sábado, 24 de mayo de 2008
CARTA A PRAGA ( DOS )
Mientras hundía mi mano en tu río, buscando parte de esa vida que más tarde entregarás al Elba, y que terminarás en el frío mar del Norte, sentí una presencia trás de mi, me giré, alcé la vista y allí un anciano que me miraba, los ancianos siempre miran, luego me habló algo que no entendí pero cuando marchaba fué dejando escrito en el aire: - "Uno de los dos deseos te lo he concedido"; le pregunté gritando - qué deseo -. Sonrió y no me dijo nada.
Caminé por las calles empedradas mirando a lo alto como me dijo Chus, siempre a lo alto como me dijo Chus, a lo alto como me dijo.... ¡qué razón tiene!. Infinidad de esculturas, cariátides, atlas, atletas; de bronce, de mármol, de piedra que sujetan parece, las alturas de los edificios.
Es primavera, olores, flores, montones de flores por toda Praga y las calles empedradas de unos cantos rodados muy brillantes por el paso de miles y miles de almas. Hasta en el suelo eres bonita. En una ocasión leí esta frase tan bella: "conocerte fué un regalo, un regalo que me dió la vida"; hoy la hago mía y te la digo a ti, bella ciudad por la que tengo que caminar mirando a lo alto, tal como me dijeron para ver esas hermosas torres en las que brillan miles de figuras metalizadas que semejan oro, torres en las que las palomas anidan y a las que suben las gentes y se asoman tras hacer un gran sacrificio de patear cientos de escaleras muy estrechas que tienen su recompensa. He subido y como los demás, también se me escapó un ¡Ohhhhhhhh! de ver tanta hermosura reunida. Pienso que un suspiro ante algo hermoso, equivale a la lectura de un libro, yo Praga, de tantos suspiros que me han salido, me siento como si hubiera leído la gran enciclopedia Británica.
Suelos empedrados que te conducen a un restaurante ubicado en un sótano, y al que se accede bajando un sinfín de escalones entre cabezas disecadas de animales de caza. Abajo música y comida y al final, italianos, franceses, belgas, jamaicanos, turcos, españoles, todos, todos...... terminan la velada cantando "La paloma". La vida que podía ser así de hermosa si no hubiese mandatarios empeñados en gobernar nuestros pensamientos, sin darse cuenta de que somos mayores...
Dirijo mis pasos al puente de Carlos, porque quiero mezclarme con los artistas que allí se ganan la vida, porque necesito estar en medio de la gente y lo magnifico es, que esa gente no tropieza contigo, te respeta y tu la respetas, convivimos todos perfectamente y vamos casi apretados, nos sonreimos si nos rozamos,¡ lo qué vale una sonrisa......¡. ¡ Mira a lo alto!, ¡mira a lo alto! y si, enormes figuras de bronce se alzan en el puente, que te observan y no tienes otra opción que mirarlas porque tienen algo que te atrae, la belleza de sus formas, la belleza y serenidad de sus rostros, la belleza de lo bien hecho.
Hay un momento en que me digo: - Ya está bien por hoy, vámonos para el hotel- y lo hago, pero al rato, cambio de parecer y es ahora cuando dirijo mis pasos a la Sinagoga judía, la más antigua de Europa y muy cercano, un cementerio judío, pequeño, muy pequeño, que se alza sobre el nivel de la calle unos cuantos metros, a causa de los cientos de personas que hay enterradas y que han tenido que colocar unos sobre otros. Pido paz para ellos, pido paz para el puñetero mundo en que tengo que malvivir.
Tengo ganas de helados porque se que a mi espalda, nadie me prohibirá que tome los que me venga en gana. En la plaza de Wenceslao -Wencelas para ellos -los hay muy sabrosos y por dos coronas, unos cincuenta céntimos de euro, te llenan un gran cucurucho. Lo tomo sin alejarme de la heladería porque hoy, me voy a poner las botas. Mientras, contemplo en las inmediaciones el gran museo de Praga al que no pude acceder, no por falta de tiempo, si no que, por vagancia pero si, acudí a una exposición de Alfons Mucha y Dalí.
