lunes, 31 de enero de 2011

UNA DE CINES ( I ).






Cuando era pequeño..., alguien pensará que ya llovió y no lo niego, porque el tiempo ahora, corre demasiado; mucho más de lo que quisiera. Decía que cuando pequeño, moneda que encontraba en la calle, moneda que guardaba en una cajita porque, las gentes, decían que eran monedas de la suerte.  Cuando con alguna más que llegaba del exterior, es decir, de la familia, reunía más o menos dos pesetas, ni lo pensaba, al cine. Cualquier sala de cine me estaba esperando, sin importar el tipo de película que proyectaran.  Todo valía con tal de tener ante mi, aquella fantástica pantalla en donde se sucedían escenas casi imposibles.  No era un vicio el que tenía porque el cine, no produce adicción al ser una de las artes mayores,  como que tampoco podía ser malo para aquellos que ni tan siquiera tosían, mirando fijamente escena tras escena. Yo era uno.
El primer cine que recuerdo es uno de que aún hoy persiste cerrado con unas ventanas de madera y en mal estado en Muros.  Entraba y salía de él, como Perico por su casa.  En ocasiones, si la película me gustaba, después de verla un par de veces, incluso con la pantalla apagada, seguía mirándola, inventándome miles de historias, mezclándome con los actores, cambiando el tema, soñando que en eso consiste.
Un día, cualquier día. el cine paró de repente, se encendieron las luces,  dijeron el nombre de una persona que habían rescatado en el agua, que había aparecido.  Como es lógico, abandoné la sala con el resto, me apoyé en el petril del muelle.  En el agua, un barco a motor que en su popa tenía a un ahogado del que pude ver, le faltaban los ojos. Grité diciendo que no tenía ojos, un señor me dijo que cuando una persona muere por submersión, los ojos son lo que más les brilla en el agua por lo que los peces, es lo primero que se comen. ¿Fúnebre?, no tanto si el que escribe, que se desmaya ante una gota de sangre, fue capaz de aguantarlo y para más inri, contarlo.
Ya en Ferrol, el cine de las Zuecas de la carretera de Castilla, al que fui unas cinco o seis veces.  De una me acuerdo perfectamente y es que mi padre, me dio bastante dinero y para allí me envió a las cuatro de la tarde. Cuando regresé a casa, mira por donde, sin tener previo conocimiento, había tenido otro nuevo hermano, José.  Aquí, no quiero mentir, comenzó un gran dilema, ¿cine a cambio de hermanos que aparecían y se llevaban todos los mimos?. No valía la pena, el de los mimos era yo, tenía todos y más, habiéndome criado con mis abuelos, me los había ganada mes a mes, día a día y aquello no era para perderlo.  José fue el último de los cuatro. Los mimos a partir de enconces se repartieron, pero pienso que fui  único en contarle a mi madre cosas que a nadie contaba.  Ella a mi también. Todo comenzó cuando le pedí que me ayudara con un dibujo, una cabeza de lobo que no era capaz  Me demostró que sabía hacerlo, dibujaba muy bien. Entre ambos, había buen filing.  Es que no encuentro ahora la palabra adecuada. Ni me preocupa. Se entiende.
 A lo que íbamos que me pierdo.
El primer cine que descubrí en Ferrol fue el Cinema, era hasta del todo lógico porque en su piso, comencé a estudiar el bachillerato. Un cine humilde, resultón que con el tiempo descubrí sus últimas filas de butacas, fantásticas butacas, del todo oscuras aunque los malditos acomodadores, de vez en vez, lanzaban su fogonazo de luz, no se si nerviosos o con la mayor envidia del mundo, el caso es que, hacían la puñeta.  En lo alto,  general que en otros lugares le llaman el paraíso, tal como en el teatro Jofre rezaba en un cartel.  No sabía si paraíso es porque estábamos en lo alto o por si alguno se lanzaba al patio de butacas, estaría más cerca del cielo.  Para nosotros era general, quizás por vivir en una ciudad en que las estrellas en la bocamanga estaban a la orden del día, había tantas, que incluso a un edificio de militares en la plaza de España, es conocido desde entonces como Hollywood por tantas estrellas que allí vivían, de ahí debía venir la clasificación de general y no de paraíso, algo más fino. El Cinema que es donde quedé, también tenía  general en todo lo alto, cerca del techo, como en los demás cines, era lugar de libertades, de hacer cada cual lo que le viniese en gana dentro de un desorden.  De vez en cuando, se escuchaba gritar en el patio de butacas: ¡ Acomodador, desde arriba están echando agua!.  Mejor se lo tomaran de ese  modo, porque lo que en verdad caía, eran las meadas de unos cuantos  golfillos ya mayores. A ellos me arrimaba y ellos me admitían, lo que era un lujo y es que la vida, no es toda de color de rosa, poco a poco te hacías fuerte para no recibír golpe alguno o los menos, porque te sabías defender y si no podías, ellos te amparaban. Fue un buen entrenamiento, para salir después al mundo.
