquier clase en la que entra la prensa, mucha prensa.  Algunas preguntas mientras a ti te bombardean los flashes.  Eras la diva, la que daba bien  a la cámara, la elegida de cualquier fotógrafo que llegase.  Yo pensaba que ya estaba bien, es como si estuvien en un zoo fotografiando siempre al mismo conejo.  Reías mientras Pilar se escondía para no salir en la foto, reíamos..., reí tanto en algunas ocasiones que terminaba con dolor de barriga. Siempre regresaban con sus cámaras y un día, ignoro el motivo quizás fue  nuestro cabreo, desaparecieron las cámaras con las golondrinas en invierno.
Chicha Uno, ven a nosotros de vez en cuando porque te recuerdo, recuerdo muchas vivencias que me contabas, lo joven que quedaste sin esposo, lo que tuviste que luchar para sacar la familia adelante, familia que te dio muchas satisfacciones, que es el premio de las luchadoras que incluso sacaba tiempo para acudir al Campus, pero seamos sinceros, te pasaba lo que a mi, que te iba más el cachondeo que lo de tomar apuntes. Es hasta lógico, si con escuchar las palabras del profe, quedaba  todo en el coco. A veces.
Déjame seguir cayendo en todas las tentaciones y no me importa que se entere el que ahora es tu jefe. Has dejado aquí una familia pero en esta vida, hay que pensar también en los que se habían ido mucho antes y ahora, seguro, caminarás,- no sé como se camina en el cielo-, supongo que entre nubes y lo harás al lado de tu esposo.  Os asomaréis a Sillobre en donde fue maestro y al que le concedieron el nombre de una calle.  Hay que ser buena persona para que se acuerden de uno de esa manera.  Mil profesores, jamás tendrán una calle por lo cabrones que eran.  ¿En el cielo se puede decir "cabrones"?.  Bueno, no lo digas por si las moscas, ya ves lo que hizo el otro con Adán y Eva sólo por comerse un trozo de una manzana.  Lo cogerían  cabreado.
Chicha Uno, Chicha Uno que estás en los cielos del brazo de tu esposo, como antes te cogías del mío para contarme cualquier cosa que conocías y yo pensaba mientras aminoraba el paso, "hoy está más cansada que otros días" pero seguíamos desnundando a cualquier vecino, riendo por lo bajo, para que nadie se picase, mientras nos acercábamos a cualquier cafetería que te daba ánimos para encender de décimo noveno pitillo del día y era media tarde.
Siempre me preguntaba  qué apuntes tomabas en aquella  pequeña libreta y un día, lo vi.  Estaba a tu lado en la clase de Eugenio, al poco tomas el bolígrafo y tras mirar un rato al techo en plan concentración, veo como escribes: dos quilos de garbanzos; huevos; harina...  No tomabas apuntes que era lo lógico. Anotabas los productos a comprar y entonces te admiré, te admiré mucho más, porque anteponías tu casa, tu gente, a cualquier otra palabra que sonase en a tu lado. Pudo ser posible que también en alguna ocasión,  estuvieses tomando nota mentalmente de los follones que había y hay por el mundo. Es hasta del todo lógico.
Me decías con pena, que la casa de Cobas se estaba yendo al carajo,-igual no se puede decir carajo-, que no había orden y si un gran desorden, que nadie te ayudaba y un día decidiste  sentarte y parar. Lo que pensé es que estabas muy cansada, que como a todos nos pasa, el cuerpo va cambiando, se camina menos, la desgana llega, de vez en cuando un catarro y entramos en esa espiral a la que llaman vejez  porque lo de la tercera edad, es un cuento chino, pero chino, ahora que están de moda. Si has vivido a tu aire -y me incluyo-, es lo que te llevas, pero si te has dejado la piel a tiras pendiente de unos niños, el cuerpo que no es de goma, a la larga se cobra su tributo y a ti te lo cobró cuando más disfrutabas.