Continúo mi paseo arriba y abajo con el helado en la mano, miro hacia la distancia y por todos los lugares gente, cantidades de gentes; ni una maldita bocina de auto escuché desde que llegue a Praga, todo es paz, nadie altera esa paz, y la plaza llena de vida en medio de la vida. Pienso : - ¡ Qué suerte tienes, maldito, qué suerte tienes de vivir todo esto ! -.
Me voy para el hotel, a la "Suite nupcial" como le llamamos, en donde se alojan Ricardo Dapra , Nicasio y yo; pero ojo al dato, que decía el otro, cada uno en su cama, son dos habitaciones en un espacio y por si quedan dudas, tres camas; el resto.... como cualquier pareja que se ama.
Me he duchado con vistas a descansar, lo pienso una milésima de segundo y me digo ¡ qué coño !, me visto y salgo de nuevo a la noche. La noche quiero que hoy sea mía y de Praga que ahora me acompaña en mi nuevo recorrido, sin rumbo,¿para qué el rumbo?, es mejor así, como los navegantes, a la ventura.
Juan el Nepomuceno también camina a mi lado e insistentemente, me susurra al oído, que un deseo me ha sido concedido, el otro.... tardará un poco más.
Tengo paciencia, esperaré. Tarareo "Te esperaré", mientras camino plaza Wenceslas abajo, llena de vida. Si,Vida.
viernes, 23 de mayo de 2008
CARTA A PRAGA ( UNA)
Escribo estos recuerdos a bordo del avión que me trae de nuevo a casa. Me habían hablado tanto de ti, que sin pensarlo al llegar, abandoné el hotel en la plaza de Pavlova y me dirigí caminando al centro hasta llegar al puente Carlos o Most Carlos que le dicen. Allí, evitando la gente que se apelotonaba, me acerqué al santo, a Juan el Nepomuceno y como la tradición manda, puse mis manos sobré él, solicitando me conceda los dos deseos que según las tradición otorga. Uno de ellos, volver a Praga y eso que apenas la conocía, pero es que caminando y observando, fué calando tanto en mi, que me enamoró desde un principio y fué tanto, que a los dos días volvía a visitar al santo para recordarle mi petición.
Me voy con angustia porque me gustaría continuar recorriendo tus calles medievas empedradas, remirar de nuevo las tantas y tantas cúpulas y edificios uno a uno de estilo modernista, muy hermosos. Mi compañera Chus, al salir de clase de Arte,mientras caminamos hacia nuestras casas, me hablaba de ti, Praga. Me decía: -Mira siempre arriba, camina y mira siempre arriba- y claro que miraba. Cada vez que un edificio me admiraba, me acordaba de Chus; pero también miré hacia abajo, a sus gentes, me he reído mucho en medio de sus habitantes aunque no nos entendíamos pero, con una mano en su hombro y una sonrisa lo decíamos todo, amén de la palabra que aprendí rapidamente: "Yenque beanie", que es su pronunciación y su significado es "muchas gracias". Ahora que volvemos a casa, miro a través de la ventanilla del pájaro de hierro una gran extensión de cúmulos que semejan tus catedrales y un suspiro prolongado me sale sin querer del alma. Tengo la imágen de tu río el Moldava, a él bajé por un lugar que me señalaron, para hundir mi mano en tus aguas llenas de vida porque quería robarte parte de esa vida que necesito para volver porque en tu ciudad, también hay que mirar para abajo para tu suelo pedregoso muy brillante, para tus pies llenos de colorido sin olvidar tus hermosos templos que llegan al cielo con sus formas góticas o clásicas. Otros en su interior, que no lo esperas, son de un barroco grandioso, en donde las figuras parece que se te vienen encima y te encoges; luego, vas tomando confianza y eres capaz de observar todo el movimiento armonioso que guardan unas con las otras. Hay que mirar para sus gentes, poetas, pintores, pensadores, escritores y músicos que llenan de conciertos las iglesias. Que lo llenan todo.
¡ Cómo te recuerdo y acabo de dejarte !, ¡qué gran novia hubieses sido!, ¡qué gran mujer!, siempre, siempre con la cara limpia y pintada escrupulosamente, sus arterias limpias, tus cristales -preguntarle a África- siempre limpios, tus plazas..., ¡ hay, tus plazas, qué hermosura!.