Primero el NO-DO, del que me decía mi madre, que cuando vivía en Barcelona, en aquellos momentos en que Franco aparecía en pantalla, era obligado el ponerse en pie, alzar el brazo derecho un poco más de media altura.  Es de suponer que en todos los cines de España sucedía lo mismo. Es como si todos se estuviesen espiando.  En nuestros tiempos ya no, aunque persistían los espías. Alguno conocí, se decían de información.  A continuación seguía la película y al poco, en la pantalla, un cartel dibujado a mano sobre fondo blanco: DESCANSO, DIEZ MINUTOS.  VISITE EL AMBIGÚ.  De repente las carreras se iniciaban hasta coger sitio al lado de la puerta que daba a la calle Rubalcava para respirar aire, mientras otros iban a comprar cacahuetes y otras chuminadas para entretener. Era casi niño pero en medio de los mayores, encendía mi Ideal con papel amarillo y con ellos, iba discutiendo el trozo de película que acabábamos de ver. Sonaba un timbre, apagaba el cigarro fumado pisando la punta con el zapato, lo metía en el bolsillo a sabiendas de que aquello olía a rayos. Claro que en casa se enteraba la lavandera, pero no decía nada. Yo tampoco le decía que se le meneaban todas las carnes cuando frotaba en aquella pileta.
Cuando la película finalizaba, salíamos en silencio, reteniendo en el cerebro lo visto, para que no marchase.  Entrábamos en el primer portal y allí, durante un buen tiempo, discutíamos la película como si se tratase de una de arte y ensayo, de aquellas  que iba a ver al cine X, luego llamado Atenas, y es que tenía libre acceso por pertenecer a una sociedad fotográfica.  Solía ir, a pesar de tener que aguantar el coñazo de algún mal orador, empeñado en hacer elegante el introito de la película a ver. Las películas eran muy buenas, al menos diferentes en el contenido.  En una ocasión, castigados en la sala de estudios el grupo de amigos, me proponen escapar del aula, acudir al cine y ver la película "K2, cohete a la luna" y como dibujaba bien, que copiara como se había hecho el cohete, para más tarde nosotros, hacer uno.  Fui al cine, pero aquello no tenía pies ni cabeza, en vez en un cohete parecía una faria con unos alerones. Bendito paso de la niñez al siguiente estadio.
Un día entré en el cine "X" para película era "Elga".  Decían que era muy dura,  que había sanitarios en la sala porque se daba en directo con todos los detalles el parto de una mujer. No lo entiendo, hay que ser panoli, si no lo aguantas, no vayas y si vas, todo consiste en cerrar los ojos como yo hice.
Este cine, ya Atenas, era polivalente pues en Año Viejo, retiraban las butacas para dar paso a un baile que sinceramente, para la juventud, era fabuloso.  A la juventud le interesaba que hubiese mucha gente, demasiada gente para bailar pegados sin que la niña se mosqueara y el Atenas, lo tenía todo.  Lo mismo sucedía en otro cine pequeño pero muy coqueto, el Palacio de Cristal en Serántes, hoy cerrado pero vivo, que también algunos domingos retiraba las sillas -no confundir con butacas- y se hacía un buen baile.  Diré que entonces, Serántes, digan lo que se quiera decir, era una aldea.  Debido a ello, cuando llegaba los de Ferrol, pues eso.  Un día un bar frente por frente al cine, el de Polo, comenzó hacer charangadas gratis en su huerta con un tocadiscos amplificado. Las ganancias, en la cantidad de consumiciones que despachaban toda la familia, incluso los niños.  Permanecíamos hasta las diez de la noche, hora marcada para el regreso de las jóvenes, caso de ir acompañdas por nosotros, sus vecinos,  con fama de buenas personas.  El diablo también se viste de Prada.
Cerca del Instituto del Ensanche, un cine, el Madrid-París, con sus últimas butacas a donde ni se acercaban los acomodadores aunque fuesen vestidos con armaduras.  Cuentan que a uno, un día por husmear, una pedrada le dio en toda la frente. Sangraba como un cerdo el día de la matanza. Aquel lugar  era maldito.  Decían los veteranos, los de todos los días a ver si caía algo, que un día, el cura del Pilar comenzó a bendecir el local antes de que se proyectasen las primeras películas.  Al llegar con el isótopo a las últimas filas, aunque los dueños le insistían y que le pagarían el doble, no fue capaz de que el agua mojara un poco aquella zona; es más, el isótopo se restistía y aunque insistían que le pagarían el tripe, el brazo se negó, el cura tomó color verde, no fue capaz de bendecir y mira que le gustaba el dinero.
Cada vez que entraba en el cine, una atracción poderosa me empujaba hacia aquel infierno que a mucho no tardar, solía convertirse en gloria.  Allí también aterrizaban, las más golfas de Ferrol, las más golfas de los colegios, en un principio en grupos separados, pero llegado un momento, con el paso del tiempo,  todas se juntaban y al final golfos y golfas nos mezclábamos en franca camaradería.  Se estaba bien, se nos permitía fumar, era como si te encontrases en un país libre dentro del estado de Franco, en una playa nudista, en un centro de gérmenes que al menos a mi, entonces buen deportista, me respetaron.
Dicen las leyendas, que alguna vez que otra, también aparecieron en el cine, en horario lectivo, el dire del Insti y su esposa, la de Química.  Jamás los vi y prometo que a ese cine era casi asiduo e incluso, la butaca de madera en que siempre me sentaba, alguien a punta de navaja, había escrito mi nombre.
¡Silencio!. ¡Se sienten!. ¡Qué se callen! ¡Acomodadooooooor!, ¡acomodadoooooor, a ver este chaval que está fumando!. La linterna hacía una semicircunferencia para al poco cerrar su ojo. No corría sangre alguna.
En la pantalla, como siempre, el NO-DO del que lo único que nos interesaba, eran los deportes.
Es que todavía los políticos nos quedaban muy lejos.
Dentro de toda esa marabunta, en silencio, nos estábamos abriendo a la vida.