Recuerdo que un día en Cobas, te llamé desde la carretera.  Se asomó tu nieta. Le dije que quería verte.  Preguntó la niña, ¿de parte de quién?-. De su novio, respondí. ¡Ay!, la cara de la nieta,  que se volvió de mil colores mientras caminaba a buscarte. ¿Lo recuerdas?. Lo bueno de todo es que hemos pasado tantos momentos juntos, tanta risas, que mi pobre cabeza tan dada al olvido, lo recuerda perfectamente y ahora, cierro los ojos, dejo de escribir y me voy al molino da Barcia en que tantas veces nos reunimos, al pazo de Isabel II, a Sillobre en donde me enseñaste la placa en una de sus calles, en restaurantes, arriba de Puentedeume cerca, creo que de Monfero.  Siempre acudiste, tomabas parte de la juerga y ahora que todo te iba tan bien y un día, callada en un rincón, tú y tu soledad, cierras suave los ojos, el cuerpo descansa como nunca lo hizo, es todo tan plácido que te abandonas porque nunca lo has sentido.  Al poco, sin proponértelo,  notas que te elevan, que te llevan y no tienes miedo.
Como de las mujeres ignoro la edad, me da que soy el que te sigue en el escalafón.  No sé, a ver si te enteras, si hay línea telefónica entre el cielo y el infierno.  Si es así, de vez en cuando y sin que me vea el diablo te llamaré por conferencia, no mucho tiempo porque a lo mejor es cara y es que abajo, cerca de mi,  están los banqueros y ya se sabe. Me tienes que contar, porque siempre me intrigó, si San Pedro está permanentemente en la puerta o se va dar de vez en cuando una vuelta por el bar, es por si puedo colarme algún día para verte.  No  se lo digas a nadie, y es que no se si puedes guardar este secreto o te obligan a confesarlo, es una gaita todo.
Dios, que tristeza cuando te fuiste por lo inesperado, como cuando te agachas a recoger algo caído y al levantarte te das el gran porrazo con la esquina de la mesa y es que suele suceder porque los viejos ya no calculamos, ni falta que hace.  Dime una cosa, que quede entre nosotros por la confianza que hay, ¿ has visto la luz blanca que dicen?, ¿viajaste a la velocidad de la luz?. ¿Te recibieron serafines tocando trompetas?, a ver si un día te pones, formas una banda de  gaiteros y le enseñas desde arriba  al resto del mundo,  donde está Galicia, sobre todo a los americanos. ¿Todos los santos tienes barba?, ¿le ha crecido a san Sebastián?. Cuéntame, cuéntamelo todo.
No me queda mucho, es lo que vengo diciendo siempre y no la palmo, pero algún día tiene que ser, no me importa cuando, de aquella sí, de aquella, con el permiso de tu marido, al menos bailaremos un vals que eso bordo, y el pasodoble, pero el bolero, como es tan amarrado, como que no está bien, lo dejaremos.
Chicha Uno, Chicha Uno del alma que te echo de menos, hasta incluso noto en falta el tabaco que fumabas que olía a rayos, y las cabezadas que llegando el verano de vez en cuando dabas mientras Manuel un poco más atrás, roncaba feliz en la clase de Seguridad Social.
Si un día, por un casual, nos encontramos en esa inmensidad que dicen las almas flotan, te invitaré a unos cubalibres, cantaremos lo que cuadre a la espera que otros vayan llegando pero sin prisa, que prisa no hay para estos menesteres y si hay que seguir bebiendo para celebrarlo, hasta que caigamos de culo porque me han dicho, que en ese lugar, al día siguiente te levantas sin resaca.  Parece mentira, la resaca no existe.
Y bendita tu seas entre todas las mujeres y  en medio de tanto morador del infinito.
Te recordaré siempre.  No me olvides, llevo mucho tiempo solo y no quiero, lo paso mal.
Chicha Uno, que estás en los cielos, ven a nosotros.  Amén. ¿Nos podemos dar un beso?, ¿qué no?. ¡Cómo se ha puesto el cielo!... Te lo dejo en la fotografía.

BOFETADAS