Antes de acercarme a ti, te sentía como una de tantas ciudades que he conocido. Qué gran equivocación, ¡cómo enamoras así, silenciosa!, pero es tarde, me apena no haberte conocido a mis diecisiete años y pasar a tu lado todas las penurias que pasastes y sufrir contigo, y reir contigo, y vivir contigo, y sufrir de nuevo contigo, y maldecir contigo, y pasear contigo, y dormir contigo y al final, morir a tus pies rendido por tanta belleza.
Llevo el alma contenta y a la vez herida, como casi siempre que me enamoro, siempre que tengo algo que quiero a mi lado, termina separándose, yéndose. Ahora, lo siento, perdóname, soy yo el que marcho, pero antes te he dejado un beso en la mejilla de una aciana que amablemente caminó a mi lado para señalarme el camino a causa de mi cabeza de embotada de tanta hermosura contenida. Esa anciana, esa mujer, te representaba a ti Praga, que me conducías, que me llevabas, que olvidaste tu camino para caminar a mi lado. ¡ Cuánta bondad!.
Te quiero, hermosa Praga, te querré siempre.
sábado, 17 de mayo de 2008
LA BENDICIÓN
Mañana, amigas/os míos, me voy a Praga, amparado por un grupo de compañeras/os.
Siento y me apena, que el chófer del avión con quien hablé, no me permita abrir dos ventanillas, una a babor y otra a estribor para así asomar el brazo y desde lo alto, enviaros mi bendición Urbi et orbi, primero lo haría hacia Coruña y luego a Ferrol, pero una bendición seria, tal como lo hace el Papa desde el balcón del Vaticano. Sería fantástico soltar al mismo tiempo, una bandada de perdices - lo de las palomas está muy visto - y desde abajo, cazadores-matadores experimentados, pin, pam, pum a escopetazos con ellas, luego a repartir en la Cocina económica. Me da la impresión que se mata mucho y hay gente, mucha gente que disfruta con ello. Es una pena.
Ayer por la tarde, vi en la televisión, un hombre al que colocan unas alas de avión y a reacción, puede volar a una velocidad de 200 quilómetros a la hora. Me me dejó anonadado, me llegó la envidia al alma, volar y poder hacerlo a esa velocidad, la libertad pura. Ser más que cualquier pájaro por unos instantes sin tener pluma o teniéndola que puede ser; yo estuve a punto de tenerla, preguntar a mis compañeras de clase.... Lo malo del tío que vuela, es si se la pega contra un tendido de corriente o contra una montaña por hacer una chulería, que todo cabe, o no es capaz de frenar ante un edificio de duro cemento, pero si eso no sucede, qué gran cantidad de bendidiciones a esa velocidad....
En mi época de "estudiante" con mi amigo Victor - hoy ausente - nos íbamos a Santa Marina a casa de otro gran amigo, Pepe Conde y allí, "jugábamos" con pólvora que hacíamos, con la electricidad, hacíamos galenas y todo tipo de cacharrada que nos venía a la cabeza. En cierta ocasión, se hizo una cometa enorme con papel y cañas de bambú, con un fin. El elegido fuí yo porque mi peso era equivalente al de una gallina. Subí a un arbol a una altura considerable, me pasaron la cometa, me coloqué en posición para un vuelo transoceánico y me tiré al vacío creyendo que iba a caer al suelo sobre algodones, pero el bicho cayó en picado, me dolió el encontronazo y un esguince - me llevaron a una compostora en el crucero de Canido - y una semana o poco más a vivir; mereció la pena, lo digo por lo de la clase.
Pero bueno, a lo que íbamos -que dijo el obispo -lo de la bendición desde las alturas, tal como una dios del Olympo iba a ser demasiado, estoy seguro de que saldrían imitadores, negocio para las compañías aéreas. El Vaticano enviando curas para aquí, para allá controlando todo lo suyo, el cielo y en vuelos bajos, casi rasantes, podían también, además de las bendiciones, enviar dinero a los negritos de África y a los indios de América, lo digo pensando en las huchas del domund; al menos las de un colegio, tenían esa figura, las recuerdo perfectamente. Claro que las recuerdo.