A todos los estudiantes de entonces, conocidos y sin conocer.

lunes, 24 de enero de 2011

LUNA LUNERA CASCABELERA






Anochece tras los montes ahora en negrura permanente.  Asoma el rostro de la luna llena, luna buena. Su brillo dorado, no es  el mismo de siempre y es que a la luna lunera, alguien le ha pintado en el rostro unos enormes bigotes que incluso se salen del redondel de su cara y en la noche cuelgan como si se tratara de un bandido mexicano y así, permanece en lo alto avergonzada y triste por el daño que le han causado a su linda cara.  Al alba se encuentra con un sol que cubre el firmamento de carmín que antes aprovechaba la luna para pintarse los labios pero ahora, no le apetece.  El sol asoma primero débil pero poco más tarde sus rayos dan calor y vida y en uno de los giros que efectúa, se da de bruces con la cara de su lejana enamorada y aquellos enormes mostachos que le cuelgan.  No lo entiende pero la siente triste y por ello, lo ilumina todo con más fuerza que nunca, para de ese modo, ocultarla de las miradas y risas de las gentes.
Primero, fueron los americanos quienes aconsejaron ante la ONU, lanzar un cohete dada la gravedad del asunto, cohete que analizaría la pintura para con una segunda nave borrar aquellos bigotes.
Le siguieron los rusos que en eso del Espacio no quieren quedar detrás, alegando que un potente cañón, lanzaría al satélite, trementina mezclara con alcohol y gasolina lo que sería suficiente para dejarla de nuevo resplandeciente y de ese modo, no se gastaría tanto dinero en un cohete.
Los chinos, algo envidiosillos, acordaron en el Comité, lanzar un cohete no tripulado, llevaría en su barriga diversos tipos de limpiadores y una vez en la atmósfera de la luna explotaría limpiando todo aquello que tanto molestaba a la bella dama.
Mientras esas cavilaciones, la luna asomaba triste como todos los días, deseando fervientemente que llegase pronto el cuarto menguante porque de ese modo, los bigotes se convertían en una sombra apenas perceptible. En cuarto creciente le sucedía lo mismo más, cuando enseñaba el rostro con toda su plenitud, los bigotes en lo alto, sufría tanto, tanto, que quería apagarse ante las chanzas de viejos, niños, mayores que la señalaban continuamente.
Jamás se habían vendido tantos prismáticos, telescopios e incluso, calendarios lunares.
Se puso tan de moda, que ni en verano interesaba el sol, todos pendientes de las apariciones de la luna buena para compararla con documentales habidos, se husmeaba en libros muy antiguos por si el hecho era una repetición y con anterioridad había sucedido tal.  Los sabios, llenaban encerados y paredes de fórmulas infinitas, los amasa fortunas ponen a la venta jarras, platos, dedales y demás en los que se veía la fotografía de una luna con unos enormes bigotes.
Los dibujantes hicieron chanza, los y las modistas cosieron telas con un azul estrellado y como no podía ser de otra manera, el satélite en medio.  Dicen que las portuguesas, estaban emocionadas, dicen.
Es cierto que los americanos lanzaron el cohete más se desintegró cuando llevaba un buen rato volando.  Sus restos cuentan, siguen orbitanto a nuestro alrededor formando parte de la mucha chatarra existente.  Si un día un chatarrero inventa un artilugio para recogerla, en su primera salida se hace multimillonario, que nadie piense lo contrario, uno que conozco, lo hicieron Infante de España y hasta tiene secretarios y va de grande aunque el resto de familia poco caso le hace.
El cañón de los rusos, no alcanzó su objetivo, todo aquello que enviaban para lavarle la cara a la luna, regresó a la Tierra.  Murió el trigo en los campos a punto de ser recogido, los glaciares se deshelaron más rápidamente, todo quedó pintado de amarillo.
Con el tiempo, cuando los glaciares se recuperan, cuando el trigo comienza de nuevo a brotar en aquellos mares infinitos y el color amarillo había sido limpiado a conciencia, sin previo aviso, los chinos lanzan su gran cohete que mucho antes de llegar al satélite, explota y todo su contenido regresa de nuevo a la Tierra, quemando de nuevo el trigo, el maíz, en las zonas árticas el hilo rompe y queda flotando por los mares, gran parte de la zona norte queda pintada de nuevo pero ahora de un color rojo dando la impresión que nuestro Planeta se desangra.
Astronautas desde lo alto, informan que han dejado de ver el azul del planeta, la pintura, la porquería que recogen los mares y otra que se deposita en las playas, la de los ríos, vertederos incontrolados, humos, ácidos, vertidos a los ríos, el mar un basurero de los miles de barcos que lo recorren haciendo lo mismo que hicieron a la altura de Finisterre con deshechos nucleares, dióxido de carbono que no cesa. Dicen que ven la Tierra de un color gris sucio, color de vertedero que a grandes pasos intenta acabar con cualquier medio de vida.
La luna, incluso se siente culpable y llora tanto, que las nubes sentimentales ellas, también lloran sobre el planeta y lloran tanto que  poco a poco se recupera la vegetación, las ardillas como siempre, van de los Pirineos a Punta Europa, todos los autos van con baterías, no hay humos, el planeta de nuevo azul. Me había quedado dormido, simplemente  era un sueño.
El sol un día, cansado de ver triste a su enamorada la luna, cuando aparece llena, plena, enorme, llena de vida le dice:- Mira, me acercaré poco a poco a tu lado. Cuando notes mi calor, avísame y me detendré-.
Así lo hace, los rayos tocan el rostro de Selene que nota calor.  Aguanta y hasta por primera vez en su vida, llega a sudar.  Cada poco, el sol se acerca más y más y en un momento fantástico, los bigotes han comenzado a derretirse, van desapareciendo quedando a la vista de todos una cara fantástica, limpia, hermosa. El sol se acerca un poco más, la besa con cariño y se retira porque está establecido en las leyes de gravitación que jamás puedan estar juntos por mucho que se amen.
Al cabo de un año se supo que el autor de la pintada había sido Plutón al conocer que ya no tenía la consideración de planeta como antes venía presumiendo, los sabios, lo conviertieron en Plutoide, es decir, en planeta enano. Y ahí sigue.
Confensó que quiso pintar bigotes al sol pero era mucha la calor que había que aguantar, también pensó en Venus, que siendo tan bella no lo merecía.  La luna, como no protesta, como sólo mira al mar, fue presa fácil.
Los estudiosos no conocen, que todo aquello que cuelga por  hilos en el firmamento, siguen un orden cuando les convienen, cuando los miran.  Cuando nadie los ve, también se divierten como los humanos.
Otra ventaja que tienen es que por ahora son libres y nunca, jamás se pueden ir al paro.  Ya digo, de momento.

Para mi amiguita Inés, cada día más guapa,  que ha podido pisar la calle mientras los coches la asustaban.

miércoles, 19 de enero de 2011

YO TAMBIÉN SOY Y ME LLAMO TÚNEZ






Como sucede en todas las casas, casonas y castillos que hay por el mundo, en el palacio real de Túnez, no gobernaba el elegido por los hombres y las divinidades, el llamado Ben Alí. Quien en verdad lo hacía. era su interesada y prepotente esposa.  En su palacio cubierto con mármoles de todas las partes del mundo, incluido el de Porriño, donde los sirvientes vestidos de uniforme verde esmeralda, limpiaban con primor mesas doradas, lámparas infinitas del más bello cuarzo con incrustaciones áureas y pasillos cubiertos con las  maravillosas alfombras persas, egipcias, de la misma Ankara, por la que entonces caminaba la altanera Leila Ben.
Sumisa, cuando su esposo Ben Alí recibió los más altos honores y se alzó con el poder tunecino, luego vino el cambio de la mujer. Fiestas que tuvieron muchos días de duración, continuamente aplaudidos y alabados y mientras ello sucedía, la esposa pensaba en que aquello no podía ser duradero por tanto, era bueno de hacer acopio de lo que se pudiese y vaya si lo hizo.  Su esposo a partir de entonces aparecería en estampas, colgado -en el buen sentido- en las paredes de todas las escuelas, en todos los centros militares sin olvidar los religiosos, ella empaquetaba y guardaba.  El uno hacía de cigarra, la otra de hormiga guardadora.
Las poblaciones siempre han ignorado que el llamado cabeza de familia, no manda en la casa ni por asomo, el elegido por los hombres y  dioses tampoco gobierna, quienes manejan en verdad, son las esposas, todas las esposas que hay en el mundo y como no podía ser menos, la suya. Y es que Leila  se desplazaba flotando por los salones, dos eunucos la llevaban en volandas para no destrozar sus pies, sabía que su palabra a partir de entonces, se convertiría en la más poderosa del estado.  Y así fue.
Han pasado muchos años de aquella mañana soleada en que llegué a Túnez formando parte de la dotación de un barco. Su luz, sus playas, sus cafetines, los vestigios romanos habitados en sus tiempos por los Cartagineses. Ruínas  que entonces no me llamaban debido a la edad, mi cabeza estaba en otros lugares.  Callejear siempre me gustó y me gusta, fijarme en las gentes, hablar si es que entiendo;  aquella brisa que al anochecer enviaba el Atlas y el olor fuerte, penetrante a especias que lo cubría todo.  Olores nuevos en cualquier calleja, frutos diferentes que conocíamos en el hermoso zoco ahora plagado de risas, por el cachondeo que se traían mujeres y hombres con nuestro comportamiento alocado, con inmensas ganas de pasarlo bien ya que de momento, no conocíamos lo que era el sufrimiento, la fatiga, los años que pesan.
Recuerdo entrar en un lugar salido de las mil y una noches, por la cantidad de adamascados, tules, sedas multicolores que iban cayendo del techo y no cesaban de moverse.  Al poco, suena una especie de gaita y unos tambores y como salida de un sueño, una bailarina en el centro que danza llevando sobre su cabeza un jarrón lleno de archilla,  -me dicen- que no sostiene con mano alguna. El tiempo pasa, soy feliz en medio de aquella fantasía nunca vista.  A ella, le sigue un hombre que también baila pero, sobre su cabeza, lleva ahora tres jarrones que contienen también archilla, la mujer era la levedad, el hombre de ahora la fuerza, aquellos giros infinitos que parecía se iba ir todo al carajo. Cerca, una mesita con té en el que flota la hierba buena.
En la callejas, la noche ha refrescado, nadie habla, nadie pregunta, esperando que el alma regrese.
Por la mañana playa.  Un tunecino, barba blanca sin arreglar nos indica que podemos alquilar una especie de lanchón como los que en tiempo se usaban  en Ferrol para trasladar arena, ladrillos, piedra.  No lo dudamos y mientras mis compañeros se admiran viendo aves muy blancas, inmaculadas que descansan en los arbustos de las orillas, me tumbo sobre cubierta y encima, un fantástico color azul que lo llena todo, un azul que tantas veces he mirado, que llevo dentro. Al poco, el barco cruje, no deja de emitir crujidos por todas parte, los más portentosos, tras izar la pesada y vieja vela, parece que no resistirá. Alguien dice que cercanos hay cocodrilos.  La boca seca al momento. Es un bulo, conoceremos más tarde.
Cuando me enviaron a una escuela de Marina, poco a poco fui conociendo a su gente, pero pronto me hice muy amigo de un marino tunecino que realizaba un curso. Le costaba algo hablar el español pero a mi juicio se defendía bastante bien.  Lo que hacíamos era darle al francés que me convenía pues acudía a diario a la escuela de idiomas en el Cantón.  Procurábamos encontrarnos, hablábamos de muchas cosas, sobre todo de su país, de sus ganas de regresar y pasar pronto a ser civil,  pero sobre todo de su familia. Cierto día fueron a Vigo para visitar la Citroen, venía triste pensando en lo débil que era la chapa de aquel Citroen 2CV, considerándolo muy peligroso para la carretera.  Para quedar bien con los fabricantes, le dije que era solamente para las playas y los caminos de las aldeas, no para correr, incluso le dije, que la chapa era fina pero de una aleación muy fuerte, más fuerte que el acero e incluso, para que lo creyese, en un folio le fui inventando, claro está, la fórmula de aquella mágica aleación para que llevase a su país. Su risa resonó fuerte en toda Caranza.
Un día, con fastidio, nos despedimos, había terminado, marchaba para su tierra. Hoy me pregunto que habrá sido de él, no creo que esté envuelto en algarabías por lo sensato que era, pero las ideas de cada persona, son suyas y ahí ya no respondo.  Se apreciaba bajo sus mostachos, que era un hombre de paz que es como deberían, deberíamos ser todas las gentes que poblamos este mundo que poco a poco se está yendo al carajo.
Y como siempre sucede con los poderosos, el tal Ben Alí, viéndole los dientes al lobo, lobo que está muy cabreado, pide un avión para que como siempre ocurre, pueda escapar.  Son los que dan ejemplo a la hora de dar la cara.
Leila Ben que de tonta no tiene nada, como ha dejado de gobernar al pueblo, también pide un avión enorme. Su esposo al lado, le asegura que en el avión que pidió, caben ambos.  Ella, altanera, sin inmutarse le pregunta, ¿a dónde te crees que vamos?.  A donde nos acojan, responde el hombre. ¿De qué vamos a vivir?. Ben Alí no se pronuncia, como siempre, siempre ella.
Y al poco, dos aviones vuelan en principio a París.  Dentro del aparato corre el chanpagne y es que la doctrina de Mahoma en las alturas no tiene efecto. En el avión que les precede, 1.500 quilos de oro y otras menudencias les siguen; que la vida son dos días y los sueños, sueños son que decía el otro.
Se han ido como los valientes, pero en sus cabezas llevan el deseo y la seguridad de que quizás, el día menos pensado los llamen por lo necesarios que son y han sido.  Es que todavía la pareja no entiende lo que pudo suceder.
Ahora es el pueblo quien  se va lesionando a bofetadas continuas. La policía no tanto porque usa maderos. El ejército vigila, que mientras no los llamen...
Hay mucho jaleo en las calles y plazas y pienso que tienen toda la razón. El caso es que unos compinches del huido y huida amén del oro, quieren perpetuarse en el gobiernos porque ellos no son menos, más la población, mucho más inteligente, les dice que nones, que se vayan sin avión y es que como cuesta tanto dejar la poltrona, el poder; se agarran con tanta fuerza a los brazos del sillón que se hace harto difícil despegarlos pero con el tiempo y paciencia, ceden, entonces imploran, besan los pies de quien creen enemigo al tiempo que gimen.
Lo bueno de todo, es que al parecer hay indicios de que en otras naciones de la zona gobernadas por musulmanes, visto lo visto, también desean haya un cambio en esos poderes absolutistas.  Pienso que sería magnífico para el mundo que todos los países al fin, fuese demócratas en todos los sentidos, que no queden reyezuelos propietarios de todo lo que se mueve y menea y de una puñetera vez, dejen vivir al pueblo como desea.
Quizás, de esa manera, el Planeta, poco a poco comience a recuperarse. Que no vayan los humos negros a la atmósfera, ni la porquería a los ríos.  Si todas las naciones se vuelven demócratas, que me apunten a una próxima vida, siempre que haya igualdad entre las personas.
De no ser así, que me dejen seguir flotando como parte de la materia.
Es otra forma de viajar cuando muerto,  ya que se te cierran todas las puertas.

miércoles, 12 de enero de 2011

OTRO AÑO MÁS SIN VERLOS.