Os tendré presentes a todas/os compañeros del alma, compañeras tanto de Coruña como de Ferrol, me duele que no nos acompañeis, pero bien conocéis, que este viaje es para personas altamente cualificadas y capacitadas y ahí, si que no cabemos todos. Está bien.... Escribo...: Soy un fantasma, soy un fantasma, soy un fantasma, soy un fantasma, soy un fantasma, soy un fantasma, soy un fantasma, soy un ..... y así hasta mil veces. Qué le voy hacer. Soy quizás, diferente. Libre como el del reactor. Errando como la misma Vida.
miércoles, 14 de mayo de 2008
LAS OBRAS Y LOS VIEJOS
Buenos días.... ¿cómo vas?....
Me da respeto escribir, porque tengo miedo "meter la pata". Los viejos siempre metemos la pata, por curiosos. Es por eso, que siempre estamos en las obras mirando como trabajan los que trabajan y desde fuera criticamos: ¡ese alero....!, ¡el arco de la izquierda, que se va.....!, ¡la columna......!.
Buenos días, ¿cómo te encuentras?....
Solemos meter la pata, porque decimos las cosas sin pensarlas, nos da lo mismo el resultado final, no queda más remedio; estamos tan acostumbrados a que se nos riña por cualquier motivo que nos asustamos, parece ser que al igual que los niños y así, siempre nos equivocamos.
Buenos días, ¿continúas enfadado?....
Los viejos ya no nos enfadamos y no podemos hacerlo porque entre otras razones, nos olvidamos de lo que ha sucedido hace un rato y si ha sucedido hace una semana, ya ni te digo; debe ser que el cerebro que en un principio tiene la forma de una nuez grande, con el paso del tiempo va encogiendo y adquiere la forma de una pasa. Es entonces cuando la información no se le queda dentro, resbala por su cortex y ni los médicos saben a dónde va a parar. Hay veces que la ciencia no sirve para asuntos tan necesarios.
Buenos días, ¿te has ido, ya no estás?....
A los viejos nos falla todo. El oído es lo que poco a poco y antes que nada se va yendo. Se va porque ha escuchado tanto y tanto, le ha llegado tanta información, que muy inteligente él y conociendo que el cerebro se ha convertido en pasa, pues... sencillamente "pasa " de oir, se cierra en banda, toma y deja pasar lo que en verdad le interesa. Para ello, se ha aliado con el corazón y ambos, recogen la música, las palabras interesantes, las tormentas, pasos en la noche, temor a lo desconocido, y el temor a lo conocido.
Buenos días, ¿tanto te molesto?....
Si que ahora me doy cuenta, antes no, ahora estoy dale que dale con el bastón, a esa colilla que está en el suelo; que mientras lo hago no atiendo a nadie y por ello, no atiendo a razones. Quiero golpear la colilla y mi mano tiembla y mi cuerpo tiembla porque me gritas. Los viejos entienden aunque sea por señas todo lo que se les dice, luego ocurre, que se les olvida, que para eso son viejos.
Buenos días, ¿quieres qué me aleje?.....
Lo hago. Me iré a la calle. Cerca ha caído un edificio y tendrán que levantarlo; estoy seguro que necesitarán un observador con experiencia en estos casos, sucede que ahora, los únicos que van a las obras son algunos obreros y los viejos a dirigir desde la barrera. Con esto de la igualdad, muy pronto acudirán las mujeres que tendrán que ponerse al día en eso del ladrillo. Allí nos encontraremos y te pondré al corriente de cómo levantar paredes, si es que sigo.
Siempre te tendré al corriente.
Lo malo es el cerebro, que me dijo el médico, mengua hasta el tamaño de una pasa y ahí se queda esperando, mártir...
Buenos días....¿quieres libertad?...
Los viejos también la piden en ocasiones pero entonces se quedan sólos, libres en soledad y eso es muy duro. Los "amigos" se van poco a poco ya lo verás y los que quedan, con el paso de los años, se transforman en conocidos. El hombre, puede caminar al lado de una mujer mucho más jóven, ello al revés y por desgracia, no sucede y al final, es la soledad quien te acompaña a donde vayas, créeme. Para qué la libertad. Es tan brutal el cambio, el verte en soledad, que hasta a los viejos les han cogido gusto el sabor de los medicamentos.