No, no he visto a los Reyes Magos.  Otro año que ha terminado y por culpa del sueño me quedo sin verlos y es que siempre, a las diez de la noche, agazapado me atrapa, sin oponer por mi parte resistencia.
El sueño, dicen que es un hombre delgado, largas o luengas barbas blancas que lleva un libro de cuentos bajo el brazo que narra, a los que les cuesta quedar dormidos pero al poco, con un soplido suave que les envía, se quedan roques o fritos que todo vale, vamos, que te duerme por mucho que pretendas permanecer despierto para ver a los Reyes, aunque sea una sola vez al año.  Me doy por vencido y está visto que únicamente podré verlos, en lo alto de una carroza en la cabalgata de siempre, la de las peleas por un simple caramelo, la que me hace tiritar de frío esperándola por lo lenta que camina.
Este año se han portado, vaya si se han portado y se lo agradezco aunque, pensándolo bien, me da que estoy haciendo el primo.  Otros niños aprovechan al gordo Papá Noel en Nochebuena para recibir más regalos. Es lo que haré el próximo año, dos cartas, una al gordo que viste de colorado y otra un poco más larga a los Magos que como son tres, suelen ser más espléndidos.  Lo tengo que hacer ahora porque, cuando sea un poco mayor, lo veo en mi padre, no salen del agua de colonia, la espuma de afeitar, dos pares de calcetines o un calzoncillo gracioso de color rojo. Allá ellos si se conforman con estas cosas; a mi, desde luego que no, me quedo con la Play y un montón de juegos para entretenerme con mi padre, aunque él, siempre pierde porque no deja de gritar en toda la partida; el notebook, la placa base para el otro PC y una tarjeta gráfica más potente, el iPad que han dejando en casa de mi abuela y que al final se lo quedan los mayores. Mi padre en estas fechas, es un cabreo continuo, se muerde la lengua y permanece en tensión, cuando comienza abrir los brillantes paquetes que le han asignado y en ellos va encontrando el agua de colonia, el dichoso calzoncillo, todo lo que odia lo tiene ante si y al fondo, las sonrientes miradas de aprobación de mi madre y mi abuela.  El sonríe, les da un beso, luego agacha la cabeza humildemente, vencido; mientras de reojo mira hacia el rincón en donde se encuentran mis regalos, ahora desempaquetados que relucen de nuevos que son.  Creyendo que no le veo, estira el cuello intentando leer el título de los juegos, pero su miopía no se lo permite.  Cuando quedamos solos, revuelve el rincón en busca de no se qué, le toco un hombro, se vuelve apresurado mientras le señalo el frasco de agua de colonia.  Entonces agacha la cabeza y con voz apenas perceptible me pregunta, ¿jugamos?. ¿A cuál?, le respondo. ¡A todos!, finaliza.
Y yo feliz sin darme cuenta que los Reyes no me han traído lo que les dije en la carta, me han traído lo que seguramente mi padre escribió en su carta, con mi firma.  Escogió aquello que le gustaba y lo puso a mi nombre, hay que tener morro.  Y el Rey Mago, ni se enteró y le hizo caso.  Eso es lo que no entiendo, quizás entre mayores se ayuden ya que los niños harán lo mismo cuando crezcan.
Los pequeños de momento, somos gobernables.  Dentro de unos años...
Dentro de unos pocos años, estaréis sujetos todo el santo día a una mesa, la vista permanente sobre las páginas de un aburrido libro que no hay dios que lo entienda y delante, un profesor que en vez de explicar, está más atento a que no le hagan una golfería más de tantas que le hacen al día y es que haga lo que haga, jamás tendrá razón en su comportamiento.  Los niños, si.
Dentro de unos pocos años más, estaréis deseando fervientemente cumplir los dieciocho años para iros de botellón con los mayores que ahora tanto admiráis.  Suerte que al cine podéis ir cuando se os antoje, algo es algo.  Si supierais lo largo que se me hizo cumplir los dieciséis para ir al cine de mayores, mucho más que a vosotros lo del botellón.  Es cuando la vida comienza a despertar.  Había un chaval que los sábados por la tarde, cuando sus padres se iban de cena, se  cerraba en el cuarto de baño con una gaseosa, una radio y el Playboy.  Decía que era su juerga, champagne, música y mujeres. Un día, me enteré que se trataba de un chiste.
Poco más tarde a la universidad, formación profesional, cualquier trabajo para que no digan que uno está tirado todo el día en la calle. No muy lejos la boda y a partir de ahí pueden suceder dos cosas, separación para regresar a la calle a seguir siendo el golfo de siempre o aguantar.  Cuando eliges lo segundo, a partir de ese momento dejas de ser tu, todo cambia, todo se modifica y hasta han cambiado las leyes para que, cuando uno se canse del otro podáis tomar caminos diferentes a cambio de que ella vaya mucho más cargada que tu. En la boda arroz. En el divorcio, paella, paella, todo paella. Únicamente hay que decir "incompatibilidad de caracteres", "inmadurez" y si hay mucho dinero por medio "aburrimiento" que también vale.
¿Qué edad tendrán los Reyes?.  Mi abuelo tiene una gran barba blanca y no es tan viejo, al menos es lo que me dice.  Cuando le pido algo, no contesta porque suele estar perdido en sus mundos que dice mi padre.  Entonces, le tiro de la barba unas cuantas veces y cuando se da cuenta le pido algún dinero.  Abre su gastado monedero, de él toma un euro que mira y remira, luego me lo entrega en medio de un gran suspiro.  A veces pienso si el buen hombre se cree que vive en tiempos de Isabel la Católica y un  con un euro se puede comprar una casa.  Poco después, quizás por el esfuerzo, se queda dormido, lo que me hace pensar que quizás en su vida, tampoco ha podido ver de cerca a los Reyes Magos.
En la calle, unos hombres subidos a unas enormes escaleras, van bajando los adornos de lucería.  Los escaparates van cambiando a otros montajes sin estrellas, velas de colores, grandes letreros, sin el enorme portal de corcho con el ángel subido a lo alto, prendido tan sólo con un par de alfileres.
Las gentes a su vez, caminan más pausadas; sin las prisas de las fiestas pasadas, como si la vida se tranquilizase a pesar de que todas las sonrisas que los rostros mostraban alegres, se han convertido ahora en muecas porque hay que seguir trabajando, hay que ir a la escuela, al mercado con esos precios que obligan a doña Emilia a preguntarse si se creen que todos somos millonarios, incluso el guardia que dirigía la circulación sonriente, ahora tiene una cara de mala uva que no puede con ella y sopla su silbato con ganas, queriendo fastidiar a todos los que caminan cerca, incluso, se ha enfadado con un conductor despistado.  Antes lo hizo con una viejecita que comenzó a cruzar la calle con el semáforo en rojo y es que, le dice asustada, las gafas que llevo no me permiten ver las cosas. El hombre la coge del brazo para acompañarla hasta la otra acera mientras le va riñendo.  Qué sabe el guardia  de la vida de los viejos.
Se acabó el circo.  Llega la vida.
Y mira que  hay que ser dormilón para no aguantar un poco más y ver a los Magos, pero bueno, también pueden llegar de madrugada y toda la noche despierto, me parece que los únicos que la pueden aguantar son los bomberos y algunos alcaldes que no tienen las cuentas claras.  Eso me han dicho. Es que ni la coca-cola ni el café me ayudaron. Quizás de mayor pueda verlos pero entonces no me interesará, para que me dejen un frasco de colonia, una camisa, una corbata, no merece la pena verlos.
Quienes deben tener buenos regalos son los de la Zarzuela.  Como el padre es Rey..., tendrá preferencia para escoger los mejores.  ¿Qué habrá que hacer para ser hijo de rey?. Cuando tenga un rato libre, lo miraré en Google.  Lo que sucede es que luego me olvido, pero si fuese fácil serlo quizás me apuntaba como hijo pero sólo en Reyes, es que lo paso mejor con mi padre que al menos, aunque mal, sabe jugar a la Play. Lástima que no se quiera jugar de vez en cuando unos euros...
Es un tostón esto de tirarse todo el día en clase.
Un día de estos, sólo por probar, tengo que fumarme un pitillo rubio.  Pero sólo por probar. Dicen que al principio se tose, te duele algo el pecho y no sabe muy bien, pero luego, cuando te acostumbras, al parecer no lo puedes dejar de bueno que está.
Estoy seguro, que puedo dejarlo en cualquier momento.  Faltaría más.

martes, 4 de enero de 2011

VÍSPERA DE REYES.





Me avergüenza decirlo, pero es que llevo cuatro noches intentando no quedarme dormido, para de ese modo coger práctica y por una vez en mi vida, ver de cerca a los Reyes Magos que no se como pueden llegar de Oriente, con los follones que dicen los periódicos que se suceden.
Voy a la cabalgata año tras año y mucho antes de que comience ya estoy en primera fila, espero impaciente que a lo lejos aparezcan las carrozas, alguien dice que están a la altura de Amboage. Voy contando las luces del ayuntamiento y al cabo de un buen tiempo, a lo lejos las voy viendo, el corazón se me altera a medida que se acercan, los nervios me pueden y sucede lo de siempre, las gentes que me rodean, con tal de coger un par de caramelos, pierden la vergüenza de repente, tanto es así que empujan, pisan a los pequeños, separan a manotazos sólo por atrapar unos simples caramelos, que desde lo alto de una estrella de madera pintada de amarillo, arrojan unos niños vestidos a semejanza de los  salmonetes o algo parecido, al menos el color es idéntico  y unas barbas que les cuelgan del pecho así lo indican. Pero una mujer a mi lado me lo aclara, me dice que son pajes, ayudantes de los reyes.
Es tan brutal el momento de recoger los caramelos, que incluso padres y madres se empujan y están a punto de darse de bofetadas, por un maldito dulce que ha quedado en terreno neutral, que luego pasará a una enorme bolsa del corte inglés que han traído de casa, pensando  llenarla. Una vez que la cabalgata se va alejando, las respectivas madres se muestran las bolsas de plástico con  todo tipo de trofeos, por detrás, los maridos se sonríen y sin que las damas los vean, se dan la paz.
Esta vez, maldita sea, sin que me vean tomaré mucho café y coca-cola.  Estoy seguro de que los veré.  Hace un par de años, vi entrar en la habitación a mis padres, yo esperaba a los Reyes; seguramente que venían a cercionarse si había bastante agua en la jarra para los camellos y turrón que habíamos colocado en un plato para los Magos. Al alba, todo eso había desaparecido y en su lugar un montón de juguetes que poco a poco y sin hacer ruido fui abriendo para jugar en silencio y no se enteraran porque entonces, la fiesta terminaría. En un rincón una enorme maleta llena de soldaditos de plomo, docenas de soldaditos a pie, sobre elefantes, a caballo, gallinas, mujeres echándole la comida, patos, ocas, de todo.  Olían a pintura de aceite todavía.  Fue fantástico.
En una ocasión, hice una fotografía a los Reyes cuando recibían a los niños en una iglesia.  Con toda ilusión llevé el carrete a una tienda para que me hiciesen una foto muy grande y colgarla en la pared de mi habitación a modo de peloteo, con un apunte escrito diciéndoles que me la firmasen y  si tenían a bien, me dejasen más juguetes que otras veces.  Me entretuve buscando el mejor sitio de la habitación ,presidida por una virgen de Fátima, dentro de una capilla de caoba y cristal, con aquella luz permanente que por la noche era demasiado potente para coger el sueño pero no lo suficiente, como para poder leer un tebeo que bajo el jersey ,introducía en aquel templo fuera de la vista de mi madre, empeñada en que no hubiese lectura alguna en la cama.  La potencia de luz la subsanaba con una pequeña linterna que guardaba en el fondo del armario.  Pues bien, el mejor lugar para la foto, a mi pobre juicio, era la pared que ocupaba aquella virgen de madera, de la que incluso podía aprovechar la bombilla para iluminar el cartel.  Lo intenté, pero al recibir el primer calambrazo desistí,  lo colgaría al lado de la Señora que se mostró a unos pastorcillos.  Con el tiempo conocí a una de ellos, una señora mayor  vestida de monja, que  me llevaron a visitar cuando vivía en Tuy, localidad a la que fui casi forzoso porque necesitaba engordar un poco y que para mi supusieron los dos años más felices de mi vida ,cuando niño.
El día señalado acudí a la tienda de fotografía emocionado.  Mi ilusión se fue al traste en dos mínimos segundos cuando aquel hombre me dijo que no había salido nada y que seguramente, no había quitado la tapa del objetivo al hacer la foto.  Eso lo decía él, lo que pensé es que seguramente, por ser magos, la película no los recoge, por muchas fotos que les hagas, sus cuerpos son insensibles a la luz. Tenía que ser eso.
Aquel año los Reyes se portaron, vamos a ver, se portaron muy bien,  pero mi interior esperaba mucho más y así hubiera sucedido, si en la habitación apareciese un poster con su fotografía pegado en medio de la pared, iluminado con una luz que provenía de la capilla de la virgen de Fátima.
Me han hablado de un tal Papá Noel que dicen es más generoso que los otros, al parecer todo el día se está riendo, pero no como reímos nosotros, él lo va haciendo sin motivo alguno, jo, jo, jo, jo, jaauuu, o algo parecido mientras hace sonar una enorme campana de metal, mucho más grande que la del monaguillo de san Julián.  La lleva porque cuando vuela sobre un carro tirado por renos, mueve la campana para no atropellar a los pájaros que van de un lugar a otro batiendo las alas en la madrugada.  Un día vi una postal en la que volaba superpuesto a una gran luna llena y eso me pudo ya que la imágen era muy bella.  Miré en un calendario colgado tras la puerta de la cocina  cuando la luna estaría de esa modo y el día llegó. Para disimular me acosté y al poco, cuando escuché que mis padres hacían lo mismo, corrí en silencio a la ventana de la cocina.  En lo alto una luna enorme, brillante, muy bella tanto, que parecía un gran disco de plata limpia colgado en el cielo.  Fijé la vista en ella hasta dolerme los ojos y así permanecí hasta que un edificio me privó de la visión, la ocultó, pero de Papá Noel ni trazas.  Aquello lo repito varias noches incluso ayudado con prismáticos y el señor, que viste según dicen completamente de rojo, no dió señales de vida.
Una noche permanecí descalzo pegado a la ventana, fija la mirada en aquella hermosura y Selene que me enamoraba porque había aparecido más hermosa que nunca.  Esperé paciente por el "gordo de rojo" que no llegó y cuando de nuevo me acosté, temblaba como un pajarillo que ha caído en medio de una charca helada. Fiebre alta, dos días forzado a no levantarme, sintiendo los gritos de los chavales que jugaban  en la calle, pendiente de aquel rayo de luz que se colaba por la contraventana y que iluminaba un trozo de pared en que aquel poster de los Reyes no hubiese quedado mal. Fue horrible, tanto que me olvidé del Papá Noel, leí algo sobre un san Nicolás que al parecer me quedaba muy lejos y humilde, pedí perdón para regresar de nuevo a mis Reyes Magos.