Buenos días, ¿cómo vas?, ¿cómo te encuentras?, ¿sigues con el enfado?,¿te has ido?, ¿tanto te molesto?,¿quieres que me aleje?, ¿quieres libertad?.....
Adios, me voy a las obras con mis viejos.
domingo, 4 de mayo de 2008
MADRE
Madre, ¡cómo te echo de menos!, ¡cómo te necesito!. Nuestras viviencias, las tengo muy presentes; nuestros paseos mientras me enseñabas maravillas de la naturaleza, nuestras risas a todas horas no se me olvidan. ¿recuerdas, el día que quedamos unidos a aquel tubo a causa de la electricidad?, el día que te enteraste por mi de cómo falsificaba las notas con agua y lejía, y el trabajo que me daban cuando llevaba siete meses el boletín, hacerlo y reacerlo, te acuerdas de aquel marinero al que abrías la puerta, un saludo y un taconazo, y sin más, entraba en la cocina, levantaba las tapas de las cazuelas, se sentaba a la mesa y tu le quitabas el hambre que el pobre pasaba.
Con qué mimo me ayudabas a dar de comer a los pájaros que traía a casa, al mirlo que terminé empachando, al gavilán que no hacía más que pedir carne, los periquitos que volaban por parte de la casa y que tu con paciencia ibas limpiando sus basuras, los grillos que no cesaban....
Yo era muy abierto y te contaba mis cosas. Se que las niñas también te contaban sus prematuros amoríos, eras su celestina pero jamás me contaste a mi de que iba todo aquello, seguramente para que me lo ganara a pulso y no llevara ventaja sobre los demás.
Dabas vuelta a los bolsillos de mis pantalones para lavar. La cantidad de tabaco que aparecía era superior a lo que yo pensaba, era un niño. Jamás me afeaste que fumase, ni cuando las vecinas te venían con los chismes -que eran continuos-; ni cuando escapaba a la mar creyendo que no te dabas cuenta, ni a las verbenas saltando por la ventana, ahí siempre os gané la mano, jamás os enterasteis; ni te enfadaste cuando llegué acompañado de un guardia que me sorprendió pescando peces en la fuente del Cantón.
Se que te ponías triste cuando papá salía a navegar, que era casi siempre, pero mirabas para tu prole, cuatro niños casi iguales que había que sacar adelante, y tu luchadora, una sonrisa, un no me piséis que acabo de fregar y a tomar el mando de padre-madre una temporada. Era difícil, ¿verdad?, y yo aún te lo ponía peor con mis notas y mi no asistencia a las clases. Luego en verano, voluntariamente me sacrificaba y salía adelante.
Madre, quisiera verte ahora, que te dejaran venir un rato para contarte cosas nuevas que me han sucedido desde que partiste y recordar como te echaban piropos los soldados y yo te defendía bajándome los pantalones, aún cortos, y mostrándoles mi pequeño culo. ¡Cómo me dolía que se metieran contigo!. Un día, me separé de ti, corrí hacia un soldado que tenía unas estrellas y se lo dije; desde aquel día caminábamos hacia la casa de los abuelos, más tranquilos. Es que tu eras muy bella,una mujer muy guapa, me lo decían las mujeres y los hombres lo pensarían. De ello me sentía orgulloso. Chus, tu nieta, también se parece a ti.
Sé que estés en donde estés, sigues mirando por mi, quizás me reproches algunas de mis ideas, es que he madurado y veo las cosas de otra manera, no me vale la fé que tanto nombran y ya ves, la vida me va bien, hace tiempo que he formalizado, que casi he sentado la cabeza. Alguna vez tenía que ser. Dile a papá, a mi hermano y a todos, que los recuerdo; que pronto nos encontraremos, quiero madre, que me sigas contando aquellas historias que tanto me gustaban y otras nuevas que sabrás, yo te contaré las mías, ¿o ya las sabes?. Cuántas vivencias guardo. Qué hermosas.....
Te necesito madre, día a día te necesito. Te quiero.
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