Sueño con aparatos que se mueven sin que nadie les toque, sólo con la voz obedecen, pero no a cualquiera, sólo al propietario; la televisión según leí en una revista, tardaría en llegar a nosotros,  al parecer la inventaron sin querer en Inglaterra durante la guerra, guerra que me queda muy lejana, como todas, tampoco supe en aquel tiempo, que hubo una en España, nunca me contaron verdades, aquellos libros de historia con multitud de fechas y nombres que callaban lo que debíamos conocer, pero bueno, a lo que íbamos y es que los juguetes que se repetían casi todos los años, a los dos días quedaban olvidados en cualquier rincón del patio.  Cuando se necesitaban, el conserje los tenía guardados.  Una bronca y nos los entregaba. Con el tiempo me hice muy amigo de él y me invitaba su esposa a galletas con un poquito de vino dulce Sansón. Nosotros, enseguida volvíamos a la billarda que jugábamos en la Puerta de Canido apenas poblada y vacía de autos y de personas que caminaban  por las aceras. El juego consiste en un pequeño tronco de madera, de un diámetro de unos cuatro centímetros, afilado como un lápiz por ambos extremos y que se llama billa. Se golpea con una estaca hecha por lo regular de madera de tojo o toxo que se llama palán, más grueso que la billa.  Al golpear este gran palo al pequeño, lo envía a grandes distancias, cuanto más lejos, más puntos.  En ocasiones volaba tanto que atravesaba el cristal de cualquier domicilio alejado, entonces las carreras de mayores y pequeños eran magníficas aunque los segundos no tuviesen culpa alguna, pero tampoco queríanmos cantar quien lo había hecho. Aprendíamos rápido y eso nos beneficiaba con ellos que nos amparaban y defendían. Jugábamos al peón con el que se quitaban monedas colocadas en el interior de un círculo, a condición de que si el peón quedaba dentro, pasaba a ser propiedad del que había puesto el dinero en ese círculo.  Las bolas, juego en que no fui ducho, no me gustaba., pero los partidillos a la pelota y a falta de ella, todo consistía en saltar por una ventana de la residencia del Ejército, tomar del billar una pesada bola que suplía la pelota de goma.  Al terminar el juego, se devolvía a su lugar de origen. Que en buenas maneras, nadie nos ganaba.
La noche en que lleguen los Reyes, estoy seguro de que permaneceré despierto.  Es que necesito estarlo para cuando intenten dejarme una corbata, unas camisas, un jersey, se lo lleven por donde han venido por no decir algo peor que me lo pueden tener en cuenta. Eso, la ropa, la tienen que comprar forzosamente los padres que no son un juguete.  De ser así, a quien benefician es a los padres y no a los niños, a los padres porque les ahorran dinero, a los niños incluso los ponen de mala leche. Donde se ha visto que uno pueda jugar con una corbata o con un par de camisas.  Que se dejen de coñas, lo que necesito es una escopeta de balines "Gamo" que he visto en un escaparate de la Central Ferretera, que quita el hipo.  Jamás me la trajeron y que tuve que comprar de mayor para en la parte trasera de  casa, disparar a una diana al lado del muro de cierre.
Me jorobó mucho que se la regalaseis a Manel que, desde la ventana de su casa, disparaba a todo lo que se le ponía a tiro, nunca mejor dicho.  Un día, cuando regresaba de un recado me disparó y el balín se detuvo en mi pierna, cerca de la rodilla.  La gente decía: -Mira que si le llega a dar en un ojo-.  -Pues no, señora, me dio en una pierna, el día que me acierte en un ojo, entonces hablamos-. Es como cuando dicen:  "la camioneta chocó contra esa casa, fíjate la marca que ha dejado, y yo que hace apenas una hora que pasé por ahí. Fíjate por que poco no me mató...".
Esta noche de Reyes, haré todo lo posible por permanecer despierto, pensaré en los cromos de naturaleza que colecciono, en la de futbolistas que me faltan muy pocos, repasaré King de la India  que ya la he completado; lo que tengo que hacer es llevarme algo para leer con la linterna, el caso es no quedarse dormido, ser más fuerte que los párpados.  Al final me quedaré frito como siempre sucede. Seré fuerte.  Hasta lo dudo.
Qué suerte tiene la de Fátima que los ve a plena luz, no la envidio siempre metida en ese chabolo, yo al menos puedo moverme, jugar, ir al cine, bañarme en La Malata, navegar y ella, en invierno pase, pero en verano, aunque la bombilla es muy pequeña, debe pasar un calor de narices. Definitivamente, lo pasa tan mal como yo lo paso cuando intento dormir y esa claridad no me deja. Que la pongan en el pasillo que así ve a todos los que llaman a la puerta...
Hoy no dormiré, ¿cuál será el más alto de los tres Reyes?, seguro que el negro.  Mira que jugaban bien los Globers cuando hicieron la exhibición en el Parque Municipal, que manera de pasarse el balón, como disfrutamos.  Durante un tiempo los imitamos, siendo la canasta un hueco que tenía el gran olmo "el abuelito" que había delante de las casas, entre los nogales.  Melchor me parece el más serio, el que conduce y Gaspar el más olvidadizo, hasta me parece que es el encargado de traer ropa a los niños, no porque se la pidan, es cabezonería y fastidiar al personal. Quizás cuando era pequeño no había juguetes, pero hombre, hay que ir poniéndose al día, como todo el mundo se pone. Es que no cuesta trabajo.
Y el hombre aquel, que manera de pelearse en la cabalgata por un simple caramelo. Y como  gritaba la mujer fuera de quicio, diciendo que se lo habían echado a ella...
- Esperemos que esta noche no haya camisas o corbatas de regalo...
- Esperemos que esta noche..., y que me parece que me está entrando el sueño. Tengo que aguantar.
- Mira que si me quedo dormido y me traen la escopeta de balines. ¿Y si es la "Gamo" del escaparate?.
- ¡Uf!, que sueño, que sueño, que sueño...
- Y esta linterna que ya no tiene pilas.  Que poco aguantan.
- Anda que si los Reyes llegan y no me entero...
-  Gaspar, como me dejes ropa te odiaré toda la vida.
- Y que sueño más tonto me va llegando...
- Tardarán mucho tiempo en llegar.  Lo menos son las once de la noche.
-  Y que sueño, sueño, sue..
De madrugada, un grito terrible se escucha en la casa:
- ¡ Gaspar, te odio !, ¡ Gaspar, que te odio !, ¡ Gaspar, ropa no !, ropa no, ropa no, ropa no...

Para Inés, niña preciosa.  Es que tengo la certeza que este año,  se mezclará con  todos los niños y jugará libre como nosotros jugábamos. 

domingo, 2 de enero de 2011

MALOS TIEMPOS PARA LAS RISAS.






Y mientras unos Reyes que se dicen magos, continúan su caminata hacia Belén, al parecer  guiados por una estrella, un lucero o una cometa, depende del  autor del libro que  cada uno lea que al fin y al cabo, lo que señalan, sea estrella o lucero, siempre se encontrará en todo lo alto y es fácil para esa gente verlo. Que nadie discuta, a los efectos de guía celeste no importa -el fin justifica los medios-, lo que si, que han sido precursores del GPS que ahora usamos casi todos e incluso sirve para autos, naves , pero también para las personas que caminan ya que es capaz de llevarlas por los senderos. sin equivocaciones  Y mientras esos Reyes van a lo suyo, de momento sin prisa alguna, hemos entrado a base de pantalla de televisión, petardos y gritos en la calle, en el año 2011. Feliz año a todas las gentes que pueblan esto que llamamos Tierra, incluso para aquellos que no dejan de darse bofetadas el resto del año.  A ver si paran de una vez.
De chaval, mientras el de matemáticas garabateaba en aquel encerado interminable números, potencias, senos y cotangentes, no se en que pensaban el resto de compañeros, si recuerdo que a mi mente venía : -Quién tendrá tanta suerte como para llegar al año 2000-.  Me quedaba tan lejano, lo veía tan separado de mi, que daba por imposible llegar a él, eran muchas hojas de calendario que había que pasar mes a mes y mira por donde, a pesar de que muchos se han ido, no han llegado y bien que lo siento; conseguí el pasado 31 de diciembre no quedarme dormido y en el preciso instante en que sonaban las campanadas, me asomé a la ventana, miré cercano Ferrol iluminado y pensé: - Has llegado al 2011, que suerte has tenido, cabronazo-. Al poco, cohetes que subían a lo alto para romper en multitud de brillos que lo iluminaban todo.
Abajo, la gente celebrando el nuevo año, inconmesurables las eléctricas, el del gas, los de las hipotecas que jamás han sido tan felices hundiendo mucho más a los que desde hace tiempo están en lo más profundo.  A los que día a día, cuentan y recuentan los miserables euros que lleva en la vieja y manoseada cartera.  De  verdad que no se que deciros, me da una gran pena que habiendo vivido regular con aquellas pesetas rubias, lo tengáis que pasar ahora tan mal con el ansiado euro. No se si quien autoriza esas enormes subidas, piensa por un momento en las personas que de buena fe los han colocado en donde están porque acudieron a las urnas y no me refiero al actual, me refiero a cualquiera que haga daño a la gente más necesitada, a los viejos con sus miserables pensiones; es que no los dejan ni respirar.  Venimos a la vida sin permiso, sin pedirlo y cuando nos damos cuenta de que todo es una mierda, los más, podemos largarnos cuando nos venga en gana, pero los que están amarrados en un hospital a la cama, los que tienen tubos por todas las zonas del cuerpo durante años y años, esos tienen que quedarse porque el juzgador así lo quiere. Feliz año 2011 para más de cuatro millones de parados que perviven a base de limosnas. Hasta les han quitado unos pocos euros que les daban para subsistir.
Y mientras, los Reyes se han detenido en un oasis. Se van quitando los ropajes de seda y esmeraldas para darse un baño.  Ahora desnudos, son idénticos al resto de las personas a no ser, que son magos y consiguen lo que les viene en gana. He visto ayer en la tele un mago vestido de  smoking que hace maravillas. engañando a las personas. Los magos que van a Belén, juegan en la charca a salpicarse entre risas aunque Melchor, de vez en cuando, dirige la mirada al cofre que guarda el oro para Jesús.
Miro un buen rato a lo alto intentando ver la estrella, el lucero o lo que sea y ni de coña, lo único que veo y escucho es un grupo de chavales vestido color noche que caminan. Una joven que les acompaña, lo hace llevando en las manos los zapatos, seguramente por presumida los ha comprado con un par de números menos o todavía no se ha adaptado a la numeración internacional creo que americana o japonesa, me da igual. Lo que si, cuando los calce para bailar..., pobre, lo pasará bastante mal. De pequeño me los hacían de encarga para que durasen en "El Cubano", esquina calle Hospital -Alegre.  Alguna vez se han equivocado en la medida y se lo que es pasarlas moradas cuando dabas la patada a un viejo caldero, no te digo más cuando se trataba de un pedrusco.
Quizás todo esto, a los chinos, a los musulmanes les importe un carajo.  Sus calendarios son diferentes. El musulmán a partir de la Hégira, los chinos adaptados a algunos animales: buey, mono, tigre, serpiente, etc, pero a la hora de fiesta, los chinos se la montan, bien, son los más folloneros, los más coloristas y es que el chino por cualquier cosa que le digas o señales, es muy agradecido y además se ríe. Me sucedió hace años  en Madrid en la estación de Chamartín, esperando la hora para tomar un tren hacia Ferrol.  Era un día muy caluroso por lo que me dirigí a la heladería.  El heladero, un hombre mayor, tenía medio follón con tres chinas.  Ellas no entendían lo que tenía que pagar y el no sabía como explicárselo.  Aquello duraba bastante por lo que, pagué los helados de las chinas y el mío quedando el chiringuito en paz y gloria. Lo que sucedió luego, es que cada vez que me cruzaba con las china, al tiempo, juntaban las manos como si fuesen a rezar, inclinaba la cabeza, la giraban y me sonreían.  También saludé.  Lo que no sabía es que aquello era constante cada vez que había un encuentro.  Termine marchando. Tanta educación aburre.
Los Reyes magos, hace rato que han salido de la charca.  Baltasar se cepilla a conciencia el pelo para que se quede en caracolillos fáciles de peinar.  Melchor cuenta por enésima vez sus monedas de oro y como los camellos están hartos, han comido y bebido bien, lo aprovecha Gaspar para revisar los arreos y es que hace un par de días, por llevar uno flojo, se ha caído desde lo alto de una de las jorobas.
Los veo a los lejos uno tras otro, pausados porque al parecer van bien de tiempo.  Lo que no soy capaz de distinguir y mira que me fijo, es la estrella, el lucero, el cometa o lo que sea, quizás ellos si, siendo magos, lo consigan.
No se como habrán llegado este año, los regalos a los niños, a todos los niños. Suelen aparecer en la Nochebuena porque aprovechan que no hay clase para jugar y también, porque los abuelos están en la casa y les hace mucha ilusión disfrutar de esa fantástica fiesta y en Navidad o incluso hoy domingo, las calles se llenaban de bicicletas, coches teledirigidos, incluso helicópteros manejados a distancia que me llevan la vida, muñecas que hacen cualquier cosa en sus sillas que parecen de verdad, etc. Todos muestran sus regalos, todas las caritas felices y lo más, temprano en navidad cuando somnolientos, frotando los ojos, aparecían en el salón asombrados ante tanto paquete de colores brillantes.  Ayer, hoy las calles no se han llenado tanto de niños, quizás por los juegos electrónicos o quizás les falte aquella ilusión que teníamos de jugar en cualquier lugar para a continuación, correr hacia la iglesia del Carmen y ver en el tablón que colocaban los censores, las películas a las que podíamos ir sin cometer pecado. Películas llenas de niños que no dejaban de dar gritos., quitar el celofán a los caramelos, romper la cáscara de los cacahuetes dando botes en la butaca porque los nervios podían.  Eso si, nada más comenzar, todos callábamos como en misa pero cuando el "bueno" metía espuelas al caballo para caer al poco sobre el "malo", los gritos eran horribles, gritos agudos que a los mayores afectaban a sus tímpanos.Y cuando aparecía un recién en pantalla, las niñas eran las que con ¡ oooooohhhhhhhhhhh!, ¡qué bonito!, ¡qué lindo!, ¡mírale los ojitos!, nos callaban.
Hoy, quizás también porque los reyes están liados echando cuentas, no se dan cuenta lo triste que está el exterior, las calles de todo lo que nos rodea, incluso en los paritorios, hay tristeza porque el niño ha llegado  diez minutos después de la hora en que debía hacerlo y no vino con ese pan bajo el brazo que todos desean.  No me imagino a las personas trayendo hijos al mundo para recibir unos euros.  Los hijos son necesarios para que podamos seguir escuchando sus gritos, sus risas, sus carreras alocadas e incluso sus llantos cuando se caen sobre la acera y se hacen un poco de sangre. No importa, es que son de goma.
Hoy mi ciudad está triste, poco a poco nos la van hundiendo desde el exterior porque  al parecer ya no nos conocen aunque saben de nosotros, hace tiempo que ha dejado de ser lo que era, un pueblo feliz, con trabajo, con alegría diaria en sus calles.  Ahora, la gente camina más apurada sin tener prisa alguna, sin saber tan siquiera a donde ir.
Gaspar a lo lejos, ha vuelto a caer del camello.

Feliz año a todo el mundo, aunque a muchos que se están matando, todo esto, les importe un pimiento, por no decir un carajo. Amén.

BOFETADAS